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feminismo

El día que retembló en sus centros la tierra

Por Alina Tijerina // Fotografía por Michelle Lartigue

La energía se había estado construyendo durante meses. Toda la vida vimos cómo nos mataban de una en una, tristemente pensando ¿seré yo la próxima?. Ese cuestionamiento, el cual venía con muchísima rabia, fue lo que nos trajo a ese día, el día en el que todas dijimos: ni una más. Curiosamente los que no entienden el movimiento debieron haber pensado que en cuestión de días nuestro enojo salió de control; que era una chiflazón por la que estábamos pasando, pero la realidad es que, venimos sintiendo esto durante todas nuestras vidas. El temor a caminar por la calle a solas, a subirte a un carro con un desconocido y no poder tener el control sobre tu destino, eso es algo que no se acumula en poco tiempo y luego explota. Eso es algo que se cocina con tiempo. Y fue cuando se llegó el día que todas pudimos entender la dimensión de la situación tan horrenda que vivimos las mujeres en México.

Era claro que iba a ser un momento histórico en nuestro país; estaba por todos lados, las noticias mostraban que nuestras voces no iban a poder ser retenidas ni un segundo más. Por todo México se escucharía nuestro canto que ya no pedía, si no exigía, el respeto de nuestras vidas y de las vidas de nuestras hermanas. El 8 de marzo del 2020 se llevó a cabo la marcha más grande que el país ha visto. Una que siguió después de tantas luchas pacíficas que las mujeres han llevado a cabo para poder ser vistas y escuchadas. Y en lo personal, no había manera que me iba a perder ver eso. Desde un inicio sabíamos que el evento sería un éxito. Parte del equipo de Noise, y amigas de cada quien, nos reunimos en la oficina para poder llegar juntas a la marcha. Verlas a todas listas para exigir nuestros derechos fue un sentimiento increíblemente empoderador, pero sobre todo, conmovedor. No sabía quién eran la mayoría de las personas ahí, pero no era necesario porque sabía que cuidaríamos la una de la otra. Es algo muy extraño el poder sentir tanta sororidad con un grupo de mujeres tan inmenso. La preocupación que mi madre sentía por los peligros que pudiera presentar la protesta no existían en mí. Porque si había un lugar seguro para una mujer, era ese día en la marcha. No es por nada que gritamos “me cuidan mis amigas, no la policía.”.

En cuanto empezamos a marchar, mi amiga Ana se separó de nuestro grupo para ir a tomar fotos. Volteé a decirle a Bárbara que debíamos cuidarla y no perderla de vista, a lo que una señora al lado nuestro nos responde: “todas cuidaremos de ella.”. Podrá sonar extremadamente cursi, pero no pude evitar la lagrima que se me salió por conmoción de que, en realidad, todas cuidábamos de todas.

Los cantos empezaron a sonar; jamás había sentido tanta emoción y poder en las palabras que yo recitaba. Se generó una armonía increíble con todas nuestras voces unidas gritando lo que nos dolía, lo que exigíamos. Era imposible para el gobierno no escucharnos porque nos aseguramos de que lo hicieran. Nuestras pancartas nombraban a las mujeres que nos quitaron, declaraban la lucha por la que caminábamos, y nos recordaba que todas estábamos juntas en ello.

Cuando la marcha terminó y nos reunimos enfrente del Palacio de Gobierno, se generó una organización inmensa para que todas cantaramos juntas “Un violador en tu camino”. La piel se me puso chinita al ver a todas apuntar al Palacio cuando citamos “el violador eres tú.” Fue algo muy personal para todas porque, o nosotras pasamos por ello o bien, le pasó a una de las nuestras. Si tocan a una, respondemos todas; frase que se vivió ese día en nuestro país. Poco a poco América Latina se va volviendo feminista; poco a poco el cambio será plasmado en los medios, en las noticias, en la cultura. Nuestro canto hizo que México temblara y al día siguiente nuestro silencio retumbó. Qué orgullo es el haber estado presente en esos momentos tan trascendentes para el país, no dejaremos que pase como una marcha más, éste será el movimiento que genere el cambio.

Durante toda mi vida he escuchado a los hombres decir que son animales que no pueden controlarse. Pues ese 8 de marzo, las mujeres demostramos que somos manada y que nacimos para protegernos.  

Instagram: @Alinatijerina

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