Desde que la luz del entorno que nos recibe en esta realidad se refleja en nuestro rostro, nos vemos envueltos en pedazos de fibras que pretenden cobijarnos al darnos la bienvenida, al intentar limpiar los restos de tejidos que se aferran a nosotros al salir de la cueva que nos formó y posteriormente nos asigna un género y cubre lo que moralmente debe cubrir.
Un acto tan instintivo como lo es proteger y adornar el cuerpo amerita el punto de vista antropológico, sin embargo existe un silencio al respecto. Por alguna razón nos centramos más en los objetos y las armas que hemos dejado como vestigio a lo largo de nuestra humana existencia, pero olvidamos nuestra segunda piel.
Esa que por pudor, moralidad, costumbre, abrigo, identidad o la teoría que adoptemos como un pre-accionar, nos recibe y acompaña hasta la putrefacción.
A parte de las teorías sociales y antropológicas referentes a status, género, zonas geográficas, pertenencia, abrigo, protección y ornamentación; es importante cuestionar el conjunto de acciones que nos llevan a consumir y portar o no determinada pieza.
En temas de estructura, forma, color, patrón, composición y de significado emocional o simbológico.
A ser parte de un lenguaje visual, el vestir se encuentra condicionado por la mirada del otro. A veces, se busca complacer a quien recibe el mensaje. Otras, se busca desafiarle. Vestir se convierte también en una actitud hacia los demás pues implica hacerlo en el marco de nuestras relaciones sociales.
Existen indicios de que la auto-ornamentación es parte de la herencia de los primates y que reina en la actualidad en un intento de auto definición, una portada del disco que contiene nuestras entrañas. Aunque no se ha logrado observar un patrón de estilos en los primates, los que viven en zoológicos gustan de adornar el cuerpo con trapos y demás.
Con este movimiento de auto definición, si es que existe alguna manifestación pura de ello; el acto de vestir dejó de ser protección y pudor para convertirse en otra cosa. Lo realmente interesante es que la pregunta cambió a:
¿Para qué vestimos como vestimos? ¿Lo sabes tú?
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El debate acerca del cuerpo perfecto y la discusión del efecto que tiene en los jóvenes dentro de la industria de la moda es apuntar a un tópico que si bien es delicado, ha estado presente en las últimas décadas.
Los cánones de belleza son aquellas características que la sociedad considera atractivas o hermosas, estos estándares son variables en torno a la época y a las diferentes culturas alrededor del mundo. La moda y la belleza están sumamente atadas a dichos cánones y a lo que se nos impone día con día: si todo el mundo comienza a seguir un patrón, entonces se convierte en una moda y si todos siguen una moda en la que no encajas, entonces no perteneces.
Por ejemplo, en el pasado, las mujeres solían utilizar corsés extremadamente apretados para lograr una cintura más diminuta, lo cuál era considerado bello, sin embargo los problemas que éstos causaban hicieron que la moda de utilizar corsés terminara. Es por ello que se vuelve difícil entender como es que la figura femenina se ha deteriorado a través de los años, siendo influenciada por las creencias de belleza, cuando la naturaleza de lo bello es sumamente subjetivo.
Por lo tanto, cuestionarnos hacia dónde y hacia quiénes van dirigidas todas éstas imágenes de belleza actual es importante, puesto que la preocupación de las mujeres ligada al fetichismo de cómo debe de ser su cuerpo es alarmante. A lo largo de la historia occidental, desde la mitología de la civilización antigua y hasta nuestras épocas modernas, sus cuerpos han sido tachados como objetos de belleza, en consecuencia, las mujeres están constantemente intentando hacer justicia a los efectos de la inseguridad corporal inducida por la cultura. No es una sorpresa encontrarnos con una mujer que se compara con las imágenes magnificadas que la rodean en publicidades, televisión, periódicos y revistas, siendo receptivas del mensaje que se proclama para su propio cuerpo. La idea equivocada de querer ser delgada para lucir más atractiva, ha hecho que millones de adolescentes se sientan incómodas en su propia piel e intenten de manera peligrosa cambiar quienes son.
¿Cómo es que entonces, la moda afecta en este tópico? Los dictados de la moda no sólo influyen en lo que tenemos en nuestros armarios, también son motivo de cambios en aspectos más profundos e internos de nuestras vidas; pongamos como ejemplo la semana de la moda en cualquiera de sus capitales principales, todo puede ser glamoroso pero es inevitable no notar lo delgadas que son las modelos y detrás de aquellos flashes y de todo el maquillaje, el asunto de las modelos ultra delgadas es, en general, un tema de principal discusión en encabezados del medio cada temporada.
“La mayoría de las personas no saben por lo que pasamos estando aquí (refiriéndose a la semana de la moda), estamos en un campo de batalla tratando de conseguir un puesto, los diseñadores prefieren a las modelos más delgadas. (…) existe una gran presión por mantener las medidas o llegar a las tallas.” Dice Marina Jamieson, modelo internacional.
Durante la pasada década, dentro de la industria, los desórdenes alimenticios alcanzaron niveles nunca antes vistos. Tristemente, la anorexia es quizá el resultado más alto de la obsesión de la cultura de la moda por regular el tamaño corporal, seguido por la bulimia que se esconde tras una máscara de una vida normal para después deshacerse de la comida provocando el vómito.
Pero a diferencia de cualquier otro desorden o enfermedad en donde la medicina actúa directo para encontrar una cura inmediata, hay muy poca información y ganas de entender el verdadero problema de los desordenes alimenticios, después de todo, ¿no todas las mujeres hacen dietas? Entre ellas mismas, el llamarse “gordas” ha sido una larga carcasa para sentirse poderosas en un mundo en donde constantemente se les ha dicho lo que tienen que hacer para no serlo, no importa si ya perdieron 5, 10 o 15 kilos, a nadie parece molestarle mucho las estadísticas que demuestran que miles de mujeres mueren cada año a causa del abuso corporal provocado. Éstas condiciones que no se pueden tratar con medicamentos y de las cuáles rara vez se escucha, existen, y fuera de ser algo “glamoroso” son la realidad para incontables mujeres.
A pasos lentos la industria está realizando un cambio para que esta imagen de mujeres ultra delgadas que la moda refleja desaparezca. En 2007, Madrid se convirtió en el primer país en determinar que las modelos que desfilarían en las pasarelas del Madrid Fashion Week de ese año no podían estar en la talla 0, esto debido al impacto que reciben millones de adolescentes al disfrutar de la semana de la moda en dicha ciudad. Una de las mayores exponentes de la industria en España, Agatha Ruíz de la Prada, comenta: “Es muy bonito que España sea el primer país en el mundo en tomar una decisión tan difícil como esta, creo que es muy inteligente porque estar saludable es más importante que verse delgada; siento que estamos en un periodo de la historia en donde la imagen está tomando mucha relevancia y eso es una tontería.”
Otro gran paso ocurrió hace relativamente poco, dos grupos de moda de lujo, Kering y LVMH –quienes poseen firmas como Gucci, Yves Saint Laurent, Marc Jacobs, Louis Vuitton y Dior– realizaron un pacto para no contratar a modelos que estén en la talla 0 o por debajo, esperando inspirar a la industria para hacer una diferencia respecto a las condiciones de las modelos que trabajan en la moda alrededor del mundo, decisión que ha sido elogiada por los medios. Francia por su parte, rechazó por completo a las modelos que no lucen ni están saludables como parte de una nueva ley que apunta a “imágenes corporales poco realistas” y desórdenes alimenticios: las modelos estarán obligadas a proporcionar un certificado médico que atestigüe su salud en general y que demuestre que su índice de masa corporal (IMC) se encuentre en un rango óptimo para poder trabajar. Añadido a esto, las revistas francesas se encuentran obligadas por ley a indicar cuando una foto de una modelo ha sido photoshopeada, o bien, enfrentarán una multa de 37,500 €.
Esto, sin duda, cambiará la tendencia mortal y desagradable que ha tenido lugar en el mundo de la moda por años.
Junto con los medios de comunicación, la moda y la poderosa industria de alimentos dietéticos, se ha creado un problema que ha dado lugar a que la gran mayoría de las mujeres alrededor del globo piensen que están mal por no tener un cuerpo delgado. No queramos ir por el camino erróneo: Todos tenemos nuestro propio canon de belleza. Debemos de ser auténticos y dejar de seguir todas esas normas de belleza negativas que nos han impuesto, para no dejarnos llevar por un abismo de consecuencias que lamentablemente pueden ser irreversibles.
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