El tiempo.
Todo lo puede.
Todo lo sana.
Todo lo cambia.
Cuando hay tiempo de más; sin detalles, sombras o texturas, todo se pone en perspectiva. Aprendemos a hacer las paces con nuestra vida, viajamos en el tiempo abrazando a nuestro yo del pasado e imaginando el futuro.
Estos últimos momentos, convivimos unos con el tiempo, enfrentándonos cara a cara a la polaridad, pues nunca estuvimos tan solos y al mismo tiempo acompañados.
La pandemia cambió todo, la forma en la que nos relacionamos con otros y con nuestra misma persona. Trajo pérdidas irreparables, tristeza, desesperación, llanto, tragedia y calma. Por un instante pensamos incluso que la tormenta había terminado. Aunque por ahora el futuro es incierto es importante reconocer todo el camino que ya recorrimos.
Por eso hoy les traigo la historia de tres mujeres a quienes el tiempo las puso a prueba. Con sus historias personales con las que espero puedan identificarse o empatizar.
Agradecer, agradecer y agradecer.
Si algo pudiera decirle a mi yo del pasado sería que disfrute mucho lo que tiene y no le haga caso a los demás.
Experimenté el amor y la pérdida. Eso pone todo en perspectiva, porque por un lado aprendí a abrazar mi vulnerabilidad y a acercarme a otra persona virtualmente con la que ahora mantengo una relación. Estoy muy agradecida de su compañía y de todo el amor que me brinda.
Por otra parte me enfrenté a uno de los momentos más dolorosos, los últimos días de vida de mi papá, realmente nadie te prepara para un momento así. No se dan clases de como cuidar a un enfermo o convivir con alguien en sus últimos momentos de vida y sigue siendo algo difícil de procesar.
Algo que valoro de todo este proceso ha sido el aprender a sanar la relación con mi cuerpo. A inicios de la pandemia me diagnosticaron con una its, conseguí pareja y viví los últimos días de vida de mi papá, al mismo tiempo de todos esos procesos subi 5kg y la verdad es que no me sentía diferente. El como lucía mi cuerpo era algo irrelevante. Con todos estos eventos que ocurrieron agradezco a mi cuerpo todo lo que hace por mí, le agradezco el luchar contra el VPH, el permitirme abrazar a mi novio y haberme dado la fuerza para cargar a mi papá cuando más me necesitó.
La verdad es que ahora el futuro no me emociona, más bien me da miedo. Pero soy feliz de vivir el presente y saber que estoy lista para evolucionar en todo lo que me traiga la vida.
No te contengas, siente completamente, alza la voz, no te quedes con nada.
A mi yo de antes de la pandemia me gustaría decirle que sea más paciente. No todo lo que no sale como lo esperas es malo.
Este último periodo me volví más autogestiva. Aprendí a utilizar las diferentes herramientas que tenía para alcanzar objetivos que nunca imaginé lograr. Me siento muy orgullosa de mí y de mi crecimiento personal.
Realmente no extraño nada de mi vida anterior, la pandemia fue un reto pero me brindó la oportunidad de conocer no solo a mí, sino que a mi familia. Una cosa es compartir espacio con esas personas, pero durante el tiempo de pandemia nos tocó realmente sentarnos y escucharnos, aprender de cada uno y también reconocer las diferentes formas en las que estábamos sobrellevando toda la situación, fue difícil pero el resultado fue una unión más profunda y que nos vimos realmente como pares, sirvió para que nos reconociéramos.
En el aspecto más personal aprendí a sobrellevar la culpa. Al inicio sentía un montón de presión por comer sano y hacer ejercicio, pero mi salud mental decayó y comencé a comer por ansiedad lo que generó que subiera de peso. Sentía culpa y era un ciclo vicioso. Estaba siendo demasiado dura conmigo y con mi cuerpo, tenía que entender que esta pandemia no es una situación normal, que mi cuerpo hace mucho por mí y me está protegiendo. Me ha costado muchísimo trabajo aceptar los cambios físicos de mi cuerpo tanto “positivos” como “negativos” pero estoy intentando cambiar mi mentalidad y pensar más bien en términos de gratitud. Me gusta mucho comer y ya no quiero sentir culpa por eso, al final mi cuerpo va a cambiar con o sin comida porque es parte de los procesos de la vida.
La vida cambia por completo en un segundo y el tiempo avanza sin importar lo que pase afuera. por eso lo que más me emociona del futuro es poder compartirme con personas nuevas, aprender de ellxs, explorar mis cambios y ver de qué nuevas maneras me conectan. Quiero aventurarme mucho, explorar la vida.
Hay que aprender a dejar ir. A veces hay cosas que solo suceden y no las puedes cambiar.
A mi yo del pasado le mando mucho amor, y si pudiera darle un consejo le diría que no tenga miedo a hablar ni a expresar lo que siente.
Yo soy de las que se guardaba todo, sentía que no expresarme me hacía más fuerte, pero al final cargaba con todo. En esta cuarentena comencé a ir a terapia y me ha ayudado muchísimo. Antes entendía mi valor como persona en mi productividad por lo que al inicio de la pandemia intenté de todo, me inscribía a todos los cursos, hacía ejercicio, ayudaba en casa y trabajaba pero no era suficiente. El problema de ser hermético es que en algún momento ya no cabe más. Con la ayuda psicológica he aprendido a disfrutar, descansar y expresarme. Ya puedo comunicar asertivamente lo que siento y pienso. La verdad es que aún me cuesta pero me siento mucho mejor conmigo misma y con lo que he logrado.
Una de mis metas era ponerme buenísima esta cuarentena porque tenía el tiempo, luego me valió madres y ahora mismo sé que debo cuidar mi cuerpo pero me siento muy tranquila, todo toma su tiempo y me la llevo leve. Esto ha hecho que no me sienta incómoda con cómo me veo.
Lo que extraño de mi vida pasada es la vida social, la cercanía que se tenía con las personas sin la sana distancia. Aún así me emociona el futuro, quiero alcanzar todas mis metas y lograr todo lo que me propongo.
Así es como el tiempo trabaja, para todxs es diferente, pero lo importante es ser resilentes. curar las heridas y levantarse, abrazar nuestro crecimiento personal y entender que la vida va solo a tu ritmo.
Y a ti ¿cómo es que el tiempo te ha cambiado?
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