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análisis

Instagram: Vivamos sin censura

Por Alina Tijerina

Una de las cosas que más me hace enojar en mi día a día es la situación de caminar por la calle (o por cualquier lugar) y sentirme incómoda con mi cuerpo por las miradas que recibe. Ese sentimiento perdura aún que nací en ello, en un lugar que enseña a los hombres a tomar el cuerpo femenino como propio y como algo libre de observar, juzgar, e incluso, censurar. Fue en una de esas situaciones en las que iba caminando y sentía la necesidad de tapar mi busto, a pesar de que estuviera totalmente cubierto con ropa, que se me vino una idea a la cabeza. Comencé a pensar en cómo es que mi cuerpo no se podía exponer en las redes sociales; que, de ser así, Instagram se encargaría de bloquear mi cuenta. Dentro de sus términos y condiciones la aplicación comenta:

Somos conscientes de que es posible que algunas personas quieran compartir imágenes de desnudos de carácter artístico o creativo; sin embargo, por diversos motivos, no permitimos que se publiquen desnudos en Instagram. Esta restricción se aplica a fotos, videos y determinado contenido digital que muestren actos sexuales, genitales y primeros planos de nalgas totalmente al descubierto. También se aplica a algunas fotos de pezones femeninos. No obstante, sí se permiten fotos de cicatrices de mastectomías y de lactancia materna. También se aceptan desnudos en fotos de cuadros y esculturas.”

 Esto fue transcrito hace poco debido a quejas por parte de la comunidad de Instagram ya que antes los términos mencionaban que no aceptaban cuerpos semi-desnudos. Pero, a pesar de la generalización, los únicos que sí censuraba, eran los de las mujeres. Los hombres permanecían libres de mostrar su pecho. Ahí es donde está el problema y la discriminación. Alineando mi situación de incomodidad con mi cuerpo en las calles, y la censura del mismo en Instagram, me puse a pensar qué era lo que hacía que el hombre viera el cuerpo de la mujer como algo para descubrir. Con esto llegué a la siguiente teoría: Eliminando la censura sobre el cuerpo de la mujer, el hombre estará tan acostumbrado a verlo que ya no sentirá curiosidad por descubrirlo. Así que me puse a investigar. Resulta ser que la realidad detrás de las censuras que Instagram tiene es que no son ellos los que bloquean por automático la cuenta, son los seguidores los que reportan dichas fotos y hacen el “trabajo sucio” para ellos. Gente que está acostumbrada a ver el cuerpo de la mujer como objeto en todos lados, especialmente en el internet a través de la pornografía, se comenzó a sentir incómoda por ver contenidos desnudos en sus redes sociales. ¿Por qué? Porque la única manera en que el cuerpo femenino será totalmente expuesto y bienvenido es si cumple con los estándares de belleza tradicionales dentro de la sociedad. De no ser así, de ser este desnudo algo diferente a lo que representa la belleza y el ser sexual, la gente se encargará de censurarlo. La mujer, tristemente, ha sido vigilada e invalidada dentro de la sociedad. Aquí entra la duda del por qué no permitir que la mujer muestre su cuerpo si al final de cuentas a los hombres que les gusta descubrirlo, les gusta verlo (obviamente). ¿Dónde está la lógica de no querer liberar el cuerpo de términos y condiciones? Bueno pues, encontré la respuesta perfecta.

En la época de los 60, en la playa de la Costa Azul, nace el término que conocemos como topless. Esto se dio gracias a que las mujeres que disfrutaban de la playa, decidieron dejar de usar la parte del busto del bikini. Fue a mediados de los 90 que el sociólogo francés Jean-Claude Kaufmann decide tomar el cuerpo desnudo como objeto de estudio y tomar a la Costa Azul para ello. Gracias a una nota escrita por el periódico El Mundo (2018) fue que me enteré del maravilloso estudio de Kaufmann ya que ayuda, de manera perfecta, a probar mi punto. Ahí les va por qué. Cuando el sociólogo les preguntaba a las mujeres topless por qué decidían hacerlo, ellas demostraban un deseo por romper el cuerpo sumiso que fue la mujer por muchos años; como dice el periódico “…querían fabricar aquí, en la playa, una gestualidad femenina que rompiera radicalmente con siglos de discreción sumisa… para mostrar audacia, su orgullo y su seguridad con la cabeza alta y el cabello al viento.” (2018). Era esa eliminación de la censura que las llevaba a empoderarse y vivir sin miedo de que su cuerpo se convirtiera en objeto de curiosidad para algún hombre. Pero lo más interesante de la investigación fue la respuesta por parte de los hombres. Kaufmann quería saber lo que opinaban ellos al ver tanto desnudo en la playa. No podía creer lo que estaba leyendo, ahí les va: para empezar, a los hombres les encantaba la vista, pero rápidamente se dieron cuenta de que esta situación les restaba superioridad a la hora de intentar seducirlas. “¿Cómo iban a ligarse a una chica que se ha quitado el bañador?” pregunta El Mundo (2018). El busto expuesto contenía un poder que eliminaba todo tipo de seducción y misterio. Durante esa época en que el cuerpo femenino ya era algo normalizado, libre y, sobre todo, empoderado, la sociedad fue poco a poco convirtiéndose en pudorosa y cerrada por miedo a perder el poder superior que tenían (hablando de los hombres, claramente). Kaufmann comentaba que a medida que los cuerpos se volvían a vestir, se volvían a censurar, estos regresaban a ser admirables creando una sugestión que llevaba al hombre a imaginar a éste al desnudo. Y con esto, la mujer regresó a ser un objeto sexual.

Gracias a mi amigo Kaufmann puedo comprobar mi teoría. La sociedad es curiosa, pero sobre todo controladora, y es este control el que se ejerce sobre la mujer para que ésta no se empodere y no tome el mundo en sus manos. Olvidemos la idea puritana de que la mujer debe cubrirse para ser respetada, porque honestamente, fue cubierta para tener excusas para faltarle al respeto. Al final de cuentas, su cuerpo, sea cual sea, es hermoso y sagrado. Hay que vivirlo sin vergüenza, sin miedo y, sobre todo, sin censura.

Instagram: @Alinatijerina

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