Tengo que comenzar este artículo con un disclaimer, porque ya veo a mis amigas escribiendome que qué hago hablando del cine de terror si soy la mujer más coyona del mundo. Es más, para que entiendan mejor les confesaré una cosa, mis amigas hacían hábito de no decirme qué veríamos en el cine cuando tenían ganas de ver una película de miedo y, casi siempre, después de intentar aguantar un rato los sucesos paranormales de la pantalla, terminaba saliendo de la sala. Pero con el paso del tiempo he cambiado un poco… Aunque no exageremos, aclaro, jamás en la vida me verán viendo “Anabelle”, “El Conjuro” o algo similar, pero las películas de suspenso y terror de los años 90 se han convertido en uno de mis pasatiempos favoritos de la cuarentena.
No sé por qué, ni cómo pasó, pero un día de la nada me agarré a hacerme un maratón de este tipo de pelis. Comencé por “Scream”, la de 1996 y con la que Wes Carven cambió el panorama para las películas de horror. Es más, en mi punto de vista las democratizó al mismo tiempo que creó un nuevo manual de uso para los largometrajes slasher. Vamos, cada uno de sus minutos han sido analizados y adorados por miles, pero como amante de la moda, tengo que admitir que los estilismos de esta, y muchas otras películas del género, también merecen la propia atención.
Ahora, empecemos por la película en cuestión y por su villano. Seamos sinceras, el hecho de que la máscara de Ghostface sea tan genérica y tan simple es parte de lo que hace a la comunidad entrar en pánico, porque puede ser cualquiera, porque se puede comprar en cualquier tienda de “a dólar”, porque encontrar quién está detrás de ella es algo que se alargará, a veces, hasta el último minuto de la película. Pero a veces, los villanos son menos obvios, a veces se visten de la chica más sexy de la escuela, como en “Jawbreaker”.
Admitiré que éste es uno de mis thrillers preferidos de la época, porque los arquetipos están tan marcados y se mezclan entre sí dándole un giro a lo que ya conocíamos. En primer lugar, la chica inocente y súper femenina, que normalmente se convierte en la final girl, es la primera víctima. En segundo, porque los colores vibrantes que caracterizan a las cuatro chicas dan en el clavo del camp que representa esta película. Pero si hay algo que la diferencia es que rompe con el estereotipo de que si eres la chica sensual estás destinada a morir.
Y es que, si algo tienen los slashers noventeros es que disfrutan de resaltar la dicotomía de la chica buena y la chica mala. Pensemos en “Scream” otra vez, la primera vez que vemos a Sidney Prescott en su habitación ésta lleva un camisón largo de flores, mega inocente y virginal… *pretends to be shocked* y sus estilismos a lo largo de la peli resaltan que Sid es un chica que se viste para el confort; sí es un icono noventero, pero del minimalismo y los look effortless. Mientras que si la comparamos con Tatum, a quien veíamos en minifaldas, botas de plataforma, crop tops y pantalones ajustados, está claro que Carven cimentó el cliché de que las chicas que se visten de manera reveladora al final de la historia son castigadas.
Es más, si nos pasamos a “Sé lo que hicieron el verano pasado” las reglas continúan. Jamás olvidaré la evitable muerte de Sarah Michelle Gellar. ¡El desfile estaba a lado! ¡El vestido lencero verde esmeralda tan hermoso! ¡Sus tirantes de brillitos! ¡Bañado en sangre! *cries in fashion lover lesbian* Bueno, olvidemos mi dolor y ahora imaginen a Julie, personaje de Jennifer Love Hewitt, ¿a que su guardarropa se inclina tanto por el confort como el de Sidney o el de Laurie Strode de Halloween? Y es que ella es la final girl, la que lleva el suéter blanco o de color claro (por obvias razones ¿acaso creías que era una simple elección? pues no amiga, es para que la sangre resalte todavía más en pantalla), con jeans o pantalones y un par de botas chunky (porque comodidad y estilo sobre todas las cosas) bañados en sangre y que se planta enfrente del villano y le da su merecido.
Puede que los villanos de estas pelis sean uno de los elementos visuales más recordados de la década de los 90, pero lo cierto es que todas las badass chicks que salen en estas pelis se llevan la gloria.
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