México ocupa el primer lugar en américa latina que practica el sexting, término que parte de la fusión de “sexo” y “texto”, lo que nos lleva a entender que se refiere a una práctica donde se comparten mensajes con contenido sexual, incluyendo él envió de fotografías o videos.
Aunque se ha mencionada que es una práctica mayoritaria entre jóvenes (de 12 a 18 años) ha adquirido popularidad entre los adultos y a su vez, llama la atención de las autoridades mexicanas debido a que los documentos digitales pueden prestarse a la difusión de los mismos, y teniendo consecuencias legales como pornografía o delitos contra la intimidad. Sin embargo, luego de varias campañas impulsadas por el gobierno mexicano para prevenir el riesgo emocional, físico y social que se enfrenta la persona extorsionada, el sexting ha ido en aumento, a pesar de su riesgo latente a la perdida de la privacidad.
Por otro lado, a medida que se debilita el espacio privado, lo público pasa a ser lo predominante, fuerte y apto para el consumo de todos.
Cuando alguien da su opinión en alguna red social, un comentario o un anuncio, de pronto esa información parece tener un valor que antes no tenía, transformando las intimidades de la persona en un saber de dominio público, inclusive si el movimiento o ideal es algo colectivizado toma mayor fuerza a ser confesado o expuesto.
El tema del hackeo de fotografías o videos nos puede llevar a pensar que desde que es atravesado por un lente, pareciese dejar de ser privado, puesto que está disponible para ver y ser visto las veces se desee. Ante la desnudez mostramos todo aquello que somos, tal cual, sin cosas sobre puestas, sin poder esconder aquello que quisiéramos no fuera mirado. La oportunidad de ser enviado por algún dispositivo o la red misma, posibilita el decir todo y mostrar todo, marcando una pérdida de la vergüenza y la intimidad.
La vergüenza funciona como el guardia o protector de conservar lo privado. Nos avergonzamos de ideas, situaciones o vivencias que se piensan no serían “bien vistas” por el otro a nivel social. Teniendo en cuenta todo esto podríamos recordar las múltiples situaciones donde alguien se ve extorsionado por tener fotografías o videos, se generan rompimientos, discusiones y crisis en la pareja por tener conductas de intercambio erótico con alguien más, entre muchas otras situaciones que ponen en duda el uso de las redes sociales.
Vale recordar que incluso el mismo Mark Zuckerberg, menciono que había que romper con lazo que se tenía entre lo íntimo y lo privado, porque esas eran “cosas del pasado”. Sin embargo, considero, que el internet funciona como algo adicional a lo que sucede, que brinda la oportunidad de encontrar lo que se busca, de manera rápida y accesible, todo mediante un click, y que más allá de demonizar al internet (puesto que negaríamos los múltiples beneficios que tiene el conocimiento y el acceso al mismo) busquemos culturizar, abrir el dialogo y el espacio para hablar de sexualidad, de intimidad, de nosotros, que podamos conservar la intimidad y que lo que se desea compartir con el otro sea bajo un ambiente de confianza y de consentimiento mutuo
Internet es solo una herramienta, ni buena ni mala, simplemente un modo diferente de hacer las cosas.