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análisis

El brillante porvenir de la moda sustentable

Por Hiram Pinto

No estamos siendo lo suficientemente conscientes al momento de adquirir piezas para nuestro guardarropa.

Hace 20 años, la vida de nuestras prendas era más larga, al día de hoy, existe un promedio de 8 usos por prenda antes de ser desechadas. Todo es una situación en cadena. El costo de la ropa es cada vez más barato y las piezas para el consumidor se vuelven más desechables. Desde 1997 la producción de ropa ha doblado sus cifras, mientras que la cantidad promedio gastada por pieza y cuánto la mantenemos en nuestros armarios ha declinado. Según Forbes, Estados Unidos ha disparado su porcentaje de consumo de prendas a 400% en la última década.

Este tema no sólo se trata de cifras: producir ropa en masa afecta al medio ambiente de una manera alarmante. La cantidad de recursos naturales utilizados y los químicos tóxicos que están llenando a los océanos con microfibras peligrosas de poliéster contaminan el hábitat natural de millones de seres vivos, que posteriormente afectan al mismo ser humano, generando por ejemplo, que el agua de ríos y lagos que ingieren miles de personas en regiones aisladas sea insalubre e imposible de consumir.

Pero, ¿quién afronta dichos problemas? ¿quién aporta soluciones acertadas?

Grandes marcas en la industria han puesto las cartas sobre la mesa y han declarado su apoyo a programas de sustentabilidad que incluyen la mejora en los salarios y las condiciones laborales para los trabajadores, la reducción de la huella de carbono, el uso de materiales reciclados o en su defecto menos contaminantes, la creación de colecciones capsula suplantando a las colecciones con cientos de piezas son sólo algunas maneras en las que algunas firmas se han comprometido con el medio ambiente.

La tecnología también ha tomado parte en este proceso ya que con ciertas técnicas es posible reciclar textiles infinitamente, de esta forma los pantalones vaqueros que desechamos, se pueden convertir en un nuevo par una y otra vez, sin embargo, el inconveniente con esta tecnología es su alto costo y a pesar de que la industria lo toma como una opción viable, los pasos para que se convierta en algo más común, son pequeños.

El trabajo para que estos cambios sean factibles también son responsabilidad de sus consumidores. Una tarea difícil, sí, pero que es posible, y que poco a poco se ha instalado en la mente de quienes adquieren piezas de manera frecuente. De esta forma, se busca un producto más ético que satisfaga nuestras necesidades económicas y estéticas, algo que se complementa bien con todo este boom de productos sustentables y conscientes que llegan al mercado a medida de que las marcas se suman a la causa, haciendo aún más fácil comprar de forma ética, suceso que también nos hace sentir más empáticos con nuestro medio ambiente sin dejar de realizar lo que comúnmente hacemos sin pensar más allá. No obstante, comprar prendas ecológicas en tiendas de retail no es ni debería de ser la única solución al problema y es claro que no es la única razón por la cual los consumidores están dispuestos a adquirir productos de dichos movimientos.

En la actualidad, los ideología slow fashion, junto con marcas de moda minoristas o locales, tienen oportunidad de tomar la batuta ante esta situación y seguir educando a su mercado a través de campañas inteligentes en donde se resalten los beneficios de conocer qué insumos se utilizan y quiénes están detrás de dichos proyectos, de esta manera no sólo se tiene la certeza de entender el proceso creativo del producto que se adquiere, sino que además por ende estás obteniendo una pieza única, artesanal y de alta calidad.

“Hay que aceptar el ‘verdadero materialismo’” dice el grupo ambientalista Greenpeace, quienes en 2011 lanzaron una campaña llamada “Detox My Fashion” confrontando el problema de la industria textil para que la fabricación de ropa de distintas marcas minoristas e internacionales asumieran responsabilidad por la contribución a la contaminación tóxica y propusieran soluciones para erradicar el problema. Al día de hoy, existen más de 76 marcas (entre ellas ZARA, MANGO, H&M, Adidas, Nike y Levi’s) comprometidas para erradicar el uso de sustancias tóxicas en la elaboración de sus prendas para el año 2020.

El impacto de estas campañas también ha tocado las fibras de la política en Europa ya que las marcas de fast fashion juegan un papel importante en la transformación del pensamiento del consumidor por la influencia que tienen con las tendencias y es así como el crecimiento de esta necesidad, que inició en Italia, ahora tiene a más de 45 empresas unidas trabajando para erradicar el uso de contaminantes.

Es importante recalcar que cuando Greenpeace hace referencia al materialismo, su definición no tiene fundamentos en la postura donde alabamos más las posesiones materiales que las espirituales, al contrario, nos invitan a concentrarnos en el cambio, en cómo se produce y se consume la ropa, en cómo podemos ir más lento en el mundo del fast fashion. En este caso, ese materialismo se convierte en algo positivo, nos propone ser más conscientes acerca de lo que tenemos y como lo utilizamos, cuánto lo valoramos y el verdadero uso que podemos darle antes de que tenga nueva vida o sea desechado.

Debemos de detener la tendencia de la vida inútil de las prendas y comenzar a diseñar para una vida prolongada: ropa con mejor calidad, con estilos clásicos o atemporales y la durabilidad y lo reparable de una pieza son también una garantía importante al momento de confeccionar y seleccionar nuestras prendas. Poner un alto a la acumulación de indumentaria proponiendo servicios de reparación, reventa, intercambio y personalización del ropaje son soluciones que refuerzan todos los demás puntos.

De la mano, grandes de la industria en el mercado textil tienen que comprometerse a cambiar el enfoque de sus campañas publicitarias, dejando atrás las ideas de un cambio de guardarropa cada nueva temporada y enfocándose en el verdadero valor de sus productos.

Lo anterior suena a un planteamiento de sentido común, pero requiere de un cambio crucial tanto en la industria como en los consumidores y a pesar de que el terreno aún está preparándose, hay algo claro sobre el futuro de la industria de la moda: la forma en que producimos y consumimos ropa, está cambiando y el porvenir luce brillante.

Instagram: @Thebabymilk

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