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¿Qué está haciendo la moda mexicana para las mujeres en un país feminicida?

Por Gabriela Nava

Sagrario González era una mujer de 17 años que trabajaba como obrera de una maquila en Ciudad Juárez. Fue en una noche de 1998 cuando saliendo de su trabajo desapareció. En el 2020 se cumplieron 22 años de su muerte, el caso quedó impune. 

Feminicidio es la palabra que nació en México y hoy pertenece al mundo, nada de que estar orgullosos. Ya que se creó para poder dar justicia a las miles de mujeres que son asesinadas. En el año 2009  las muertes de Juárez tapizaban la prensa nacional. La legislación mexicana estaba siendo inútil ante las familias que exigen justicia por la desaparición y muerte de sus hijas, madres, hermanas y compañeras. Los años pasaron y los encabezados cambiaron de nombres pero no de hecho, pues en esta tierra mexicana de sol, calor y fiesta, diariamente se derrama la sangre de 10 mujeres.

La moda tiene dos vertientes, en uno de los extremos está la parte del negocio, vender por vender, adornar el cuerpo, cubrirlo de belleza. Del otro lado está su intrínseco valor social. La forma en la que las personas se visten siempre refleja una parte del contexto político y cultural. La ropa tiene la función de una segunda piel que no solo nos protege del mundo, sino que le dice al mismo quienes somos.

Siendo la moda un fenómeno tan social es necesario  preguntarse cuál es su relación con el contexto del país, en otras palabras ¿cómo empatiza la industria de la moda mexicana con la situación de inseguridad y violencia que viven día a día sus mujeres? 

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Mi respuesta inmediata es: nada, lo cual decepciona. Me desgarra el corazón saber que la alta industria mexicana vive otra realidad, que en su México las personas no sufren y aunque poco a poco estos hechos los alcanzan, pareciera ser que su pensamiento viaja a mi siguiente respuesta.

Lo segundo que se hace para “empatizar” en realidad es lucrar. Aprovecharse del dolor ajeno, del sentimiento de inseguridad y la búsqueda de pertenencia en un espacio seguro. Viajemos entonces al pasado y recordemos el caso de  Liverpool y las botas feministas. Hace poco más de un año salió a la venta una colección de botas de combate con glitter bajo el nombre de “ni una menos”. La colección pertenecía a una colaboración entre la diseñadora Alejandra Quesada y la cadena de tiendas departamentales Liverpool, misma empresa que años antes había encubierto el feminicidio de Angélica Trinidad Romero Severiano, una mujer de 24 años quien llevaba algunos meses trabajando para la empresa y  había sido asesinada dentro de las instalaciones de la sucursal Perisur. 

Revisando la prensa nacional no es complicado darse cuenta que tanto la instituciones privadas como públicas han fallado en brindarles seguridad a sus mujeres. Las empresas explotan a sus trabajadoras, les dan salarios insuficientes y abusan de su necesidad de trabajar tratándolas como si fueran desechables. El Estado ha fallado en la seguridad y la justicia, creando una atmósfera de impunidad y miedo. 

Visto desde todas las aristas es imposible no cuestionarse el cómo hacer las cosas bien y ¿De qué forma la industria puede empatizar de manera correcta con estas heridas abiertas? Muchas veces la pregunta ofende porque la respuesta parece obvia, sin embargo no está de más que conozcamos iniciativas que están encaminadas hacia el lado correcto. 

Nienmore que se traduce a Ni una más, es un proyecto social de una organización que busca ayudar a las mujeres de Ciudad Juárez a independizarse de manera económica a través de la costura. ¿Por qué Juárez?  Es aquí donde todos los puntos se unen, esta ciudad concentra aproximadamente 300 empresas de maquiladoras textiles, donde miles de mujeres trabajan en condiciones precarias y arriesgan su vida diariamente. 

Si conocemos la historia podemos saber que muchas de las víctimas de feminicidios en Juárez eran también trabajadoras de empresas textiles que no les brindaban seguridad alguna. Pero a pesar de la mirada inhumana del capitalismo, las personas no son desechables.  

Nienmore busca ser un espacio sustentable en comparación con la producción en masa de las maquilas. Les ofrece a las mujeres un ambiente laboral seguro, con salarios justos y un trabajo estable para mantener a sus familias, haciendo hincapié en su transparencia.

 

Los proyectos de mujeres para mujeres tienen que convertirse en una realidad y una prioridad.

Es verdad que las empresas no están obligadas a nada, y aunque deberían de hacerse responsables por sus daños ecológicos, culturales y sociales, muchas veces exigir de la industria moralidad o tan siquiera ética, es como rezar por lluvia en el desierto. Sin embargo, aún podemos apoyar a proyectos de mujeres, introducirnos en espacios seguros, investigar y ayudar a través de nuestras acciones cotidianas. 

Lamentablemente la violencia contra la mujer es una realidad que radica en todos los espacios, incluso en la moda, por ello es importante investigar, apoyar e  incluso cuestionar a las iniciativas que busquen brindar un espacio seguro para la mujer dentro de la industria.

La moda no va a salvar el mundo,  pero nosotras a través de dichas iniciativas podemos marcar la diferencia en la vida de muchas mujeres que viven diariamente en un país y una industria que les ha dado la espalda.

Conoce más sobre el proyecto de Nienmore aquí.

Referencias utilizadas en el texto:

https://www.jornada.com.mx/ultimas/sociedad/2020/03/05/onu-feminicidios-en-mexico-crecieron-de-7-a-10-diarios-en-tres-anos-8647.html

https://www.animalpolitico.com/2014/12/pgjdf-confirma-asesinato-de-empleada-de-liverpool/

https://www.jornada.com.mx/2003/10/31/03103102.pdf

https://yociudadano.com.mx/noticias/convocan-pinta-virtual-para-exigir-justicia-por-el-feminicidio-de-sagrario-gonzalez/

Instagram: @Gobynh

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