Recuerdo tener 13 años y estar sentada frente a la pantalla de mi computadora de escritorio aprendiendo de (en ese entonces) mi gurú de la moda YouTube, podía pasarme horas viendo videos sobre: ¿Cómo vestirte si eres bajita?, ¿Qué tipo de corte es para tu rostro?, ¿Qué colores NO usar si eres morena? Todos estos temas los estudié en los inicios de mi adolescencia, y al estar consiente de todas estas “reglas” comencé a limitarme y ya no usar mis jeans favoritos porque el color “no me quedaba”. Siempre me atrajo la moda, sin embargo, en ese entonces solo se me permitía el acceso a esta limitada versión de ella.

Por mucho tiempo nos han vendido la idea que la moda es para verse “bonitas”, es para “encajar”, es para que el término “fashion victim” nunca llegue a ti; sin embargo hoy comprendo que todos estos años por muy irónico que suene, fuimos nosotras las verdaderas víctimas de este ideal tan superficial de la moda, porque a través de estas “reglas” nos han adoctrinado a ver el vestir como algo muy cuadrado, algo que se limita a validarte solo por tu “tipo de cuerpo”, cuando en realidad el simple hecho de tener un cuerpo ya es suficiente y adornarlo debería ser considerado como un placer en vez de una condena. Nos han alejado de nuestra individualidad y expresión, al reprimirnos para que tu verdadero yo, no incomode a nadie.

Fue hasta hace poco que inicié mi carrera en diseño de moda, que pude comprender que este adoctrinamiento nos ha venido limitando por un largo periodo de tiempo; que, si eres alta, tienes que verte más bajita, que, si eres delgada, tienes que tener “más cuerpo”, y la lista es interminable, nos hicieron creer que nunca fuimos suficientes, presionan a estar en esta constante búsqueda de la perfección, de lo inexistente. Se concentran la atención en “¿Qué se ve bien?”, y la desvían de la pregunta verdaderamente esencial: “¿Cómo me siento yo?”.

Esta visión de la moda predominantemente patriarcal pretende hacer encajar a la fuerza todos los cuerpos en un solo estándar y reprime la expresión individual. Cabe aclarar que hay muchas personas que siguen estas reglas y se sienten bien con ello, y no estoy invalidando su postura, la problemática a la que me dirijo radica cuando un individuo decide usar la moda como forma de expresión y es criticado porque no cumple estos estándares.

No hay acto más rebelde que el vestirte para ti mismo, el ponerte esa prenda que todo el mundo dice que no te queda, pero tú la amas, porque la única regla que deberíamos seguir es: “si te gusta cómo te sientes, es suficiente.”

Por mucho tiempo nos escondieron el verdadero poder que guarda esta industria, más allá de solo vestirse y expresar, la moda en realidad es este motor de cambio e influencia política, social y económica, más allá de solo verla como un espacio de glamour y fiestas hay muchos más aspectos críticos de esta disciplina y al adentrarnos en ellos comprendemos más de nuestro entorno.

La moda es y ha sido un reflejo de la historia, de la sociedad y de los ideales por los cuales ha pasado la humanidad. Es una disciplina tan presente en ámbitos sociales y políticos que un ejemplo muy sencillo que puedo darte es que el hecho que tu vestido tenga bolsillos fue gracias a un cambio social, el trasfondo en la moda es inmenso y los temas a tratar interminables, es por eso que debemos verla como algo digno de filosofar, tener en cuenta que la moda no es solo vestir y verse bien, es y ha sido un medio de comunicación y de expresión a través de los años.

Seamos voceros de la importancia social y política que tiene la industria, comencemos a verla como este motor de cambio que nos permite ser partícipes de algo mayor, comencemos a reconocer nuestros privilegios y a partir de ellos abrir campo para democratizarla, comencemos a explotarla desde este sentido de cambio, que se deje de ver como un espacio para “unos cuantos” y se comience a reconstruir a partir de una filosofía inclusiva que abraza la diversidad y la expresión individual.