Escribo esto con bastante gracia, ya que ¡hace año y medio me comprometí! Y todo indica a que este mismo año me caso, y aunque estoy muy feliz por lo que será el inicio de una nueva etapa en mi vida, no puedo evitar escribir sobre lo que he escuchado a muchxs personas (en especial amigas cercanas) expresar acerca del “castigo infernal” que es la soltería. Verdaderamente, no lo entiendo. Al remontarme a mi etapa de soltera no puedo evitar sentir nostalgia por lo mucho que llegué a vivir y experimentar. Todas las grandes aventuras, las noches largas con amigxs, la despreocupación y libertad de ser uno contra el mundo. No me malentiendan, es muy hermoso poder compartir tu tiempo con una pareja que te hace sentir feliz y pleno; sin embargo, la soltería no está nada lejos de algo similar. Estar soltero (a diferencia de lo que muchos piensan) no es significado de ser miserable, y no tiene porque serlo. 

Parece muy dramático que algunas personas piensen que el peor castigo en la vida es quedarse soltero, pero les juro que es un miedo 100% real y algo que desde pequeñxs hemos estado condicionadxs a temer. Díganme, ¿a quién no le inculcaron el matrimonio como una de las metas más importantes y absolutas de toda su vida? Esa idea de encontrar al príncipe azul y vivir felices para siempre. Las películas románticas de Hollywood se quedaban cortas de romanticismo y cursilerias. 

No tiene nada de malo creer en el amor, – se los dice alguien con corazón de pollo que se emociona con sólo leer novelas de romance – el verdadero problema no se encuentra en el sentimiento y mucho menos el romance, sino la excesiva co-dependencia creada hacia ello. 

Por mucho tiempo, la sociedad nos ha enseñado a ligar una parte de nuestro valor personal a que alguien más nos ame y desee. Crecimos pensando que llegar a los treinta, soltera y sin hijos era estar “quedada”, y que después de esa edad era imposible encontrar quien te amara. Incluso ahora, a pesar de encontrarnos en una era donde el papel de la mujer ha evolucionado, no podemos evitar pasar un juicio silencioso sobre las mujeres que no tienen o no han encontrado pareja. Es ridículo pensar que el amor tiene fecha de caducidad; o aún más, que el tener pareja mágicamente incrementa nuestro valor como personas. Tristemente, nosotrxs mismxs continuamos colocando esa importancia en el ideal perfecto de una relación, cuando la  realidad es que una relación perfecta no existe. 

Les soy honesta, nunca entendí la idea del matrimonio como meta. Cuando escuchaba a alguien expresar que su sueño de vida yacía en casarse, pensaba “En serio, ¿no se les ocurre algo mejor?”. Siempre idealice mi soltería porque era mi realidad y pensaba disfrutarla, fuera efímera o eterna. 

Ahora entiendo que todos tenemos sueños y expectativas distintas en la vida, sin embargo  algo que esta generación ha tenido que aprender, es olvidar los conceptos tóxicos que por muchos años fueron base de la sociedad en que vivimos. Pensar en la soltería como castigo es uno de esos conceptos que necesitan cambiar. 

“Abraza esta etapa de tu vida, pues es sólo eso … una etapa.” – Women in the Mix

Estar solteros no es para siempre, ¡o tal vez sí! Y no hay nada de malo en ello. Estar en una relación no debería ser algo que se busca por estar aburrido o solitario, es una etapa a la que llegas – muchas veces de manera inesperada. Aprender a amarte antes de entrar a una relación te permite dar lo mejor de ti, al igual que esperar recibir lo mejor de tu pareja. Y amarte por sobre todo, tal y como eres, solo o acompañado, es lo mejor que puedes hacer en el camino del amor propio. 

Creanme, no puedo darles mejor consejo que el disfrutar estar solteros. ¡Bailen, vivan, gozen solos! Tienen toda una vida para estar acompañados, y relativamente poco tiempo para realmente disfrutar quienes son. Be your own best friend, y ámense mucho.