Comienzo mi día y visito mis fuentes de noticias de moda favoritas, encuentro algunos artículos interesantes y resalta uno en específico, un periodista hablando de la salida de Leandra Medine, Christene Barberich y Sophia Amoruso de sus respectivas empresas, señalando además del tema racial (el cual fue el principal y justo motivo de sus bajas), las deficiencias de su desempeño como comunicadoras y líderes, haciendo gran -y tal vez inconsciente- hincapié en su poca capacidad para liderar un medio, esto, entre otras connotaciones, no pudieron evitar que sintiera un sutil tono de superioridad en la voz del periodista. Tono que días después se replicaría cuando encuentro un video en YouTube: 3 hombres hablando de medios independientes mexicanos, comentándolos y en otros casos criticándolos, sin embargo no pude evitar notar lo siguiente, un tono condescendiente dominaba la voz del debate, debate donde el 80% de los medios de los cuales se hablaba y criticaba estaban creados y dirigidos por mujeres.
En ese momento tuve una revelación, la cual corrí a exteriorizar con mis amigas y colegas, ¿será que la industria de la moda sigue existiendo bajo las reglas de los hombres?
Y es que desde 1947 cuando Christian Dior lanzaría su icónico “New Look” que definiría la feminidad de la época, hasta un escenario más actual donde gran parte de los puestos directivos y voces más críticas de la industria siguen estando al mando de hombres, incluso cuando estamos hablando de una industria que ha sido formada a raíz de consumo mayoritariamente femenino y donde el 85% de los estudiantes de moda en Estados Unidos son mujeres.
Las musas siempre son ellas, las caras siempre son ellas, las consumidoras principales son ellas, e incluso en la actualidad gran parte de los proyectos de moda independientes siguen siendo de ellas, sin embargo, los puestos directivos, las decisiones más importantes y los creativos al mando siguen siendo ellos. Incluso, una encuesta del año 2015 realizada por Business Of Fashion, apunta que sólo 7 de las 50 compañías más importantes de moda son dirigidas por mujeres, así como también sólo el 40% de las marcas de moda dirigidas a mujeres, están diseñadas por mujeres.
Así es, estamos hablando de un problema bastante grave, en el cual, a pesar de que gran parte de las marcas más importantes de la actualidad fueron fundadas por mujeres, durante décadas después de su muerte han sido dirigidas por hombres, así como también nos encontramos con casos como el de la casa Dior, donde en el año 2017 pudimos ser testigos de la primera mujer en obtener el puesto de directora creativa, esto solo después de 71 años de haber definido la feminidad de la época a cargo de una dirección masculina.
En otro lado del espectro me encuentro con una realidad que me cae como balde de agua fría: la verdad es que durante décadas hemos crecido en una industria que muchas veces no ha tenido lugar para nosotras en los puestos de mayor poder, esto, a pesar de que seamos el sustento número uno de su economía, la mano de obra principal y la cara de la misma. Esto nos ha orillado a seguir el viejo camino marcado por nuestras antecesoras como Elsa Schiaparelli y no tener otra opción más que emprender nuestros propios proyectos, abriendo nuestros propios caminos y creando nuestros propios puestos directivos, sin embargo, hay una realidad latente, el ojo masculino sigue a la orden, vigilando minuciosamente el trabajo de cada empresa, proyecto, plataforma o medio dirigido y creado por una mujer, esto para señalarlo, juzgarlo y ¿por qué no?, soltar su tradicional dosis de mansplaining.
Y es que después de leer “Men Explain Things To Me” de Rebecca Solnit, mi perspectiva cambió y se volvió inevitable notar este tipo de patrones en la industria, donde la mujer hace y el hombre explica y apunta sin temor alguno. Escenario del cual he sido testigo durante años, porque como lo mencionaba al comienzo de mi artículo, es una realidad que gran parte de los proyectos y marcas de moda independientes en la actualidad, están fundadas y dirigidas por mujeres que al verse inmersas en un mundo dominado por hombres, se ven en la necesidad de crear sus propios espacios desde cero, abriendo camino para nuevas generaciones de mujeres y más importante: haciendo que el cambio suceda. Sin embargo, esto no las exenta de la crítica y condescendencia que trae consigo el mansplaining de la industria, en la cual hombres siguen teniendo la autoridad de señalar y criticar sin miedo alguno a ser cancelados o ser llamados “unas perras”, “amargadas”, “tiranas” o “resentidas”, escenario ante el cual la mayoría de las mujeres en la industria nos hemos enfrentado al momento de hablar, señalar o incluso solamente resistir mediante nuestra existencia y la de nuestros proyectos.
Por ello hoy más que nunca, tenemos que tener muy presentes las fallas sistemáticas de la industria de la moda, desde diversidad hasta género, porque a pesar de que durante años fue una industria que se jactaba de ser liberal e inclusiva, la realidad es que sigue siendo un espacio más dominado por hombres y sostenido por el mercado femenino.
Es hora de cambiar las reglas del juego. Consume marcas y proyectos creados y dirigidos por mujeres, crea tus propios espacios, exige equidad en tu trabajo y has visibles situaciones de injusticia de género, es hora de cuestionar y cambiar cada fundamento que ha forjado a la industria de la moda como la conocemos hoy en día.
Fuentes:
Would More Women In Fashion Power Positions Mean More Female Customers?
Women’s labor, ideas, and dollars prop up the US fashion industry, but men still run it
Female Fashion Designers Are Still in the Minority
Instagram: @Kasstorress