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La odisea de ligar siendo feminista

Por Alinatijerina

“Ah entonces eres una ‘feminazi’…” La famosa frase que no esperaba escuchar esa noche, en ese encuentro, resuena de nuevo al igual que las ocasiones anteriores. Hay algo fascinante en la manera en que el discurso parece practicado entre los hombres cuando escuchan la palabra “feminista”. Es inclusive un reflejo, tal vez de defensa personal, el insultar quién soy. Como si fuera sencillo conocer a alguien nuevo, salir con dicha persona para luego enfrentarte con un rechazo tremendo al mencionar que eres parte del movimiento que busca no solo liberar a la mujer, si no al hombre de toda esa toxicidad que lo rodea. Tengo que admitir que dicho rechazo fluye en ambas direcciones porque mi tolerancia ante tales comentarios ya no es el mismo de antes. Y ahí es donde, en la escapada al baño urgente para alejarte de la persona que te espera en la mesa, surge la pregunta: ¿seré la única feminista que batalla para ligar?

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Creo que es necesario mencionar que vivo en una ciudad en la que la sociedad va a un paso bastante lento. Todavía existen muchísimas mujeres que consideran que el feminismo es algo dañino para sus vidas y que están mejor sin él. Sin embargo, gran parte de ellas se encuentran en un proceso de deconstrucción; esto quiere decir que ya comienzan a cuestionar todo a su alrededor lo cual, eventualmente, nos lleva a ver con claridad la razón del movimiento. Digo todo esto para que lo que mencione a continuación tenga sentido: a la hora de ligar me topo a muchos hombres que actúan de acuerdo a los estándares que las mujeres fuera del feminismo buscan. Es decir, si todavía existen mujeres que rechacen a un hombre cuando éste no paga la cuenta, habrá hombres que las paguen. Si aún vive la idea creada por el patriarcado de que la mujer no es dueña de su cuerpo y su sexualidad, habrá hombres que rechacen a aquellas que sí lo sean por buscar a una mujer más “pura”. Veámoslo como una referencia en retail; si el mercado no acostumbra a comprar mom jeans, no los van a traer a la tienda para vender. Es una situación de demanda y consumo y, tristemente, la mayor parte de la demanda en Monterrey siguen siendo los machos alfas. Sin embargo, por otra parte estamos un número fuerte de mujeres que buscamos a un hombre que esté más apegado a ser aliado. Así que a pesar de que aún existan mujeres que no se identifiquen con el feminismo, los hombres no pueden continuar con la idea de que todas vamos a tolerar sus actitudes machistas. No me malentiendan, lo que digo no es para revictimizar a la mujer, es un simple hecho de que para todos hay alguien, pero hasta cierto punto parece que el feminismo no entra dentro de ese dicho.

Toda esta teoría me la hizo ver una chava que entrevisté para este artículo. Debido a mi duda que surgió mientras me escondía de mi cita se me ocurrió que para esto iba a necesitar saber la opinión de más feministas. Así que hice una encuesta que publiqué en redes sociales y, tras haberla analizado, escogí a 4 personas para entrevistar. Fue después de todo ese proceso y de cuestionar mis experiencias que encontré respuestas. 

Para empezar, ligar siendo feminista es complicado. Obviamente siempre estará la excepción a la regla el cual es el caso de muchas de mis amigas que tienen de parejas a aliados. Pero hablando en general, es más común la mujer que se topa con un hombre que lo más probable es que en el primer encuentro, éste haga un comentario que moleste a la chava y genere un rechazo hacia él. 

Con la 4º ola del feminismo presente, mi pasión por escribir sobre el tema y el podcast en el que participo, no hay manera que pueda evadirlo cuando la pregunta “¿y tú qué haces?” llega. Pero a pesar de que en muchas ocasiones eso haya tenido una reacción negativa, porque créanme la ha tenido, es lo que me ha ayudado a generar un filtro en el tipo de persona que me gustaría conocer. Por ejemplo, una de las mujeres que entrevisté me comentaba que para ella no era algo negativo que en el momento de la cita el chavo hiciera un comentario misógino, porque era en ese instante que ella sabía que probablemente nada iba a funcionar entre ellos. Sin embargo, una constante en las entrevistas y la encuesta era lo siguiente: siempre y cuando el hombre estuviera dispuesto a abrir un diálogo para hablar sobre el tema, las mujeres estaban interesadas. Claro, depende del grado de misoginia, pero si el chavo comete un error al decir algo machista y está abierto a ser corregido para entender por qué está mal, la mujer está dispuesta a continuar conociéndolo. Se los explico a fondo; las mujeres de nuestra generación estamos abiertas para aprender a deconstruirnos y poder renacer dentro del feminismo, pero también sabemos que estamos viviendo en una época de privilegio -para algunas de nosotras- en la que se nos permite estudiar, votar y trabajar, derechos que no nos pertenecían antes. Esto quiere decir que las mujeres a través de la historia han vivido y desvivido por abrirnos la puerta a una sociedad equitativa. Pero a pesar de todo el esfuerzo, aún nos encontramos viviendo en desigualdad. A lo que voy con esto es que si nos ha tomado tanto tiempo para entender y abrazar el feminismo, es comprensible -mas no tolerable- que al hombre le tome un poco más. Sorprendentemente, dentro de la encuesta fueron muy pocas las respuestas que decían “yo no estoy aquí para educar al hombre”, y la verdad es que no, no estamos aquí para ello. Pero las mujeres que respondieron que estaban dispuestas a explicarle a un chavo por qué sus comentarios son violentos lo dicen porque saben que un aliado comienza con la curiosidad y por medio de errores. 

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Ahora, el intercambio que sucede entre las personas para conseguir lo que cada quien quiere dentro del ligue es algo muy curioso. Dos de las cuatro mujeres que entrevisté mencionaron que, a la hora de estar conversando con el chavo, ellas definían qué era lo que buscaban con él y actuaban de cierta manera para conseguirlo. Por ejemplo, una manera de conseguir el interés del hombre para una relación más seria es el hacerse la “niña bien”. Lo que esto quiere decir es básicamente una mujer que no diga maldiciones, que no se enoje cuando el hombre haga comentarios negativos, que lo deje pagar la cuenta y que tenga la idea en la cabeza de que la chava frente a él es alguien “que vale la pena como novia”. Podría decirse que esto es una actitud de sobrevivencia a la hora de querer conseguir una pareja del género masculino ya que, muy dentro de nosotras sabemos que si sacamos todo nuestro ser feminista, lo más probable es que el hombre se intimide y no quiera conocernos más allá. Sabiendo todo eso me surje otra duda: ¿hasta qué punto debemos dejar una parte de nosotras a un lado para darle la oportunidad a un hombre de conocernos? Porque si no sacamos los trapos morados y verdes en la mesa el día uno, ¿cuándo los vamos a sacar?. Una de las entrevistadas menciona que ella en las primeras citas les decía absolutamente todo para que, si la persona no estaba interesada, éste se fuera en ese momento y así nadie perdiera el tiempo. Tal vez la vida sería más sencilla si de entrada llegaramos y dijeramos “hola soy Alina y soy feminista. Si por tu cabeza pasó el término ‘feminazi’ parpadea dos veces para irme de una vez”. Pero esta idea de ser una “niña bien” es otra creación del patriarcado que implica un control de género. Algo que simplemente no debe continuar dentro de un ligue para que el hombre se sienta satisfecho. Sin embargo sabemos que no vivimos en una utopía y que probablemente la entrevistada es de las pocas en ser tan directa porque, para la mayoría de nosotras, el rechazo pega un poco más duro. 

Agregándole al tema del miedo al rechazo, está también el hecho de que por mas metidas que estemos en el movimiento, no podemos dejar del todo a un lado las ideas que se nos impregnaron desde chicas. Tales como que si el hombre invita, el hombre paga, o cosas como que él es el que tiene que tomar la iniciativa. Ideas patriarcales que se escondieron por mucho tiempo detrás del término “caballerismo”. La idea de quién toma la iniciativa es particularmente complicada ya que existen libros, artículos, conferencias, lo que se imaginen de la teoría de que la mujer debe hacerse del rogar para que el hombre la busque. Desde niñas escuchamos especialmente la frase “hacerse del rogar” porque tal es la idea de que el hombre es el animal depredador que le gusta batallar para conseguir a su presa. Para empezar esto está terrible porque apela también a la idea de que biológicamente el hombre no tiene control sobre su ser sexual, lo cual es parte de la creación patriarcal que apoya la cultura de la violación. Pero en sí, la simple idea de que para conseguir que un hombre te tome en serio tienes que reprimir todo sentimiento hacia él e ignorarlo es lo que más le pega a mi ego feminista. ¿Por qué no puedo iniciar una conversación con un hombre sin escuchar la voz de mis ancestros diciendo “hazte la difícil”? Ahí es donde está la encrucijada: sabes que te gusta el chavo y que puedes hablarle por tu cuenta, pero a la vez sabes que si lo haces, muy probablemente te ignore o te piense fácil porque él no le sufrió lo suficiente para “conseguirte”. En su gran mayoría ligar es visto como un juego de estrategia que termina en una conquista. Como si las personas fuéramos un pedazo de tierra que España llegó a tomar como suyo y no pudiera ser algo mutuo. Son este tipo de pensamientos los que corren por mi cabeza cada que me encuentro sentada frente a un hombre tratando de platicar sin ser terriblemente juzgada por ser feminista. ¿Cómo elimino 25 años de aprendizaje patriarcal que ahora me revuelven el estómago de solo pensarlos? La respuesta es, no lo haces, solo aprendes a romper las reglas que te enseñaron poco a poco hasta que generes tu propia estrategia. 

Después de haber platicado con personas que tuvieran experiencias distintas a las mías pude ver con claridad que no estoy sola a la hora de sentir incomodidad conociendo a un hombre. Creo que la conclusión más importante de todo esto fue que, tristemente vivimos en una era en la que toda la información que sucede en el mundo está en nuestras manos a través de las redes sociales, sabemos que cosas horribles les pasan a mujeres a diario y que, generalmente, son a las manos de los hombres. Es cansado como feminista saber todo lo que sucede a diario y luego conocer a alguien que te guste que considere que todo lo malo que nos pasa es por nuestra culpa. Pero tengo fe en que todas estas malas citas que hemos tenido han servido de algo para que cada vez más hombres noten un patrón de molestia por parte de nosotras al escuchar un comentario machista. Si algo pude recabar de toda esta información es que las mujeres antes prefieren quedarse solas que calladas. Y que no le van a gritar a un hombre en un restaurante cuando éste trate de pagar, pero sí van a verlo como una oportunidad de crecimiento mutuo al hacer mención de sus errores. Así que si al final del día, el ligue se termina convirtiendo en lección sobre el feminismo, asegúrense de dejar al muchacho bien informado para que en su siguiente cita no cometa el mismo error y se ahorre sus chistes misóginos. Hagan de ese bar/restaurant el mejor salón de clases posible y salgan triunfantes.

Instagram: @Alinatijerina

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