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Efectos secundarios del consumismo

Por Alina Tijerina

El consumismo es una enfermedad que a todos nos ha contagiado; algunos hemos salido de ella, pero otros siguen infectados. Lo pongo de esta manera porque, en retrospectiva, el consumismo tiene el mismo proceso que una enfermedad médica. Les dejo varios ejemplos: la manera en la que el consumo entra en tu vida es a través de otras personas que lo generan, o bien, que ya están contagiadas. Vemos a diario la mercadotecnia virtual (mejor conocidos como “bloggers”) en las redes sociales donde generan una publicidad muy personal que nos habla como sociedad, pero más aún, como consumidores. La estrategia de la mercadotecnia virtual funciona de manera que entre más difusión, más alcance tiene y así más gente se puede contagiar de la “necesidad” de compra; pongo necesidad entre comillas debido a que, en realidad, no necesitamos las cosas que se promocionan ni nada más allá de lo que ya se consumió. Las verdaderas necesidades básicas no se promocionan a través de historias en Instagram. Otro ejemplo de la metáfora que estoy utilizando es que el consumismo tiene efectos secundarios una vez que se contagia. Esto lo hablo de experiencia propia y fue la razón por la cual decidí dejar de consumir como loca. Cuando comencé a gastar mucho dinero en maquillaje y ropa que realmente no me hacía falta, me empecé a percatar de que, pues… el dinero vuela.

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Creo que es algo un poco obvio y sin necesidad de mencionarse, pero la verdad es que fue un golpe muy fuerte el darme cuenta que no tenía dinero para gastar en verdaderas necesidades, o en simples experiencias de vida, debido a que había gastado todo en materiales vanos. Por el momento de compra me hicieron sentir bien, pero el efecto secundario de vacío y estrés por pérdida de dinero fueron más fuertes que la felicidad o el “rush” que me dio al consumir. Otro efecto secundario del consumismo es el del exceso de materiales en casa; es un problema el llegar a tu casa y encontrar tu cuarto lleno de cosas que probablemente no has usado del todo, algunas no las has usado nunca. Pero al estar tan conectado a redes sociales estamos vinculados con recordatorios a cada hora de que nos hacen falta algunas cosas para estar completos o peor aún, para sentirnos bien con nosotros mismos. Soy culpable del consumismo en mis peores momentos, cuando más triste me encontraba, más consumía. Pero a la hora de inspeccionarme a mi misma, me di cuenta que la tristeza no terminaba porque la intentaba borras con cosas que no necesitaba. Consumir, por más que se sienta bien en el momento, es algo que lastima a la sociedad; nos aleja cada vez más de los otros, pero más aún, de nosotros mismos.

Así que mi consejo personal es que tomen decisiones pensadas a la hora de consumir; ¿de verdad necesitas otra falda de Zara? ¿Te es ultra necesario comprarte la bolsa que todos traen a pesar de que ya tienes 20 en tu clóset? Son preguntas así que te podrían ayudar a evitar gastar tu dinero en una enfermedad que tarda en curar, y así, al no contagiarte tú, ayudas al mundo a curarse a sí mismo un consumo menos a la vez.

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Instagram: @Alinatijerina

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