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Vamos a jugar a enamorarnos

Por Cynthia González

“Querer es no poderse contener… cerrar los ojos y correr, hasta que no quede nada…El juego más difícil de aprender, Donde no existen reglas” – Chetes

El estar en pareja es todo un acontecimiento, es el inicio del vínculo amoroso que entrelaza a dos personas, un juego de aventura; tú te acercas, yo me acerco, tu compartes tus ideas, sueños y metas y yo te cuento mis temores, yo te beso, tú me acaricias. Exploramos juntos.

El amor es como jugar, a veces no sabes ni como comenzar, así que tomas un muñeco, un papel o lo que te encuentres primero y construyes en base eso. Es una escena valiosa y rica en emociones. Espacios donde el tiempo y sentido común se vuelven flexibles, dan paso a los sueños y se entrevé nuestro ser.

Las singularidades de cada uno harán que tenga múltiples puntos por explorar en el mapa de la relación, cada pareja tiene su juego. El amor se construye de acuerdo a la experiencia con el otro y en donde se encuentren las diferencias, se integrará el respeto.

Jugar es una actividad en donde uno o más jugadores prestan su imaginación y herramientas con la función de crear. Existe desde que somos pequeños; incluso antes del lenguaje; nos comunicamos y familiarizamos con el otro mediante risas y movimientos; somos cuidados, amados y respetados por nuestros padres (o quien cumple la función) y esa mirada amorosa que nos ofrecen contribuye en parte a la formación de la concepción de uno mismo en la vida adulta.

Amar y jugar implican paciencia y tiempo, compartir la experiencia y el tiempo que se gusta en conocer al otro, lo cual cobra sentido cuando el deseo de ambos es mantener y crear un lazo sostenido a base de amor. Es ahí cuando nos topamos con parejas que intenta de muchas maneras lo que se ha intentado más de una vez, comparten el interés por desconocer lo que ya tienen y formar nuevos encuentros. 

Al igual que en el amor, en el juego aparece el temor y la incertidumbre. Florecen pensamientos relacionados con el salir lastimado, a que no salga como se desea, a que terminamos jugando sin sentido, entre muchas otras; pero hemos de admitir que amar es adentrarse a un mundo de dudas y preguntas acerca del otro, que quienes se aventuran a elegir el modo de vida de pareja, acepta su falta de conocimiento del amor, que poco a poco van tomando el ritmo al juego, hasta que desarrollan un lenguaje unísono, llamado intimidad. La intimidad es difícil, es permitirle al otro que se adentre en nuestro mundo, que forme parte de él, resulta complicado ya que es mostrarnos vulnerables hacia el otro. Pero ¿Qué es del amor sin una intimidad y sin un enlace con el otro?.

Cuando reflexionamos acerca de la concepción que tenemos del amor y de la manera en la que nos relacionamos con el otro, conocemos parte de nuestros deseos y limitaciones; abarcando el entorno familiar- amistoso, nuestros deseos y objetivos, nuestra sexualidad y nuestra relación con nosotros mismos.  Estas experiencias nos acercaran a conocer qué es lo que buscamos en el otro y qué deseamos compartir con la pareja.

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Ser jugador en el amor nos lleva a implicarnos, con o sin reglas, sin certezas ni afirmaciones, dejar a la creatividad explorar áreas que desconocemos, dejarnos llevar y confiar en que ese mundo también es parte de nosotros; dejarnos amar y ser amados. Sin olvidar que el amor es de muchas formas y distinciones; que se vive todos los días y que San Valentín solo viene a recordarnos que eso, también se celebra.

Cynthia González

Psicóloga

Psi.cynthiagonzalez@gmail.com

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