El día de hoy se cumplen 20 días en el año que pensamos salvaría nuestras vidas del caos y la tragicomedia que fue el 2020. Creo que está de más decir que esos dígitos de ahora en adelante representan para nosotros un momento histórico que no vamos a desear recordar con nuestros futuros nietos, sin embargo, así como se dice en toda foto motivacional de Pinterest: después de la tormenta, siempre sale el sol. Siendo la tormenta el 2020 y el sol el 2021, la moda, como suele hacerlo, nos viene a demostrar cómo, y hacia dónde, se pone a brillar la sociedad. Y debo admitir que estas tendencias previstas me dieron una grata sorpresa al ser tan representantes de las emociones y estados mentales de aquellos que sobrevivimos dicha tragicomedia.

Hace un par de semanas me topé con un artículo de Vogue titulado “It’s 2021, But Should You Dress Like It’s 2011?” (lo cual se traduce a “Es 2021 pero, ¿deberías vestirte como si fuera el 2011?). El título llamó mi atención ya que, honestamente, yo no tenía idea de qué estaba usando en el 2011, así que quise ver si me podía identificar con algo. Resultó que ni una de las tendencias realmente representaba lo poco que recuerdo haber usado en ese momento ya que en esa época lo que yo amaba portar eran camisetas de Bob Esponja y jeans a la cadera, una historia que les contaré en otro momento. En cuanto al tema social, tampoco pude recordar al 100% qué sucedía como para que retumbaran lo suficiente para plasmarse en la moda; yo era una pequeña ingenua en preparatoria que aún pensaba que a los 25 estaría casada y viviendo en Nueva York (tan ingenua). Sin embargo, al verlo con los ojos de una mujer de casi 26 que no está ni casada, ni viviendo en Nueva York, entendí el patrón del cual se trataba el artículo. Lo que la escritora Steff Yotka comentaba era que gran parte de las tendencias de moda que se vieron en el 2011, las veremos en el 2021 todo gracias a los años que los precedieron. Por ejemplo, en el 2008 ocurrió una recesión económica tan fuerte que una inmensa cantidad de personas perdieron sus hogares. Claro está que cuando la economía va mal, lo último que la gente decide hacer es comprar ropa, por lo que se notó una ola de tristeza y escasez sobre la misma. Pero una vez que las finanzas de las personas se resolvieron, la moda tuvo lugar en sus vidas de nuevo. Entra el 2011 y se pueden ver colores vibrantes y llenos de alegría en las pasarelas; eran prendas que aseguraban abrillantar el día de quien las usara con una combinación de color la cual era inmaculada y libre de miedo. Fue una manera de resucitar de las cenizas de las paletas de colores grises para poder decir “sobreviví y estoy listo para lo que venga”. Esa expresión personal que se busca en la forma de vestir se fusionó al grado que países enteros declaraban haber salido adelante de la crisis económica. 

Ahora, entrando al 2021, los colores vibrantes están de regreso. Una vez más las pasarelas nos demuestran que la vida sigue y la esperanza es lo último que muere. Es la forma de representar la resiliencia del ser humano ante problemáticas serias, como lo es una pandemia, para ahora decir “aquí seguimos, encerrados, pero vivos”. En mi opinión, no hay nada más esperanzador que regresar a ver trajes sastres de color rojo con camisas amarillas ya que me dan la seguridad que necesito para aplicar a ese trabajo que tanto deseo y tener la certeza de que lo voy a obtener. Ver las prendas llenas de vida me recuerdan que existe algo más allá de un encierro por una pandemia. Son una demostración de que verdaderamente el sol sí sale después de la tormenta.

Con esto podemos aprender de que, más allá de que las tendencias se repitan, hay situaciones económicas, políticas y de salubridad que vienen a revolucionar los tiempos en los que vivimos para simultáneamente ser representadas en la moda. Es a través de ella que comunicamos lo que vivimos sin la necesidad de hablar y es este 2021 que la gente decide presentar esperanza de que, después de todo, esa etapa oscura que vive el mundo entero va a terminar.