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Es enero y la lucha contra la diet culture comienza

Por Natalia Rodríguez

Estamos a punto de concluir enero, el mes perfecto para planear los propósitos y metas del año, lo cual representa la oportunidad perfecta para que la cultura de la dieta, a través de miles de técnicas de mercadotecnia y difusión social, se apodere de nuestras vidas un año más. Oficialmente, ha terminado el maratón “Guadalupe-Reyes”, que se caracteriza por una gran variedad de comidas deliciosas para celebrar las fechas decembrinas. Sin embargo, desafortunadamente, el mundo ha decidido categorizarlo como una temporada de “excesos” y “descontrol”. Es irónico que una época que fue pensada para agradecer y pasar el tiempo con la familia y amigos acabe por ser un periodo de culpa, donde nos arrepintamos de las decisiones tomadas en relación con la comida en los momentos que tanto disfrutamos. Es justo aquí donde nos encontramos en nuestro punto más vulnerable para ser susceptibles a cambiar las formas de nuestros cuerpos. “New year, new me”, programas online para bajar de peso en oferta, mancuernas en el “Te puede interesar” en nuestro perfil de Amazon; estas son solo algunas formas en las que la diet culture nos vende la idea de una vida más “feliz” y “saludable”, a través de todos los medios de comunicación.

Desentrañando la diet culture

Disfrazada de ser la “solución para vivir una vida sana y feliz”, la cultura de la dieta es un sistema de creencias en donde los cuerpos delgados son los más ideales, valiosos y “saludables”. Además, propone que comer de cierta manera es “bueno” o “malo”, implicando que el valor de una persona se basa en su peso e imagen corporal. La cultura de la dieta no habla de una sola dieta en específico, no es un plan alimenticio particular, o programa, protocolo, lifestyle change, o reset.  Son también los détox y cleanses, que demonizan ciertos alimentos y elevan otros. Son los comentarios gordofóbicos, que están presentes en las redes, series, música, películas, e incluso, en nuestras conversaciones habituales. Son los “consejos” de tus familiares de adelgazar para poder conseguir pareja (que también es misógino). Son las ideas erróneas de que perder peso es igual a tener salud y curar enfermedades. Son incluso los métodos que se hacen llamar “anti-dieta” para perder peso, en sus cientos de presentaciones (que por supuesto, también es una dieta).

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Entonces, ¿cuándo es una dieta?

Para resumir, un programa, método o plan, es una dieta cuando: 1) alaba los cuerpos delgados y musculares, incluso de manera sutiles, como imágenes; 2) promueve la pérdida de peso y remodelar el cuerpo para obtener un mayor estatus moral, social y/o de salud; 3) categoriza alimentos o grupos de alimentos como “buenos” o “malos”; y 4) si contribuye a la opresión de las personas que no concuerdan con esta imagen de “salud y bienestar”.

Hablando con datos, ¿por qué las dietas no funcionan?

La diet culture nos vende la idea de que perder peso está dentro de nuestro control, cuando en realidad no lo está. Incluso cuando perder peso a corto plazo es posible, a largo plazo no lo es. Esto es por la diversidad de cuerpos que existe en el mundo.  Es el hecho de que nuestros cuerpos vienen naturalmente en todo tipo de formas y tamaños, así como vienen en diferentes alturas, colores de piel y todas las demás características que nos hacen ser humanos tan diferentes y únicos. Además, existen décadas de información científica que demuestran que, el 95% de las veces, los cuerpos de las personas se resisten a perder peso intencionalmente. Las personas que pierden peso y lo “mantienen”, lo hacen, generalmente, al dejar que los pensamientos y comportamientos en torno a la comida y el peso se apropien de sus vidas, al punto en el que estas historias de “éxito” son comparadas por científicos investigadores con la anorexia nerviosa crónica. De hecho, en muchos casos estas personas tenían un cuerpo más grande, lo hicieron más pequeño a través de la dieta, al punto de estar dentro del IMC (Índice de Masa Corporal) “normal”, y entonces la sociedad considera que este comportamiento es “saludable”, cuando en realidad es desordenado.

Alimentarse intuitivamente, el llamado de nuestros cuerpos a ser escuchados

Intuitive eating es una filosofía en torno a la alimentación, donde la persona se vuelve experta en su propio cuerpo y sus señales de hambre. Esencialmente, es lo opuesto a una dieta, ya que no impone guías ni restricciones de qué comer y cuándo comerlo. Es un estilo de alimentación que promueve una relación saludable con la comida y la imagen corporal. La idea central se basa en comer cuando tengas hambre, y parar cuando estés satisfecho. A pesar de que este es un proceso natural de nuestro cuerpo, muchos de nosotros no podemos reconocerlo, en gran parte por la cultura de la dieta en la que nos vemos inmersos. Confiar en las dietas y en los “expertos” sobre qué, cuándo y cómo comer puede llevarnos a desconfiar en nuestros propios cuerpos y en su intuición.

What Is Diet Culture? The Reasons Why Diet Culture Is Toxic

10 principios del Intuitive Eating

1. Rechazar la diet culture: significa alejarse de todas las dietas, en cualquiera de sus presentaciones, que prometen perder peso de manera rápida, fácil y permanente, adorando los cuerpos delgados y rechazando los que no encajan con esa imagen.

2. Hacerle caso al cuerpo cuando tenemos hambre: mantener nuestro cuerpo alimentado y con la suficiente energía para funcionar nos evita correr el riesgo a comer en exceso (que tampoco deberíamos de sentirnos culpables cuando pasa de vez en cuando).

3. Hacer una tregua con la comida: tener categorizados ciertos alimentos como “prohibidos” puede llevarnos a tener pensamientos intensos de restricción, que se convierten en antojos incontrolables y, eventualmente, en binge eating.

4. Retar a la policía de la comida: tenemos que cancelar todos los pensamientos que declaran cosas absurdas sobre la comida, los cuales se encuentran profundamente en nuestro subconsciente y nos hacen sentir mucho peor sobre nosotros mismos.

5. Descubrir el factor de satisfacción: con nuestras vidas tan ajetreadas y la influencia de la diet culture, solemos olvidarnos de uno de los regalos más importantes de nuestra existencia —el placer y satisfacción en la experiencia de comer.

6. Escuchar cuando estamos satisfechos: tenemos que poner atención en las señales que nos dice nuestro cuerpo de que ya no tenemos hambre.

7. Afrontar nuestras emociones con bondad: la ansiedad, aburrimiento, depresión y enojo son algunas de las emociones que experimentamos en el transcurso de nuestra vida; y la comida no solucionará ninguna de estas. Comer emocionalmente es un signo de que algo no está bien con nuestra salud mental, y tenemos que tratar la fuente de esta emoción con paciencia.

8. Respetar nuestros cuerpos: tenemos que aceptar nuestros cuerpos sin sentir remordimiento (sin duda un acto de revolución social). Así como es absurdo pensar en comprar zapatos talla 5 cuando somos talla 7, es igual de absurdo tener la misma expectativa sobre el tamaño de nuestros cuerpos. Todos los cuerpos son válidos, y merecen ser tratados con respeto y dignidad.

9. Movimiento, hacer algo que disfrutemos: olvidémonos del ejercicio como un castigo, en lugar de eso, busquemos un tipo de actividad física que nos entusiasme y que disfrutemos verdaderamente. Cambiemos el “chip” de cuántas calorías estamos quemando, y mejor enfoquémonos en cómo se siente mover nuestro cuerpo.

10. Valorar nuestra salud: una vez que hayamos interiorizado estos principios, se vuelve mucho más sencillo escuchar qué es lo que nuestro cuerpo quiere y necesita. A veces podrá ser una ensalada, un caldo de pollo o un pastel de chocolate; el punto es lo que comemos de manera consistente con el paso del tiempo.

Más que una lucha individual, esta es una lucha social

Entonces, con la alimentación intuitiva habrá personas que bajarán de peso, otras subirán y otras se mantendrán en su mismo tamaño. La cuestión es que sus cuerpos así lo querían y necesitaban, y es algo totalmente natural y válido. Como ya sabemos, la diversidad de tamaños existe, y es algo hermoso. Sin embargo, la mayoría aun no lo comprende, y es aquí donde esto se vuelve un problema social. Tenemos, como sociedad, la responsabilidad de que todos nos sintamos seguros y valiosos, sin importar el tamaño de nuestros cuerpos. En el momento en el que todos nos sintamos merecedores de respeto y derechos humanos, podremos dejar de sentir esa presión tan internalizada de encoger nuestros cuerpos, y así poner atención en cosas que son más importantes en nuestras vidas. La diet culture nos roba nuestro dinero, nuestro bienestar, nuestra felicidad, nuestras vidas, y no nos da nada a cambio a largo plazo. Es hora de luchar juntos contra estas presiones tan absurdas, para que un día podamos sentirnos totalmente cómodos con nuestros cuerpos, sin importar su forma o tamaño, y vivir de manera segura, cómoda, digna y feliz.

Instagram: @natalia.rodcha

 

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