Es interesante cómo como humanos podemos llegar a romantizar cosas tan fácilmente, desde la narrativa de “El Guasón” como el antagonista favorito de los incomprendidos que “viven en una sociedad”, hasta la idealización de una ciudad o país entero en búsqueda de lo que tu dulce, dulce hogar no te puede dar. Exactamente eso me pasó a mí, y hoy después de la caótica Fashion Week de CDMX pude reafirmar algunos pensamientos que habían estado rondando por mi -muchas veces- dispersa cabeza, que en búsqueda de respuestas en una de las plataformas de moda más importantes del país, mas bien regresó con más dudas y huecos en blanco que nunca, y es que sí, aunque siempre nos dicen que la moda en México va creciendo a destiempo en relación con el resto del mundo, es difícil dimensionar el momento exacto en el cual nos encontramos como industria nacional, Fashion Week Mexico City fue la herramienta perfecta para entender mucho sobre nosotros y los retos a los que nos enfrentamos como creativos en un país donde la moda sigue siendo considerada una disciplina de menor relevancia.
Son momentos difíciles para la industria de la moda, y se entiende, en un país donde la violencia va en aumento y la economía desiste a su crecimiento, es fácil ver esto reflejado en Fashion Week Mexico City, que a pesar de ser la plataforma de moda con mayor resistencia al tiempo en el país, no es exenta de sufrir los inevitables daños de una sociedad en constante cambio, daños que probablemente se podrían evitar con ciertas mejoras más allá de comerciales implícitos en cada uno de los desfiles, porque sí, sabemos que los patrocinadores son piezas vitales para el desarrollo de toda plataforma, sin embargo, la presencia de carros de MB dentro de la pasarela suena más como un grito de ayuda que una estrategia de publicidad efectiva, esto, en conjunto con las colecciones de algunos diseñadores, logra que esta “fiesta de moda nacional” se convierta en el punto de encuentro de medios e insiders que terminan mostrándose cansados de la gastada narrativa de la moda nacional donde más allá de descubrir a los nuevos talentos nacionales nos encontramos con marcas de lujo que lejos de reflejar el momento que vivimos como país, nos da un vistazo a las aspiraciones colectivas de la industria, donde es inevitable pensar si el aspirar al mercado de lujo realmente es el camino correcto para un país donde 52.4 millones de personas viven en situación de pobreza, un equivalente al 41.9% de la población nacional.
Si lo ponemos de tal forma, ¿Fashion Week es realmente un referente de la industria nacional?, nos encantaría, sin embargo aún hay todo un camino que recorrer en cuestiones de oferta, demanda y diversidad, sí, en pleno 2019 la diversidad sigue siendo un tema preocupante en la industria de la moda mexicana, donde es más común de lo que me gustaría aceptar el ver colecciones 100% inspiradas en México en modelos que están muy lejos de lucir mexicanas, sin embargo este año tuvimos la fortuna de ser testigos del comienzo del cambio en manos de Momoroom, colectivo que en conjunto con In The Park Management, fueron los responsables de regalarnos un vistazo de cómo luce la moda mexicana. Durante la presentación de este colectivo vimos lo más reciente de Omar Ruiz, Malena Foyo y Brandsen, marcas que hablan de un México joven y actual, muy lejos de pretensiones y más cercanos a la moda que México viste, todo esto en modelos que reflejan nuestro ADN nacional; piel morena, cabello negro y rasgos mexicanos que nos hacen darnos cuenta lo mucho que hemos romantizado a las culturas extranjeras a tal grado de poner estéticas tan ajenas a nosotros sobre nuestra identidad nacional. Es un hecho, la moda está cambiando y la diversidad y el nacionalismo son la bandera del cambio, cambio a cargo de la escena más joven de la industria que poco a poco ha ido abriéndose lugar en una industria que por mucho tiempo ha sido gobernada por la aspiración de convertirnos en algo que no somos, porque no, no somos París, no somos Milán, y nos falta mucho camino por recorrer para convertirnos en un Brasil, sin embargo es importante entender de dónde venimos y el momento en el que nos encontramos como industria, para así poder construir una verdadera economía de moda hecha por y para mexicanos.
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Así que sí, MBFWMX no solo fue una semana interesante y con mucho mezcal, si no, también una semana de mucha introspección, donde más allá de quejarnos y lamentarnos por qué Nueva York sí y México no, nos invita a cuestionarnos y analizar cada una de nuestras áreas de oportunidad como industria, porque sí, cada uno de nosotrxs: diseñadores, compradores, medios, agencias, consultores, PR’s y consumidores, tenemos la responsabilidad y el poder de reescribir el futuro de la industria de la moda que hemos buscado por años en otros lugares, con ello entiendo que no es la plataforma, Fashion Week no es un final dorado al que todo diseñador existente tendría que aspirar, Fashion Week es y será lo que necesite ser y en ello no se basa nuestra industria, existe mucho más allá de solo una semana y en una industria donde esta plataforma se enfoca mayormente en marcas de lujo, es el momento perfecto para la creación de proyectos alternos enfocados en la comercialización y comunicación de la moda mexicana. México no esta de moda, México es moda y nos toca a nosotros demostrarlo.
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