El lexicólogo Joan Corominas afirma que el término se transformó en el actual ‘disfraz’ y ganó la connotación de “desfigurar” y “engañar”. El catalán fue la primera lengua que aplicó este vocablo (‘disfressa’) para designar a los trajes que se utilizaban en las fiestas del siglo XIX. 

Las máscaras suelen estar relacionadas al acto de disfrazarse, y es interesante que el término viene del árabe, de la palabra ‘máshara’, que significa “bufón” o “payaso” y que se usaba para referirse a un intento de burlarse de la realidad.

Los registros del gozo de la humanidad por los disfraces es muy antiguo, se dice que los Romanos ya hacían uso del disfraz desde las Saturnales, fiestas paganas en honor a Saturno, dios de la Agricultura y la cosecha. Ésta celebración tenía lugar entre el 17 y el 23 de Diciembre, en la época más oscura del año (donde el sol salía más tarde y se ocultaba más temprano)

En estas fechas terminaban las labores agrícolas, así el trabajo de los campesinos y esclavos disminuía. Además, los romanos hacían banquetes y se reunían con familiares y conocidos para intercambiar regalos. A los esclavos se les permitía vestir prendas de sus amos y ser atendidos por los mismos sin castigo alguno. Posteriormente estas fiestas dieron lugar a lo que ahora conocemos como Navidad.

Otro antecedente del uso del disfraz fue en el Samhain, el año nuevo celta. Fiesta que daría lugar al festejo actual de Halloween gracias a las migraciones de irlandeses a Estados Unidos. De acuerdo al American Folklife Center de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, los celtas no solo se reunían alrededor hogueras para rendirle tributo a los dioses con sacrificios animales sino que también se disfrazaban con pieles para confundir a los espíritus y evitar posesiones.

Además se cree, que con máscaras y las caras maquilladas, personificaban a los muertos durante la celebración. También estaba permitido que las mujeres se vistieran de hombres y viceversa, puesto que los convenios sociales se anulaban en estas fiestas. En el siglo VII, el papa Bonifacio IV decretó el 1 de noviembre el día de Todos los Santos.

La víspera de Samhain continúo con su festejo con hogueras y desfiles, más tarde su nombre cambiaría a All Hallows Eve, que terminaría en lo que actualmente conocemos como Halloween.

Otro ejemplo de celebración con disfraces es el Carnaval, que parece tener origen en las fiestas paganas, como las que se realizaban en honor a Baco, el dios romano del vino, las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del toro Apis en Egipto. Este festejo es una mezcla de disfraces, coplas, desfiles y fiestas en las calles. Actualmente hay carnavales por todo el mundo, entre los más conocidos se encuentran el de Río de Janeiro y el de Venecia.

Aunque alrededor del mundo los motivos de festejo cambian y sus nombres también, el uso del disfraz y las máscaras, otorgaba al portador el privilegio del anonimato y la permisividad para disfrutar estos días en los que el orden cambia.
Personalmente creo que el disfraz es la materialización una extensión de una parte de la propia personalidad saliendo a la luz y que nos permite darle rienda suelta a ese alter ego en pro de la ocasión en que se use. Me gustaría saber, ¿Qué sentimiento despierta en ti disfrazarte? ¿Crees que nuestros outfits diarios sean un disfraz de bajo rango?