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¿Es el alcohol nuestra nueva relación tóxica?

Por Elsa Cavazos

No recuerdo la última vez en que una noche de tomar “tranqui” no terminara en perdición.

Suena típico, sucede cada fin de semana y en consecuencia de las copas de más de un sábado, nos tomamos el domingo para seguir tomando y crudeando para al final terminar como lo hicimos el día anterior. Sin darnos cuenta comenzamos a vivir dentro de un circulo vicioso, que no termina.

Usamos el alcohol como un escape, pero no lo queremos aceptar. Tememos llamarle adicción a nuestra diversión tan inocente. Haces precopeo tomando antes de salir, a tomar de nuevo. Tomamos antes de ir a tomar para andar “calibrados” y no tener que esperar a que nos pegue la euforia horas después. Salimos de tomar para seguir tomando, hasta la madrugada y el día siguiente. Nos curamos con una michelada, planeamos un domingo de brunch con jarras de mimosas. No tiene nada de malo, o al menos eso es lo que queremos creer. Nos escudamos bajo la excusa de que esta es nuestra manera de convivir, el alcohol es sinónimo de celebración, pero al mismo tiempo también lo es de curar corazones rotos y hacernos olvidar. Se menciona en canciones:

“Tragos de amargo licor que no me hacen olvidar”

 

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Existen dos películas mundialmente taquilleras, basadas en lo que pasa cuando pierdes el control al estar bajo la influencia del alcohol y las drogas. “The Hangover” sin querer queriendo nos hizo encontrarle el humor a que no recuerdes donde estacionaste tu coche, o que no tienes ni la menor idea de con quien te acostaste hace unas horas, y peor aun si usaste protección o no. Se nos ha hecho tan normal perder el control, que no vemos la seriedad del problema que los excesos pueden ocasionar. No es malo tomar una cerveza de vez en cuando, para nada. Lo verdaderamente alarmante es cuando comenzamos a necesitar estar borrachos para sentirnos bien. Es el querer huir de tus problemas, tratar de sanar heridas con algo que solamente nos hará perder además de dinero, conciencia y poder. El no tener control de tu cuerpo y decisiones es algo peligroso, pero más peligroso es el querer no tener control. Desinhibirnos al punto donde cada fin de semana se convierte en cada día, donde una cerveza después de un largo día se convierte en dos o tres. El temor a estar sobrio, porque tu realidad es mucho mas soportable estando ebrio.

El chiste no es dejar de tomar por completo ni tampoco de dejar de celebrar con una botella de vino una buena noticia, es el saber cuándo, dónde y por qué. Si estas buscando tomar todos los días, tómalo como una red flag muy grande. Es una señal de que existe algo mas profundo detrás de esas ganas de tomar. Si tu única forma de diversión con tus amigos es tomar, es un problema. Ya sea que con un vaso, o dos te es más fácil convivir, bailar o ligar, el convertirlo en un hábito podría incitarte inicios de alcoholismo.

Los excesos son malos, lo sabemos muy bien. Busca maneras más sanas de sentir felicidad y en caso de tener un corazón roto el cual tan desesperadamente quieres sanar, busca alternativas que te beneficien. Dale a tu cuerpo el amor que estas buscando y pidiendo, sal a correr o haz yoga. Ten una platica con un amigo donde liberes eso que tienes guardado en tu garganta por un buen tiempo. Ve a terapia, preferiblemente todo eso antes de terminarte una botella solo porque si. En los ochentas el cigarro fue normalizado al punto donde las personas fumaban antes y después de hacer ejercicio, somos una generación con suficientemente conocimiento para saber que a la larga los daños serán irreversibles. Dejemos de normalizar el alcoholismo, y tomemos una mimosa o dos solo cuando queremos acompañar felicidad y no cuando estamos buscándola.

Instagram: @Elsacavazos

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