Soñar con ser parte de la industria de la moda es como ver la vitrina de una tienda, por fuera el escaparate se ve precioso, la ropa con diseños extraordinarios, un conjunto que quieres usar de pies a cabeza. A los ojos de cualquiera este mundo se dibuja como lujo, glamour, fiestas, diseñadores, vestidos, sesiones, modelos y así pareciera ser la vida de todos quienes la conforman.
Cruda realidad cuando entras a la tienda, tal vez lo habías idealizado, seguramente es demasiado costoso y si no tienes dinero tendrás que trabajar mucho para conseguirlo o no podrás comprarlo nunca. Una vez que lo pruebas no te gusta, tal vez no era para ti, no era lo que esperabas. La industria de la moda en un país desigual está muy lejos de ser ese mundo de rosa terciopelo. Esa vida del lujo que se ha dibujado en el imaginario colectivo no es la misma para todos.
Llegar a los puestos más altos de la moda en México no es diferente a la forma en la que se consiguen otros trabajos. Muchas veces acceder a las mejores posiciones se consigue a base de contactos. Las decisiones suelen ser tomadas por grupos pequeños donde todos se conocen. Un círculo al que es difícil de entrar y muchas veces aislado de lo que ocurre en el resto del país.
¿Qué tan difícil es escalar la pirámide de la moda mexicana, llegar a la cúspide y consagrarse como un diseñador exitoso?, e incluso ¿qué tan abierta está la industria a los nuevos talentos? Será que llegar a la cima de la industria de la moda en México también es un reflejo de la sociedad, donde triunfar es más difícil para unos que para otros, la moda ya es desde el principio exclusiva, el estudiar diseño de moda en este país solo se encuentra en escuelas privadas y el crear una marca propia para muchos parece ser un sueño inalcanzable.
Hace algunos años era un interna trabajando para un diseñador de esos que se presentan con aires de grandeza en Fashion Week Ciudad de México, me sentía soñada y aunque amaba mi trabajo, una parte de mí nunca se sintió realmente dentro. Recuerdo que en mi entrevista de trabajo me contaron sobre “el comienzo de la marca” que se podría resumir en “Viajé por el mundo e inspirado por la belleza me inicié en el diseño de moda”, <<lo tuvo fácil>> pensé. En eso se quedó, en un par de palabras que giraban en mi cabeza “hay quienes la tienen más fácil”.
Existe una puerta de cristal que divide a la industria de la moda, la que se presenta desde lo alto entre pasarelas y modelos internacionales está lejos de ser la realidad de muchos quienes conforman la moda en México, de marcas pequeñas, diseñadores que tratan de abrirse un nombre, aportar y construir algo nuevo.
Poco se les tiende a preguntar a los diseñadores acerca de sus primeros años, mucho antes de dedicarse expresamente a la moda, sobre el cómo la vida los bendijo poniéndolos o no en el lugar correcto para el comienzo ideal. Hoy te presento los testimonios de distintos diseñadores a lo largo de México, sobre lo que no vemos detrás de la historia de su marca.
Emprender siempre es un reto. Es como saltar al vacío, nunca sabes qué puede pasar, se tiene la percepción de que el éxito parece siempre estar al alcance de tus manos. Los grandes empresarios y dueños de compañías que lo hacen ver muy fácil susurran palabras de aliento y frases motivacionales para que tomes el riesgo. Entonces se inicia un camino, que aparentemente sencillo es más complicado de lo que parece. ¿Emprender en moda? Es todavía un poco más complicado.
“La industria de la moda está cerrada para los diseñadores emergentes, las grandes cadenas como Liverpool y el Palacio de Hierro, no le dan espacio a lo nuevo o a lo que se sale de la línea que ellos manejan” comentó Thaís Pérez Jaén, quien terminando la carrera en diseño de moda decidió saltar y crear su marca homónima, la cual actualmente tiene sus piezas en Ply Showroom en la Ciudad de México. “Realmente decidí iniciar porque al salir de la universidad tuve la oportunidad de contactarme con muchos showrooms y revistas que querían sacar fotos de mis prendas. Ahí fue cuando me di cuenta de que tenía la oportunidad de formar una marca de moda”.
A pesar de que sus prendas son utilizadas por celebridades y hacen múltiples préstamos para editoriales de moda, la ventas siguen viéndose limitadas únicamente a la tienda en línea y la exposición de su marca se ha visto afectada debido a la contingencia sanitaria ya que muchos proyectos y colaboraciones se siguen aplazando para respetar las medidas de salubridad
La marca de diseños eclécticos utiliza textiles de distintos orígenes, así como el uso de metales los cuales están inspirados en el negocio de cobre de su familia. Actualmente Thaís divide su tiempo entre dos trabajos, por una parte es diseñadora de moda de una marca de ropa que ha salido en múltiples revistas, por el otro labora con sus padres en el negocio familiar de cobre que se encuentra en el Mercado Hidalgo. “Si yo viviera de mi marca no me alcanzaría, porque mis ingresos dependerían únicamente de las ventas que se generan en el showroom y en línea por medio de instagram”
La marca se esfuerza en tener un enfoque socialmente responsable y amigable con el ambiente, esto lo logran con ayuda de asociaciones civiles y reutilizando materiales textiles para que no se desperdicien. Las flores de estambre características de sus diseños son creadas por mujeres que viven dentro del penal de Tepepan en la Ciudad de México a través de la asociación Promujeres Cautivas. Creyendo en un consumo responsable no siguen el modelo tradicional de producción en la moda que consta en un mínimo de dos colecciones al año, Pérez Jaén elabora una colección cada que sea necesario al ritmo en el que fluye la creatividad.
Thaís también comentó que la falta de apertura a los talentos emergentes trae consecuencias negativas y positivas, como la creación de una comunidad de creativos que se apoya “Creo que el hecho de que la industria de la moda convencional sea cerrada obliga a los nuevos diseñadores y profesionales de la industria a buscar otras oportunidades. Algunos salen de sus ciudades para encontrar empleo e incluso se están creando espacios amigables entre el propio talento emergente, donde si las grandes tiendas no nos van a apoyar, nos podemos apoyar entre nosotros”
Sin saber lo que significaba Guillermo jugaba a vestir a sus muñecas con ropa de papel que él hacía, siendo un niño se divertía explorando esa creatividad. Años después comprendería que su profesión se había trazado desde su infancia, aunque tendría que esforzarse un poco más por hacer sus sueños realidad.
Guillermo Jester fundó su marca homónima en el año 2011 y se esfuerza por ser lo más transparente en cuestiones de condiciones laborales. Sus piezas de vestir genderless son creadas en colaboración con artesanos en un diálogo horizontal donde ambas partes confluyen para crear diseños de forma socialmente responsable.
Mucho antes de la marca, Guillermo era un joven que recién había terminado la preparatoria, que como otros tenía que tomar una decisión. Estudiar moda o ceder ante la presión social y optar por una carrera con más oportunidades. “Decidí tomar un año sabático para aclarar mi mente, en ese tiempo aprendí sobre patronaje, cosas básicas de costura, confección y diseño. Una parte más romántica es que también en ese periodo de tiempo descubrí que mi madre -quien falleció cuando yo tenía 5 años- había confeccionado su vestido de novia. Para mi fue padre descubrir que teníamos ese mismo interés y encontrar algo más que nos conectaba.”
Como ya había mencionado antes en México la carrera en diseño de modas solo se encuentra en las universidades privadas, lo que reduce las oportunidad de muchos de continuar su camino por esta industria. “La verdad es que mis posibilidades económicas no me permitieron estudiar en las universidades en las que yo quería, pero al final logré entrar a una escuela privada. Entre a la UVM con una beca y estoy consciente del privilegio que da el haber estudiado en una escuela privada y algo como moda que no es nada barato estudiar por temas de materiales”.
En segundo semestre de la carrera consiguió el trabajo por el que un millón de chicas matarían, prácticas con la diseñadora de moda Carla Fernández, las cuales a pesar de no ser tomadas en cuenta por la escuela significaron una llave de ingreso para un futuro. Con este empleo Jester tuvo su primer acercamiento a las comunidades y organizaciones con las que después construiría su marca.
“Gracias a que empecé a trabajar con Carla descubrí un mundo distinto, lo triste es que si no te das cuenta tu solo nunca vas a poder identificar lo que se vive en México”
Más allá de la oportunidad que representaba ese empleo se topó con otra realidad, Carla Fernandez trabajaba con comunidades indígenas, así fue como Guillermo comenzó a aprender sobre las técnicas y textiles tradicionales de diversas culturas en México. Salir de tu realidad siempre representa un choque, es darse cuenta que lo que concebimos como único no es verdad, requiere un proceso de adaptación y entendimiento, no solo del contexto sino del otro. Hay cosas más allá de lo que yo como persona individual experimento y vivo.
También participó en el concurso de México Diseña que le permitió conocer a varias personalidades de la industria y hacer contactos. “Se que el punto en el que estoy ahorita ha llegado por estas ganas de seguir haciendo cosas e involucrarse en procesos (…) el participar en México diseña by Elle que me trajo muchos contactos a los que tal vez pude haber accedido si hubiera estudiado en otra escuela, y que es un concurso abierto al público, al final es también buscar esas oportunidades, creo que no es quedarse con los brazos cruzados, porque para tener éxito hay que moverse. Es buscar por todos lados y no esperar a que lleguen las oportunidades pero cuando te llega una aprovecharla al máximo”.
La Ciudad de México formada desde siempre por quienes vienen de fuera, ha representado un espacio para los que buscan una oportunidad y abre sus brazos a cualquiera que se acerque. La industria de la moda está centralizada, la mayoría de los eventos importantes y celebridades se concentran en la ciudad y no en la “provincia”. Muchos apasionados de la moda tienen que migrar al centro del país para hacerse un nombre entre tantos.
Liz Campos es originaria de Coatzacoalcos, en sus inicios disfrutaba de la luz del sol y la brisa de la costa, la vida le sonreía pues después de mucho insistir logró dejar los sueños de su familia en que estudiara medicina para concentrarse en lo que verdaderamente le apasionaba: el diseño de moda. Con una beca consiguió ser admitida para estudiar en línea en la Academy of Art University de San Francisco. Aunque todo era demasiado bueno para ser verdad, el aumento del precio del dólar consecuencia de la crisis del 2008 hicieron que Liz abandonara la universidad. “La carrera de diseño de modas es de lo más cara. Desde las altas colegiaturas, las pocas escuelas que ofrecen la licenciatura, hasta los materiales súper específicos para llevar a cabo los proyectos”.
Con otra beca empacó sus maletas y se mudo a la Ciudad de México para estudiar una vez más diseño de moda. “Cuando quise terminar mis estudios en Centro, me enfrenté a una colegiatura que con mis recursos y el apoyo de mi familia no podía pagar.”Con apoyo de la universidad consiguió una segunda beca que le permitió concluir con sus estudios, pero nadie la había preparado para lo que seguía.
“Es verdad que en México hay mucha falta de oportunidades para los que no estamos conectados en el sector de la moda, entonces toma mucho carácter y determinación lograr el reconocimiento en este país” La moda independiente se enfrenta a muchos retos, desde el posicionar una marca, los préstamos y sobre todo las ventas que mantienen a cualquier negocio. En su marca, al igual que muchos creativos que han comenzado, Liz realiza las labores de varios departamentos: comunicación, diseño, administración, community manager. En su agenda a los días le faltan horas y las noches se vuelven cortas.
“Todos seguimos una tendencia obedecemos a un estilo estético basado en las personas pudientes y de dinero que llegaron a ese lugar y tuvieron la oportunidad de presentarlo en las grandes plataformas de moda. Desde ese punto hacia fuera todos los demás diseñadores seguían y necesitan seguir esas tendencias porque son lo que quiere el consumidor. Desgraciadamente casi siempre sólo las personas que tienen muchas conexiones y poder logran estar en esas plataformas porque son espacios muy difíciles de adquirir o simplemente es un círculo muy cerrado”.
Las prendas de Liz son creadas bajo un enfoque sustentable y responsable, de bajo consumo de agua y de upcycling, donde se busca innovar con textiles de distintos orígenes naturales y reutilizados para darle una segunda vida a otras prendas. Al momento de diseñar se encuentra siempre en la disyuntiva del amor al arte o la venta del producto. Cuando las tendencias y el éxito se ven marcados por alguien más la creatividad se ve comprometida.
Cerrada, fría, anticuada y elitista, parecen ser los adjetivos que ante la mirada más joven se ha descrito la industria de la moda, no solo en México sino en el mundo. Un espacio creado para unos pocos y que abre a muy pocos sus puertas. Aunque en algún momento el brillo cegaba y embriagado por promesas bellas muchos se sumergieron en sus aguas, hay que recordar que no todo lo que brilla es oro.
Los testimonios antes mencionados no completan lo difícil que es crecer en la industria. Acceder a los puestos más altos en cualquier espacio laboral o tomar el riesgo de emprender es imposible para muchas personas en el país, muchas veces el éxito disfrazado falsamente de trabajo duro es en realidad una buena agenda de contactos y dinero.
Cada año se gradúan cientos de estudiantes de distintas carreras con la esperanza de triunfar y de ser una persona que pueda ocupar estos espacios, jóvenes con el sueño de hacer fotografía, styling, diseño, periodismo, editoriales y vivir de lo que aman, pero se encuentran con la puerta transparente cerrada, un mundo que puedes ver pero no tocar. La buena noticia es que estas personas no se quedan con los brazos cruzados, ante una industria que por años ha sido hermética se crean nuevos espacios abiertos al diálogo, aprendizaje, creatividad y diversidad. Poco a poco la moda en México avanza hacia un futuro diferente e inclusivo. En la nueva moda, las personas no esperan a que el conjunto de la vitrina les quede. Por qué conformarse con lo que hay cuando tú mismo puedes hacer el vestido.
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