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¿Qué es el Pretty Privilege?

Por Cinthya Roura

Hace casi tres años en una clase de fotografía salimos del salón de clases con nuestro profesor para (a la Bill Cunningham) capturar el estilo de las personas. Tomar nuestras cámaras y salir a la calle a fotografiar a extraños era algo que ni mis compañeras ni yo habíamos hecho antes y era más que obvio. Estábamos super nerviosas de las caras que nos podrían hacer o incluso que se pudiesen enojar por apuntar nuestra cámara hacia ellos. Nuestro profesor nos aseguró que probablemente nadie se iba a molestar, nos dijo que nuestra apariencia física nos ayudaba bastante.

El pretty privilege era algo en lo que no pensaba hace tres años y muy probablemente lo tengo más presente ahorita porque estamos en medio de una cuarentena que parece no tiene fin y mi mente trabaja a mil por hora.

En términos generales, el pretty privilege habla del sesgo que tenemos en favor de personas “atractivas” y cómo éste puede hacer que dichas personas se vean beneficiadas por la sociedad y por ende accedan a mejores oportunidades en sus vidas. Si los estándares de belleza cambian constantemente y están basados, la mayoría de las veces, en facciones eurocéntricas, es más que obvio que la mayor parte de la población no se ve beneficiada por este privilegio.

Janet Mock, autora y activista trans, escribió para Allure: “La belleza es la mayoría de las veces sinónimo con ser delgado, blanco, sin discapacidades, y cis, y entre más te acerques a dichos ideales, es más probable que seas percibido como bello y te beneficies de esto”.

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En una sociedad en donde la belleza esta relacionada a la “blancura”, las personas que son pertenecientes a dicho grupo o que pueden pasar como tal, son muchas veces puestos en pedestales, idealizados solamente por asemejarse a los ideales occidentales. Resultando así en mayor popularidad tanto en la vida real como en redes sociales.
Y no estoy diciendo que el mérito, estudios y talento no influyen a la hora de buscar un trabajo por ejemplo. Pero el simple hecho de ser hegemónicamente atractivo ya te suma puntos al ser entrevistado. De acuerdo a un estudio realizado por Florencia López Bóo, las personas percibidas como atractivas reciben 36% más entrevistas de seguimiento que su contraparte. Otro estudio publicado en el 2006 por el American Economic Review, habla de cómo cuando alguien es “agradable a la vista” es mucho más probable que lo asociemos a características como inteligencia, salud, y sociabilidad. Este mismo estudio habla de cómo este sesgo cognitivo inicia desde que estamos en preescolar: a los niños vistos como “lindos” se les da más atención e inclusive son favorecidos de manera inconsciente por sus profesores. Esta atención extra puede resultar en mejor rendimiento académico y confianza a largo plazo.

Hay toda una rama de la economía dedicada justamente a esto: Pulchronomics, el estudio de la economía del atractivo físico. Economistas como Daniel Hamermesh en su libro Beauty Pays, han encontrado que personas consideradas atractivas tienen mayores salarios, y prestaciones. Esto significa que por el simple hecho no cumplir con un estándar de belleza, nuestro sueldo se puede ver disminuido aún más de lo que ya se ve afectado por “nuestra condición” de ser mujeres.

Todos sabemos que la belleza es subjetiva. Pero si ya hay ciertos estándares que nos dicen quién es bello y quien no, entonces desde el día uno de nuestras vidas estamos siendo ya sea beneficiados o afectados por ellos. Si la atención y oportunidades se les dan a quienes son atractivos, entonces es casi seguro que dichas personas desarrollarán mayor confianza en si mismas y por ende resulten en adultos con mejor autoestima. ¿Y qué pasa cuando tienes buen autoestima? Accedes a mejores oportunidades, tienes relaciones interpersonales más sanas y en general es probable que alcances la mayoría de tus metas.

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El mundo ha ido evolucionando y los estándares de belleza también lo han hecho (hasta cierto punto). Pero no podemos negar que en América Latina, por ejemplo, aún y cuando en nuestra mayoría ya no somos colonias de países Europeos, tenemos aún la idea de que lo “Europeo” es mejor.

El pretty privilege lo hemos visto (y normalizado) cada vez que íbamos a un antro y solamente dejaban pasar a ciertas amigas y a otras no, también cuando tienes más seguidores en Instagram por tu apariencia, cuando en la tiendita de la escuela te fiaban las cosas, cuando te regalan alguna bebida o postre en tu restaurante favorito, cuando asumen que estudias o te dedicas a algo estereotípicamente femenino (en el caso de las mujeres) o cuando entras a TikTok o Instagram y ves un sin fin de personas con belleza arquetípica.

El pretty privilege es una realidad que muy probablemente no podamos erradicar a corto plazo, pero ¿qué podemos hacer al respecto? Podemos iniciar con aceptar que jamás vamos a poder encajar en el estándar de belleza, simplemente por el hecho de que cada uno de nosotros viene de contextos distintos. La clave está en aceptar que nuestras diferencias son lo que hacen de este mundo mucho más enriquecedor. La “belleza” no debería de ser un factor determinante al momento de evaluar a alguien, sino que hay un sin fin de características mucho más importantes como la empatía, solidaridad, respeto y honestidad que deberíamos de ver como prioritarias en cualquier ser humano. Al final del día, la manera en que nos vemos va cambiando con los años, pero nuestra personalidad, esencia y cómo hicimos sentir a las personas que nos rodeaban, son la razón por lo que seremos recordados.

Instagram: @Cinthya.roura

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