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De vulnerabilidad en tiempos de crisis

Por Alina Tijerina

Abro Instagram y lo veo: “¡Todo va a estar bien, sé positivo!”. El mensaje que está por todos lados, en la forma que sea, ya sea pintado en una chaqueta de mezclilla por una artista famosa o en los gritos de una adicta al ejercicio que declara que nadie te podrá quitar tu sonrisa porque esa es tuya. Pero, ¿qué pasa con la tristeza que se siente cuando el mundo sufre una pandemia? Esta también es mía, sin embargo, parece ser que todo mundo quiere quitármela.

La vulnerabilidad en tiempos de Coronavirus parece solo aceptar una emoción: la felicidad. La primera crisis pesada que vivimos los que no somos Baby Boomers y se espera de nosotros o, mejor dicho, se exige de nosotros, una sonrisa eterna y un exceso de creatividad; todo esto mientras estamos en cuarentena dentro de nuestros hogares. Que incluso, aquellos que tenemos un hogar donde recluirnos, o bien, tenemos la oportunidad de hacerlo, somos criticados aún peor cuando algo de enojo o tristeza pasa por nosotros ya que debemos recordar que somos privilegiados. Eso me es más que claro, el privilegio de poder hacer home office, de poder estar con familia y no sufrir la pandemia en las calles, pero eso no elimina el sentimiento de desesperación y tristeza que surge de vez en cuando, eso inclusive lo aumenta. Parece ser que sentir lo ajeno a la esperanza mientras el mundo vive una crisis severa es algo digno de castigo. 

Las redes sociales parecen un chiste, por un lado, tienes el reporte diario de la cantidad de muertes por país, pero con un scroll más te podrás encontrar una foto de alguien con una mascarilla comentando cuánto hay que valorar el tiempo a solas. ¿Qué pasa cuando ese tiempo a solas trae consigo una ola de problemas o traumas de los cuales te distraes a diario yendo a trabajar o viendo a tus amigos? Cuando la gente me dice que sonría es como cuando me decían que no me estresara: fácil al hablarlo, pero imposible al ponerlo en práctica.

Siento que ahora más que nunca, la sociedad debe unirse de la manera más honesta y cruda que puedan. Abrir un espacio para sacar el miedo que se siente no es algo negativo, es, al contrario, algo hermoso. Vivimos en la era del optimismo en la cual castigamos a aquél que tenga comentarios “negativos” o “feos” que nublen el espacio positivo en el que la gente esconde su temor. No me malentiendan, si para ustedes estar felices a diario es posible, inclusive en tiempos así, continúen ese camino porque ya quisiera yo poder hacerlo. Pero también hay que dejar llorar a los que lo necesitan; la validación de los sentimientos que se tengan, malos o buenos, hace que vivir se sienta un poco más ligero. La realidad es que son tiempos oscuros, mismos que no sabemos con certeza cuándo, ni cómo, terminarán. 

La vulnerabilidad es algo necesario para poder encontrar conexiones profundas con personas que pasan por lo mismo. Especialmente en momentos en los que dejar la casa para distraernos no es una opción, es necesario dejar salir lo que sea que se sienta y así continuar a sanar. Porque a la larga, reprimir sentimientos puede tener complicaciones mucho más pesadas. La salud mental de muchos está en riesgo; y por más que venga de un lugar de amor, las frases positivas no nos sirven a todos. Dejemos de reprimir a aquellos que nos encontramos con miedo y con tristeza, porque el verdadero amor se encuentra en darle apoyo con tan solo dejar la libertad de expresión existir. Si ustedes no se sienten lo suficientemente fuertes para poder levantarle los ánimos a otros, está bien, esto no es para poner presión sobre nadie; se trata de existir y dejar vivir. A veces basta con escribirle al amigo del cual no has escuchado mucho y preguntarle cómo está, o simplemente de no tomarse la labor de persuadir a los demás a ser felices todo el tiempo, solo dejarlos ser. En estos tiempos llenos de tanto cambio procuremos que nuestra mentalidad hacia las emociones ajenas sea una de mente y corazón abierto.

Instagram: @Alinatijerina

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