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El Significado del Vestido de Novia: Orígenes y Reflexiones sobre la Tradición Nupcial

El Significado del Vestido de Novia: Orígenes y Reflexiones sobre la Tradición Nupcial

El Significado del Vestido de Novia: Orígenes y Reflexiones sobre la Tradición Nupcial

El Significado del Vestido de Novia: Orígenes y Reflexiones sobre la Tradición Nupcial

El Significado del Vestido de Novia: Orígenes y Reflexiones sobre la Tradición Nupcial

Por Laura MarquezDesde que tengo memoria, he visto a las mujeres casarse con un vestido blanco, ya sea en las fotos de la boda de mi mamá, de mis amigas, o las artistas que sigo en redes sociales. Parece casi como si usar un vestido de novia blanco fuera una ley inquebrantable o un mandato divino universal. Es fácil olvidar lo grande que es el mundo y lo diferentes que son todas sus culturas. Además, la historia del vestido de novia, tal como lo conocemos hoy, es bastante reciente.

En sus inicios, el matrimonio era más bien un asunto práctico relacionado con la transferencia de propiedad, la creación y sustento de los hijos, el seguimiento de las herencias y, en parte, el control sobre las mujeres y sus cuerpos. A pesar de que ha habido matrimonios desde las civilizaciones antiguas, no siempre hubo bodas como tal. Originalmente, el matrimonio se oficializaba con la firma de un contrato o un trámite administrativo, sin ser una celebración ni una ocasión espiritual o romántica. Durante mucho tiempo, no hubo vestidos de novia, y mucho menos blancos.

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Por ejemplo, en la antigua Roma, las novias llevaban un velo amarillo sobre la cabeza y la espalda, simbolizando la luz que aportarían a su nuevo esposo y hogar. En la antigua Grecia, vestían una túnica violeta con un nudo en la cintura que el novio desataba tras la ceremonia, representando la pérdida de su virginidad. En la China antigua, las novias usaban un traje de dos piezas: una falda interior blanca y una túnica bordada a mano por su madre o las mujeres de su familia, generalmente en color rojo. Por su parte, las novias del Japón antiguo lucían varios kimonos estampados de distintos colores el día de su boda, y adornaban su cabello con flores u otras figuras de seda, que representaban virtudes como gracia, belleza y armonía.

En Occidente, existen registros de vestidos de novia blancos desde los siglos XV y XVI. Por ejemplo, en la boda de María I Reina de Escocia y Francisco II, futuro rey de Francia, aunque en ese entonces el blanco era un color de luto para la realeza. El blanco no se popularizó como color nupcial hasta después de 1840, cuando la reina Victoria de Inglaterra se casó con el príncipe Alberto usando un vestido blanco con falda vaporosa y encaje. En esa época, los vestidos blancos eran costosos y difíciles de conseguir y mantener, lo que los hacía un símbolo de estatus y riqueza. Solo las mujeres de la realeza y la alta sociedad podían permitírselos para eventos sociales importantes.

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Tras la boda de Victoria y Alberto, comenzó lo que se conoce como la época victoriana, y tanto el matrimonio como el vestido de novia adquirieron nuevos significados en el mundo occidental. Por un lado, el matrimonio pasó a ser un rito que marcaba la separación de la novia de su familia paterna y la formación de una nueva descendencia. El vestido blanco se convirtió en un símbolo de la virginidad, pureza e inocencia de la novia. Por otro lado, el matrimonio pasó a ser la boda: un evento social importante y significativo para la pareja, sus familias, amistades y seres queridos.

Hoy, casi 200 años después, la mercadotecnia y las industrias siguen promoviendo la boda blanca de cuento de hadas como el ideal. La mayoría de las novias, al menos en el mundo occidental, sigue prefiriendo un vestido blanco para celebrar esta ocasión. Sin embargo, cada vez más mujeres cuestionan el origen y significado de esta tradición. Algunas optan por no usar velo, que históricamente ha simbolizado la virginidad femenina. Otras eligen un vestido blanco con accesorios llamativos de distintos colores, añadiendo su estilo personal. Y muchas otras simplemente no se casan de blanco, especialmente en Oriente, donde predominan otros colores. En India o China, por ejemplo, las novias suelen vestir de rojo, que simboliza el comienzo de una vida llena de buena suerte. En algunos países de África, las novias lucen túnicas representativas de sus tribus, de colores vivos y acompañadas de joyería tradicional.

Por eso me pregunto: si su boda es uno de los días más importantes en la vida de una mujer, como siempre se nos ha dicho, ¿no debería usar el vestido que más le guste? ¿O el más cómodo? ¿O aquel con el que se sienta más hermosa? O simplemente, ¿el que mejor se adapte a su presupuesto y estilo de vida? Vivimos en una época tan acelerada, repleta de imágenes y mensajes sobre lo que deberíamos hacer, que olvidamos que el mundo es demasiado grande. Lo que en nuestra ciudad es una regla, quizá no exista en otro país. Somos tantas mujeres en el mundo, cada una con su cultura y sus propias historias que contar, que sería increíblemente aburrido si todas nos vistiéramos exactamente igual. Si nuestra individualidad es lo que nos distingue del resto, ¿por qué sacrificarla por lo que otros dicen? Y si lo que nos gusta es una boda blanca de cuento de hadas, entonces disfrutemos verdaderamente, por y para nosotras mismas y nuestras parejas, sin preocuparnos tanto por lo que opine el mundo exterior.

Sigue de cerca el contenido de Laura en @lauramarquez00

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