NOISE MAG

Buscar

Artículo

El sistema sí se puede romper

Por Fran Bahena

Hace unos días, en esta misma red social ruidosa, se armó un gran show porque se subió una nota sobre el privilegio que implica tener las posibilidades de dejar de comprar fast fashion y llovieron olas de opiniones pero curiosamente la gran mayoría no aportaban a la discusión, no se si haya sido porque no llegaron a terminar de leer el post y se dejaron llevar por el primer slide (que sí era muy truculento) o de verdad nomás eran las ganas de tirar hate (que sí, también pasa mucho y más últimamente).

Ya antes de que esto sucediera yo planeaba platicarles sobre fast fashion desde el punto de vista del consumidor y todas los falsos beneficios sociales que esto trajo, pero leyendo todos estos comentarios en redes sociales, me parece que es puntual ahondar en el tema y sobre todo, aterrizarlo a México y nuestro contexto actual.

Empezaré diciéndoles desde ahorita que ¡no! ¡el sistema en que se cimentó el fast fashion no está bien! Desde ahorita lo dejo claro. Y hoy vámonos recio, porque para entender mejor el problema nos vamos a ir a los orígenes históricos del fast fashion, que, como la mayoría de las problemáticas medio ambientales y sociales actuales, se deriva de la revolución industrial y el sistema capitalista, con la apertura de las fábricas de ropa de Clemens and August en 1841 en Holanda.

La marca buscó industrializar los procesos de producción de la ropa para hacerlos más eficientes en el sistema de ventas y llegar a más personas, lo que consiguieron el 1906 cuando lograron internacionalizar sus tiendas y seguir creciendo. Debo aclarar que en ese momento, C&A aun no es considerado fast fashion.

En 1947, en Suiza, nace otro actual gigante del fast fashion y primera competencia de C&A, las tiendas de ropa de los hermanos Hennes & Mauritz, actualmente H&M. Luego en 1949 abre Uniqlo en Japón; en 1964 Topshop y finalmente llegamos a la fundación de Zara en 1975, con quienes ahora sí podemos empezar a hablar del fast fashion, ellos fueron los primeros en agilizar el proceso de producción y meterle el marketing necesario para que las personas comenzaran a consumir sin medida, con Zara el fast fashion nació.

moda rápida», mejor que «fast fashion» | Fundéu

Y he aquí el punto principal de la problemática del fast fashion y por el cuál le dio ese nombre: EL CONSUMO DESMEDIDO QUE GENERA.

Muchas veces hemos hablado ya sobre los problemas sociales que el sistema de consumo desmedido acarrea con sus trabajadores: las malas condiciones en que se encuentran, que propicia severos problemas de salud y un círculo de pobreza imposible de salir debido a los bajos pagos sobre la hora de los trabajadores, además del nulo respeto hacia de los derechos humanos básicos tanto de adultos como de niños. Pero cuando hablamos de esto muchas veces se nos olvida que ellos no son los únicos oprimidos dentro de ese sistema específico de compra-venta, el comprador final terminará siendo inevitablemente también oprimido, pero de diferente forma.

Tú como consumidor también estás siendo bombardeado todo el tiempo y por todos los medios posibles sobre el consumo de moda, te mete a un círculo de consumismo en donde debido a tu constante fantasía de comprar algo barato, terminas gastando dinero que no deberías invertir en ropa y por muy poco dinero que estés perdiendo en cada compra, lo haces, date cuenta que estas perdiendo y eso oprime tus decisiones, y las afecta radicalmente, sí, pero, a pesar de que esta opresión limita tu capacidad de decisión aun sigues teniendo ese poder de decisión (cosa que los primeros afectados en este sistema, los trabajadores, no tienen) y eso que nunca se te olvide porque despertar tu consciencia dependerá de eso.

Sí, es una irresponsabilidad que aun existan influencers que promocionen este tipo de transacciones; es una atrocidad que la publicidad no esté regulada pero pelear contra esto, actualmente, es pelear contra una pared fría, y más si tu activismo viene únicamente desde las redes sociales.

En México, la falta de educación social y financiera, sumado a la falta de regulación de los medios de comunicación, potencian que las personas sigan consumiendo como medio aspiracional y eso tiene un efecto importantísimo en la consciencia de nuestra población que hace muy difícil cambiar nuestro chip de consumo, pero no imposible.

Despertar tu consciencia implica ser cada vez más empático no solo con las personas a tu alrededor si no también con el medio ambiente y entender que las decisiones que tomes (ya no solo al comprar ropa) al comprar lo que sea, deben ser por ti, es 100% una decisión personal. Cambiar no te va a convertir en mejor o peor persona, simplemente vas a ser más consciente.

Lo mejor que podemos hacer ahora mismo como personas es predicar con el ejemplo y si tú entiendes el problema del fast fashion deja de comprar ahí, si alguien se interesa por la forma en la que vives tu vida, explícale siempre desde el amor y jamás trates de asumir que todos van a cambiar de la misma forma en que tú lo hiciste. Es un proceso lento pero mucho más efectivo que pelear.

Satanizar al fast fashion no sirve de nada y las personas que lo siguen consumiendo sirve para generar cambios pero desde el odio, ¿quieres eso? adelante. Yo prefiero cuestionarlo todo el tiempo y quien quiera escuchar o leernos, lo hará.

Slow Fashion Sticker by Ezra W. Smith for iOS & Android | GIPHY

Instagram: @fran_bahena

You may also like: