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¡Adiós al genital shame!

Por Pame Clynes

Vulva, vulva, vulva… Vagina, vagina, vagina… ¿Cuántas veces tenemos que repetir estas palabras para que se vuelva normal decirlas? Todavía me sorprende el terror que muchas mujeres le tienen a sus genitales. No sólo no les pueden decir por su nombre en fuerte, porque se piensa como si fuera un insulto, una grosería, o algo sumamente vergonzoso, también hay muchísimas mujeres que no se pueden ni siquiera ver en un espejo. Y, las que sí lo llegan a hacer, aunque sea solamente una vez, el común sentimiento es odio. Les choca verse.

 

Vulva no es lo mismo que vagina

 

Primero es importante decir que normalmente se confunde la vulva por la vagina. No son lo mismo, son dos partes diferentes del cuerpo. Es como si dijéramos cara y nariz. Cuando hablamos de los genitales externos tenemos que decir vulva. La vagina es una parte de la vulva; el canal por donde nacen los bebés.

¿Por qué no nos gusta nuestra vulva?

 

La pregunta que he puesto sobre la mesa en varias comidas o cenas con amigas. Obviamente hay una variedad de respuestas, como para ponerlas en un quiz de opción múltiple.

  1. “Siento que está fea.” “Me da muchas ansías.”
  2. “Como que se ve rara, como si mi color no fuera normal”.
  3. “La mía no es como las que se ven en la pornografía.”
  4. “Como nunca me enseñaron, siento que no tengo la necesidad de verla.”
  5. Todas las anteriores.

Como dato cultural, a las vulvas en la pornografía mainstream suelen editarlas o photoshopearlas, para cumplir con un estándar específico, con una representación cultural de cómo “deberían de ser”. Sí, nuestros genitales también tienen un estándar de belleza en nuestra cultura, y es realmente preocupante.

¿De dónde viene esta vergüenza?

 

En la Edad Media, los anatomistas le llamaban a a la vulva pudedum, que viene del Latín pudere que hace referencia a la vergüenza. En el siglo XIX a las mujeres que se masturbaban les cauterizaban o cortaban el clítoris. A las mujeres que disfrutaban del sexo, los doctores les aplicaban sanguijuelas en la vulva y en el ano. Y no nos olvidemos de las 200 millones de niñas y mujeres que siguen siendo sometidas a mutilación genital. La historia nos confirma que la sexualidad de la mujer es vista culturalmente como algo temible. Algo que tenemos que negar. Algo que tenemos que destruir, y algo que tenemos que esconder.

2019: adiós al genital shame

 

El genital shame es la vergüenza hacia los genitales. En las mujeres ha sido una culpa inducida por una serie de constructos sociales, y un proceso histórico que nos ha ido identificando. Creo que no es nuestra culpa sentir ese pudor o vergüenza hacia nuestros genitales, porque nos la impusieron, pero sí sería nuestra culpa si no cambiamos la narrativa de la historia. ¡Es hora de hacer ese cambio! Nos toca romper con ese patrón y evitar que las próximas generaciones lo adopten también.

Robin Milhausen, es una sex researcher de Canadá, menciona que estamos educando a las niñas a ser sexualmente disfuncionales con todos estos mensajes que les damos sobre vergüenza y miedo hacia el sexo. Todos los mensajes de NO, a la larga nos han perjudicado de una manera u otra. Muchas mujeres no se atreven a tocarse tampoco. Hablo por mi generación y las anteriores también, pero no nos educaron a vernos, ni a tocarnos, ni mucho menos a hablar de nuestro placer. Me atrevo a decir que seguimos repitiendo los tabúes alrededor de la sexualidad femenina, que ni siquiera nos hemos cuestionado sobre el impacto que esto a ocasionado en nuestra vidas.

¿Cómo podemos tener relaciones sexuales sanas con estos pensamientos e ideales?

 

Si nosotras somos las primeras en rechazar nuestro cuerpo, en hacerle el feo, me pregunto cómo podemos disfrutar y estar presente durante el sexo. La ansiedad y la lucha que el 98% de las mujeres vive con su cuerpo todos los días, nos está destruyendo y a veces ni nos damos cuenta. Imagínense si todos los días estamos en guerra con el body shame, ahora tenemos que sumarle también a que nuestros genitales debe cumplir con un arquetipo. ¡Es desgastante! Desde la depilación de bikini absoluta, hasta algo extremo y peligroso como una labiaplastia, tenemos que dejar de caer en el “ideal” de los genitales perfectos. No existen.

Por cierto, la labiaplastia es un procedimiento que no siempre se ofrece ni se realiza con las propias medidas de seguridad. Es común que muchos cirujanos no estén capacitados adecuadamente para hacerlo, pues no es muy claro todavía cuál es la mejor forma de realizar el procedimiento, y tampoco se conoce la verdadera taza de complicaciones.

Con las cifras de la mutilación genital femenina, en mujeres que no tienen ni voz ni voto sobre sus cuerpos, me sorprende muchísimo que alguien quiera ir voluntariamente a que un extraño te corte por una vil creencia social.

Ojo

 

Lo he platicado muchas veces. Jamás juzgaría lo que una mujer quiera hacer con su cuerpo, es una decisión muy personal, y está en todo su derecho. Sólo me pregunto cuantas veces esas decisiones son impuestas como la historia lo indica. Lo que nos han cultivado negativamente por años, por ese sentimiento de pertenecer, y no por algo que realmente queremos.

Todas las vulvas son perfectas

 

Vienen de diferentes formas, tamaños y colores. Mientras funcionen como deben de funcionar, son perfectas tal y como son. Acepta la tuya tal y como es, en toda su naturalidad, y pasa la voz.

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