La comunidad LGBTTTIQ ha levantado su voz más de una vez, luchando por sus derechos ante la discriminación y la intolerancia por parte de algunos miembros de la sociedad.
Tristemente, la CNDH argumento hace no más de tres meses, que en México aumentan los casos donde se toman actitudes de exclusión por parte de los servicios de salud hacia miembros de la comunidad LGBTTTQI+. Ante esta problemática, es momento de reflexionar y accionar sobre nuestra sensibilidad y empatía a nivel social, saber que la lucha es de todos, ya que nos engloba como sociedad a alentar una cultura de respeto, tolerancia e inclusión.
En esta misma línea, el acceso a temas relacionados con la psicología y la salud mental están al alcance de un click, no obstante, mucha de la información que se encuentra proviene de fuentes dudosas. Por otra parte, poco se conoce acerca de la ética psicológica, información y postura respecto a algunos métodos llamados “terapéuticos”.
Recientemente, ha causado controversia algunos “métodos terapéuticos” que han catalogado a la homosexualidad como una enfermedad e incluso aseguran “quitarla”. Debido a esto, he decidido abordar puntos importantes acerca de esta intervención.
Primeramente, de acuerdo a la American Psychological Association (APA) La orientación sexual es la atracción sexual, emocional, romántica y afectiva hacia otros, además de englobar componentes biológicos, psicológicos o cognitivos y sociales. Finalmente, la manera en la que se origina es subjetiva y el elegir ser heterosexual o gay no es una elección consciente que pueda cambiarse voluntariamente.
Por lo tanto, una persona no elige su orientación sexual y mucho menos es una enfermedad. Sin embargo, las llamadas “terapias de conversión” aseguran poder cambiar o curar la homosexualidad.
Estos movimientos que resaltan en los años 70’s creados bajo organismos religiosos y que posteriormente fueron apoyados por psiquiatras con el mismo pensamiento eclesiástico, utilizaron métodos farmacológicos y de modificación de conducta que aseguraban tener cambios.
Actualmente la APA ha argumentado estar en contra de este tipo de métodos debido a que son acciones preocupantes que causan un daño en la vida del paciente. Es por ello, que en el año 1997 reafirman su oposición a la psicología de la homofobia en el tratamiento.
En la mayoría de los casos, estas terapias son demandas por la familia y el entorno de la persona que acude, incluso muchos de ellos siendo menores de edad son atendidos por este tipo de tratamientos. Algunos son impulsados a asistir por los prejuicios sociales, religiosos y culturales por los que se encuentran atravesados; teniendo mucha confusión a la hora de definir su orientación sexual y acudiendo presionados, inseguros y con poca voz en la situación.
Seguido a esto, es importante que la gente sepa que tanto psicólogos y psiquiatras trabajamos desde la neutralidad y bajo el código de ética que nos rige, sin prejuicios sociales o pensamientos religiosos. Y que, se puede acudir a algún tratamiento psicológico, no para reorientar su sexualidad, sino para conocerse y reconocerse, donde el terapeuta acompañe este descubrimiento dando herramientas para aceptarse tal cual es, en lugar de luchar contra uno mismo.
Lamentablemente, como diría Foucault “el cuerpo se encuentra aquí en una situación de instrumento e intermediario y, si se interviene sobre el encerrándolo o haciéndolo trabajar, es para privar al individuo de una libertad considerada a la vez como un derecho y un bien”, es decir, la sociedad excluye lo que no conoce, lo que no puede explicarse y lo que le moviliza. Han preferido buscar métodos alternativos para silenciar o privar al otro, marcándolo como “hacer un bien”, pero… ¿para quién?
Otra de las cuestiones, es que miles de niños y adolescentes en el mundo están expuestos a los actos nocivos de odio, prejuicios y estereotipos, siendo rechazados por sus amigos, escuelas e incluso entorno familiar, siendo atacados de manera verbal, física y psicológica día con día, muchos de ellos dando como resultado depresión, ansiedad e ideación suicida.
Las ofertas que muestran dichas terapias conllevan riesgos en la integridad emocional y física de la persona. La existencia de este tipo de métodos solo realza la negación social en la que se encuentran México hacia la existencia de la comunidad LGBTTTIQ y que, aunque ha costado mucho cada una de las luchas, seguimos renuentes a los temas de inclusión y aferrados a la ideología machista.
Finalmente, es por ello que los invito a la reflexión, a cuestionar e invitar al dialogo sobre lo que nos corresponde como sociedad. Y a su vez, dirigirme a los profesionales de la salud, ya que considero que existe una carencia de participación en el trabajo social, para psico educar y ofrecer información acerca de nuestro trabajo; salirnos de la consulta individual para alzar nuestra voz ante las negligencias que acontecen e impactan en nuestra profesión. Que adentrarnos a temas sociales y culturales no sea de unos cuantos, puesto que el respeto, la empatía y la auto- consciencia es de todos.