Muchos millenials se podrán identificar con la gran distinción que se formó entre la brecha del machismo cultural arraigado al corazón de nuestro México y el comienzo de la aceptación del feminismo y la liberación femenina. Las nuevas generaciones nacieron en ese cambio, sin embargo nosotros lo vivimos. Crecimos con nuestros padres pensando de esa manera, lanzando castigo juicioso a lo que fuese diferente. Crecimos con las miradas desafiantes, los comentarios hirientes y lamentosa vergüenza por ser los únicos que pensaban distinto en un país donde la regla era bajar la cabeza y pretender que lo de siempre es lo “correcto”.
Me impresiona lo mucho que hemos avanzado en esta lucha. Por si no lo habían notado, hace diez años no era usual hablar de lo común que es la cultura de violación en comunidades indígenas, o la extrema cantidad de feminicidios que se dan en el país. Hace diez años era de lo más común que tu papá dijera que pareces prostituta por querer usar falda corta; o que tus familiares te acosaran con preguntas sobre novios y bebés a una edad que ni siquiera sabes que quieres de la vida misma; o que extraños externaran su opinión sobre lo mal que es que una mujer tenga sexo y lo disfrute. Si te suena familiar, es porque eso no ha cambiado. Siguen existiendo quienes piensan que la mujer no es más que un objeto que sólo nació para crear vida pero no para vivir. Y antes de que se depriman por esa cruda realidad, quiero recordarles que el cambio existe y está en todxs nosotrxs.
En quienes salen a marchar pacíficamente y las que protestan con gritos y pintas. Las mujeres que tomaron la CNDH cómo respuesta a un gobierno que no las escucha, y los hombres que han reconocido su machismo y pretenden cambiarlo.
La realidad en la cual hemos vivido por siglos está en medio de un cambio radical. El futuro de México está en manos de nuestras generaciones. Y, aunque es triste escuchar a muchas personas de mi edad que siguen anclados en una cultura tóxica fundamentada en el machismo, me da mucha alegría ver a personas cercanas madurando y aprendiendo que la realidad es otra. Amigxs que hace cinco años pensaban que la brecha salarial entre hombres y mujeres no existía, hoy se dan cuenta que la inequidad de género va más allá de la sola experiencia personal que pudiera tener un hombre con una mujer por jefe.
Me alegra ver que ahora se habla del impuesto rosa no como un mito, sino como la realidad que es. Y me emociona que el sexo ya no es tema de un sólo género, que ahora se habla de la importancia del placer femenino sin censurar palabras como vulva, masturbación y orgasmo.
El cambio en la ideología de las personas se ha dado porque lo hemos concientizado. Ya no permitimos que el juicio nos silencie, más bien gritamos lo que hemos vivido por siglos y seguimos viviendo día a día. Actualmente, a nivel global y en nuestro propio país, continúa el esfuerzo hacia el cambio. Un futuro incluyente, con oportunidades equitativas para todos sin importar raza, religión, credo o género. Un futuro feminista.
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