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análisis

Las campañas ecológicas de la moda, ¿estrategia efectiva o vanidad disfrazada?

Por Hiram Pinto

Hay que afrontarlo, el clima se está volviendo loco y los cambios bruscos de temperatura son más frecuentes y no necesitamos prueba científica de que somos nosotros mismos los que estamos destruyendo al planeta, los seres “inteligentes” que habitan la tierra y de manera consiente infringen para seguir haciendo de ella un lugar poco amigable para quienes nos acompañan a habitarla.

Siempre se ha sabido que los automóviles, el plástico, la industria minera y prácticamente toda actividad humana son factores que contribuyen de manera importante a nuestro suicidio colectivo, pero fue hasta hace pocos años que se señaló a la industria de la moda como una pionera en dicha contribución –y qué bueno– ya que ocupa la segunda posición dentro de la lista de las industrias más contaminantes del mundo. Creemos que es normal que antes no nos hayamos alarmado al respecto pero estamos en el momento perfecto para corregir lo que está mal. Afortunadamente, las incómodas verdades en torno al tema de la moda y la contaminación han emergido a la superficie y un rincón creciente de la industria está prestando cada vez más atención a la sostenibilidad y a las prácticas éticas de producción.

Utilizar materiales orgánicos, evitar prácticas laborales con explotación humana y la restricción de pesticidas son algunos métodos que un número importante de marcas han documentado para poder reducir su impacto ecológico en el mundo, pero, ¿esto es suficiente? La moda sustentable realmente tiene muchas posibilidades de borrar, aunque sea un poquito, la enorme mancha contaminante de la industria, pero no tiene el peso para resolver mucho del problema global.

Según estadísticas, el uso de algodón orgánico para el 2013 era sólo del 0.7% en toda la industria, para este año, sólo se registró el 1.03%, lo que nos dice que sí, cada vez es más común el uso de este material pero no es suficiente, es como buscar un granito de arena dentro de un platón de arroz.

El concepto de fast fashion ha sido criticado mayormente por las asociaciones ecológicas, por ser, dentro de la industria de la moda, los que más contaminan: su alto nivel de producción genera grandes cantidades de desechos y sus precios baratos mantienen la mano de obra esclavizada. El bajo costo de fabricación, resulta en una calidad de prendas exageradamente pobre y la mayoría de las colecciones terminan en la papelera al final de la temporada o saldos finales y según cifras, más del 80% de la ropa desechada, es incinerada dejando residuos peligrosos para la atmósfera.

H&M, gigante del fast fashion, tiene un programa de reciclaje donde los consumidores pueden llevar ropa vieja de cualquier tipo para que pueda ser reciclada en nuevas fibras textiles y a cambio reciben un descuento en su siguiente compra, una idea que parece maravillosa, pero según la Agencia de Protección del Medio Ambiente, sólo el

0.1% de todas las prendas recicladas terminan siendo reintroducidas a nuevas fibras textiles, eso es, literalmente, nada. La ironía aquí es, que recientemente H&M recibió poderosas acusaciones por parte de Operation X, un programa de televisión danés que siguió a fondo el proceso de desechos de prendas de la tienda y acusó a la misma de desechar e incinerar 60 toneladas de ropa utilizable, lo que significa que realmente los “esfuerzos” que realiza la tienda para dar una imagen ecológica son realmente en vanos y generan una enorme duda: ¿Son verdaderos los intentos de la industria de erradicar la contaminación o es una máscara para distraernos de este tipo de acciones?

Actualmente estamos consumiendo más recursos de los que la tierra es capaz de generar y como diría Yvon Chouinard, fundadora de Patagonia –la marca de moda sostenible más transparente del mundo en la actualidad– “Nunca habrá una marca que sea completamente socialmente responsable, nunca habrá un producto totalmente sostenible o no dañino, pero Patagonia está comprometido a intentarlo.” Estamos de acuerdo que una sola marca nunca podrá hacer lo suficiente para llevar a cabo un cambio serio y es difícil determinar con exactitud cuán grande es la industria de la moda sostenible porque cada marca es eco-amigable en diversos grados e incluso una como Patagonia, no es totalmente sostenible, pero es seguro decir que sigue siendo un nicho de interés y de crecimiento en la actualidad. Entonces, ¿cuántas marcas comprometidas al 100% con la sustentabilidad hay en el mercado? Ninguna, en realidad. Es un sueño el esperar que las empresas hagan lo correcto a través de su propia voluntad porque el propósito de las empresas es generar ganancias; es responsabilidad de los grandes puestos, el regular cómo se logran los medios a través de los cuales se generan dichas ganancias y de los consumidores, de exigir transparencia al momento de comprar prendas sustentables.

Si los elementos del modelo sustentable pudieran estandarizarse de alguna manera en toda la industria, entonces la moda sostenible podría tener un efecto significativo en la conservación del medio ambiente, pero hasta el día de hoy, estas campañas ecológicas parecen más un proyecto que limpia la conciencia de las marcas en lugar de ser una estrategia realmente efectiva.

Instagram: @Thebabymilk

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