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reflexión

Un recuento -y algunas reflexiones- de la Semana de la Alta Costura en medio de una pandemia

Por Alina Tijerina

Durante la semana pasada comencé a analizar las pasarelas de la Haute Couture Week (semana de la Alta Costura) y me percaté de que entré buscando representaciones de la situación que el mundo está viviendo actualmente. Tenía la vista sesgada a que toda la industria de la moda debía estar perfectamente alineada con la sociedad para darnos una imagen que pudiera relacionar y así demostrar una vez más que la moda tiene un impacto sociológico. Fue un impulso por querer hacer de la Alta Costura parte del grupo de personas que están sufriendo una pandemia y no tomarlo por lo que es, y siempre ha sido, un nivel tan elevado que solo un porcentaje de la población lo puede alcanzar. 

La ropa de Alta Costura se encuentra en un estado de privilegio tan alto que puede ser visto como arte puro y nada más, no como prendas que eventualmente se podrían portar. Pero cuando comencé a ligar los fashion films con las pasarelas, noté algo curioso: los diseños eran bastante accesibles. Esto no lo digo en un nivel económico, sino en uno social. La representación de los tiempos que vivimos estaba presente de una forma que no esperaba, como una forma de decir “sabemos lo que está pasando, y esta es nuestra respuesta”. Así como la gente lleva a cabo su vida en una pandemia de forma distinta, los diseñadores presentaron su sentir a través de las prendas. Por ejemplo, en algunos fashion films donde se presentaba las colecciones se podían ver a las modelos situadas en una casa. Sus actividades se basan en estar en la sala y moverse a otro cuarto, pero siempre vestidas de Couture. 

Puedo decir que es la primera vez que veo las prendas de colecciones de tan alto prestigio portadas en una casa. Se tomaron muy literal el chiste de vestirse para sentarse en la sala, tanto que esa misma se convirtió en la pasarela. Y es a través de estos mensajes que nos intentan comunicar que Couture también se puede vestir en el sillón de nuestro hogar. Con esto me surge la pregunta: ¿Somos nosotros mismos el enfoque ahora? ¿Podemos decir que realmente el presente nos brinda el momento de vestirnos para nuestro placer y el de nadie más? Porque cuando las alfombras rojas y los eventos de celebridades se detienen, no hay dónde más usar esas prendas más que en la comodidad de tu hogar. O al menos es lo que nos intentan decir. 

Regresando al tema de que las distintas marcas se presentaron como la gente lo hace de forma personal en la pandemia, aquí les dejo un análisis de lo que noté como comportamientos en base a sus diseños. Comenzamos con Fendi, la pasarela que nos deprime recordándonos que no hay eventos a los cuales asistir con sus vestidos de noche sin nada especial, mientras que Viktor & Rolf nos revelan los tiempos en los que vivimos; unos muy locos, muy DIY, pero aún así bellos. Un conjunto de elementos que podría uno encontrar en su hogar para jugar con ello y terminar con un nuevo elemento de diversión y rareza. Lo que Fendi sí logró fue representar un tema muy fuerte en su pasarela, pero no necesariamente en la ropa. El espacio por donde las modelos caminaban era un laberinto de cristal el cual formaba pequeños cuartos donde las modelos se iban a resguardar. Fue una demostración del sano distanciamiento, pero de una forma muy clara y concisa. Vivimos en cajas de cristal cuando todo está expuesto en las redes sociales, pero realmente nadie nos puede alcanzar. Tenemos tanta cercanía con la gente, pero a la vez, una barrera que impide una convivencia honesta. 

Luego tenemos a Chanel, que así como Fendi, nos platica sobre el privilegio que tiene cierta gente de no cambiar su estilo de vida en base a lo que sufre el mundo entero. Gracias a las redes sociales vemos cómo hay gente viajando en una pandemia, cómo no existe un cuestionamiento más allá de “qué bikini me pondré para la playa”.

Pudiendo usar la situación actual como inspiración para su colección, Chanel decidió hacer lo mismo que ha hecho siempre: ropa bonita. Hasta cierto punto considero que tiene una relación tóxica con el tweed ya que está cegada a ver que tal vez, y solo tal vez, la marca y sus clientes se merecen algo mejor. No quisiera que me malentiendan, la ropa bonita no tiene nada de malo. Pero siendo quien es como marca, su alcance debe llegar más allá que comunicar prendas que hemos visto una y otra vez en pasarelas pasadas. Puede ser que en estos momentos anhelamos regresar al pasado cuando todo era normal, pero también es necesario ver hacia el futuro para sentir esperanza de que las cosas podrán mejorar eventualmente. En cambio Dior nos presenta una historia de una mujer que, al toparse con figuras místicas del tarot, se ve forzada a tomar una decisión sobre su vida. La necesidad de buscar paz y respuestas que vemos en el día a día ha llevado a gente a acudir al espacio místico del tarot; podríamos decir que es una necesidad de saber qué pasará mañana para ya no encontrarnos con más sorpresas horrendas. Su ropa es preciosa, no solo bonita, pero es justo ese arte y ese storytelling el cual nos brinda a los espectadores el gozo que es la Alta Costura. 

Mi colección favorita fue la que me obligó a cuestionarme, ¿Somos alta costura? Schiaparelli me hizo sentir que mi cuerpo solito podía ser el accesorio principal. Que no hay necesidad de portar un vestido precioso de noche para sentirme como parte de algo más grande, que yo soy ese algo más grande. Prendas que respetaron sus antecedentes y el nacimiento del arte como tal, pero reinventadas de una forma que el receptor actual pueda entenderlas y apreciarlas. Son justo colecciones como la de Schiaparelli las que yo buscaba al inicio de mi introducción a esta semana de la Alta Costura. Al final del día, no importa que el consumidor común no pueda obtener piezas de las colecciones que mencioné anteriormente, pero sí necesitamos voltear a verlas y sentir algo, lo que sea. Siendo esta la primera pandemia que me toca vivir (y espero la última) esperaba que las colecciones fueran gritos y explosiones de arte que reflejan el sentir de la población mundial. Un poco ambicioso de mi parte, lo sé, pero no me decepcionó. La semana de la Alta Costura 2021 me deja llena de educación introspectiva y lista para ver lo que brindará la moda el resto del año.

Instagram: @Alinatijerina

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