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reflexión

2020: el año en el que descubrimos que todos somos inlfuencers

Por Lú Almaguer

Insta·gram

/ˈin.stə.græm/ (sustantivo). 

Aplicación y red social para compartir fotografías y vídeos.

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O bueno, eso a era en el 2010, cuando era esa app que reconocíamos por su logo con un camarita muy parecida a las Polaroid y por ese filtro “Valencia” que usábamos para todas y cada una de las fotografías que subíamos. Porque con el paso del tiempo, está claro que ya no es lo que era antes ya que ha evolucionado de ser un simple álbum de fotos virtual a ser una herramienta que nos mantiene en contacto y al día con las vidas de todas esas personas que queremos y no están cerca de nosotros, así como de sentirnos parte de la vida de las celebs que más nos gustan. 

Es más, Instagram fue el jugador principal en el establecimiento de la cultura de influencers y creadores de contenido. ¿Qué sería de Chiara Ferragni o Chriselle Lim (nuestra Rich Mom favorita) si esta Red Social no se hubiera convertido en el mejor aliado para a la blogosfera? ¿Qué hubiera pasado con todas esas personas que han hecho de sus cuentas de Instagram una carrera? ¿Será que la palabra “influencer” se hubiera propagado tanto por el mundo? La verdad es que las respuestas a todas estas preguntas nunca las tendremos, pero lo que sí sabemos (y de sobra), es que el año en curso y la pandemia han creado una nueva fase en la evolución en la manera en la que interactuamos y compartimos en ella. 

Muy aparte de todos los retos pequeños de compartir fotos o dibujar frutas y flores en las stories, el detonante que hizo que me diera cuenta del cambio se los puedo contar muy fácil y rápido: ¿todos recordamos las mirror selfies que llenaban las memorias de nuestras cámaras a principios de los 2000, verdad? Pues bueno, ¿me creerían si les digo que en UN SÓLO día a mediados de mayo del 2020 me tope con más de 15 fotos tomadas frente al espejo con la cámara (o el celular) a la vista justo como hacíamos hace unos cuantos años? Y es que, con la premisa de que tenemos que quedarnos en casa, la manera en la que creamos tenía que cambiar.

Aunque el cambio no sólo se quedó en la manera en la forma en la que producimos, sino que también le dio un giro al enfoque del contenido que consumimos por esta red. Porque en el 2020, Instagram es mucho más personal que antes, vemos más de los espacios, de la mente y de la ideología de nuestra gente y de todos los famosos que seguimos. Es más, con esto se me viene a la mente el club de lectura de Kaia Gerber, esa amiga que comparte mil cositas y datos de Harry Potter, mi amigo que hace recetas todos los días por stories o, incluso, el proyecto de Laura Benanti, Sunshine Songs, donde se dedica a compartir vídeos de todos los grupos de teatro de high-school que no pudieron  presentar sus obras musicales de este año debido a la cuarentena. Pero sobre todo, pienso en cómo cambió la narrativa con la que los influencers nos vendían de sus vidas perfectas que incluían viajes frecuentes y compras por todo el mundo.

Eso sí, el lujo sigue por delante. Algunas de ellas nos comparten sus noches de champaña y música con estilismos de Dior, otras viven el día en joggers y sudaderas, pero los combinan con sandalias de Chanel, también están aquellas que se valen de las tendencias de Tik Tok y nos comparten sus enormes (y envidiables) colecciones de los zapatos y bolsas más bonitos jamás imaginados.

Es decir, gracias a todas esas tendencias que llegaron, desde la de hacer un vestido a partir de una almohada, pasando por el reto del Met Gala donde celebs y simples mortales compartimos espacio creando los estilismos que llevaríamos sobre la alfombra roja hasta el último que ha aparecido de compartir una foto en blanco y negro como parte de un proyecto donde las mujeres toman la sororidad como base y postean esta imagen en representación de que debemos apoyarnos entre nosotras, nadie ha dejado de crear contenido. 

Aunque debo admitir que hay creadores que nos han hecho ver que su contenido carecía de un verdadero transfondo y que todos esos lujos eran necesarios para mantener su plataforma. También hay muchos otros que han sabido aprovechar la situación y han tomado este momento para crear un acercamiento a su público y dejarnos ver que existe más en ellos que sólo moda, belleza o viajes. Aunque, por otro lado, estamos todos nosotros, quienes con el desenvolvimiento de la cuarentena hemos terminado por poco a poco, convertirnos en micro influencers, porque hoy en día todos tienen algo que recomendar, todos tienen algo que vender, pero sobre todo, todos tenemos ganas de escucharnos más entre nosotros. 

Porque influencer no es quien tiene más seguidores, es quien logra un cambio verdadero en los demás; un influencer es aquel que con tan sólo una palabra te puede convencer de algo, es más, un influencer es esa persona que apoya sin pedir nada a cambio. Porque así como le decía a una prima hace unos días, de “si no nos apoyamos entre nosotras quién lo va a hacer”.

Instagram: @Marilu_ac

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