Definitivamente si hay una prenda que se ha sometido a un sinnúmero de cambios a través de la historia tiene que ser el bikini. Y es que el contexto histórico lo es todo, lo que la sociedad considere apropiado en un lugar determinado durante un tiempo determinado no es más que un reflejo transitorio y subjetivo del espíritu de la época actual.
Así que hoy me di a la tarea de hacer una pequeña línea del tiempo del traje de baño en la historia de la moda, desde sus inicios más incómodos y ortodoxos hasta los vergonzosos y brillantes 80s… el bikini lo ha vivido TODO.
Lo que usábamos a mediados de 1800:
El verano desde siempre ha sido la temporada más caliente del año, por ello en 1860 se sugería llevar al mar tu vestido de 3 capas de tela ligera, OJO, no tan ligera como para que algún viento descuidado provocara mostrar tus atrevidos tobillos o pies, los cuales debían mantenerse siempre cubiertos con zapatillas de baño, el objeto más deseado de la época.
En ese entonces, la comodidad era solo cosa de hombres.
Lo que usábamos en 1910:
En 1907 Annette Kellerman fue detenida en una playa de Boston por traer puesto un atrevido y ajustado traje de baño de una sola pieza y…¡sin mangas!, el cual supuestamente había adquirido de la liberal Inglaterra. A pesar de las críticas iniciales, poco a poco fue adoptado en algunos países europeos en la década de 1910.
Annette Kellerman
Carl Jantzen fue un importante pionero en la comercialización de los trajes de baño de esta década, logrando que poco a poco las mujeres ganaran más libertad a la hora de nadar.
Lo que usábamos a finales de 1930:
Es tiempo de guerra y hay escasez de tela, lo que significa que podemos mostrar más piel, además con el desarrollo de nuevos materiales -especialmente el látex y el nylon- los fabricantes comienzan a rebajar los escotes, eliminar las mangas y ajustar la figura femenina.
Lo que usábamos a mediados de 1940:
1946 es nuestro año estrella, ya que es cuando Louis Reard presentó el primer bikini de la historia en la piscina del hotel Melitor en París, teniendo que solicitarle a una estríper para que lo modelara, ya que las demás mujeres de la época se negaban a usar semejante aberración.
Su nombre se denomina del Atolón de Bikini, donde 5 días antes Estados Unidos había detonado una bomba.
Lo que usábamos en la década de 1950:
Sabemos que la silueta femenina en los 50 solía ser muy curvilínea, por lo que el soporte en los trajes de baño era un factor esencial, se emplean estructuras y materiales que antes solo se reservaban para ropa interior.
El pudor empieza a desaparecer y los bikinis comenzaron a ser más aceptados.
Lo que usábamos en 1960:
Rudi Gernreich crea gran controversia al diseñar el “monokini”, el cual dejaba el busto al descubierto y fue denunciado por el Vaticano, convirtiéndose en algo ilegal en muchas playas del mundo.
Por otro lado, Sports Illustrated hace su primera edición de trajes de baño con un bikini en portada.
Lo que usábamos en 1970:
Los 70s son liberación sexual, por lo que los bikinis siguen haciéndose más pequeños y atrevidos, también se explora la utilización de nuevas telas, como el tejido crochet.
Lo que usábamos en 1980:
No fue una coincidencia que el depilado brasileño llegara al resto del mundo en esta década… Los bikinis inferiores se levantaban hasta la cintura, cada vez se hacían más pequeños y delgados dejando cada vez menos a la imaginación. Los 80s son color, excesos y bikinis diminutos.
Lo que usábamos en 1990:
Lo diré en dos simples palabras: Pamela Anderson. Fin.
2000+
La variedad de trajes de baño de hoy en día es inmensa, no hay limitantes, incluso la gran mayoría de los diseños “actuales” son solo variantes de estilos que a lo largo de la historia hemos visto, desde los bikinis a la cintura hasta las tangas ochentenas, todo está regresando constantemente, sin embargo, me gusta pensar que actualmente la industria de los trajes de baño está viviendo un cambio positivo, esto en el sentido de que están reconociendo que existe un sinnúmero de tipos de cuerpo en el mundo para los cuales no habían estado diseñando antes.
Por último, gracias a todas esas mujeres valientes que han roto esquemas desde hace siglos, si no fuese por ellas seguiríamos yendo a la playa con botas y 13 kg de tela de más.
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