Amira Saim nos recuerda por qué amamos escribir sobre moda
Por Jaqueline QuesadaCada quien llega al periodismo de moda desde un lugar distinto, pero lo que lo sostiene suele ser lo mismo: pasión, propósito y fe.
Amira Saim, con más de una década en medios y un rol clave en Condé Nast, demuestra lo que significa construir desde ahí. Desde su posición como Associate Director of Content Sharing and Adaptation, colabora con equipos de distintos países, edita piezas para audiencias globales y sigue apostando por el contenido con intención. Estar frente a sus ideas es encontrar estructura en medio de una conversación que rara vez se tiene en voz alta.
¿Nos puedes contar un poco sobre ti y lo que haces?
Soy periodista especializada en moda. Empecé en Condé Nast hace siete años y medio, primero en Vogue México y Latinoamérica como coordinadora digital, creando contenido para la página. Soy de Venezuela y emigré a México hace diez años. Desde el inicio de mi carrera he trabajado en medios, siempre en temas relacionados con moda, estilo de vida o cultura. Cuando llegué a México trabajé en un e-commerce de diseño latinoamericano, donde dirigía el área de contenido, y después entré a Condé Nast. Con el tiempo, fui creciendo dentro de la empresa y, a partir de la unificación global que se hizo en 2020, mi trabajo tomó un enfoque más internacional. Hoy soy Associate Director of Content Sharing and Adaptation, lo que significa que estoy encargada del contenido global adaptado en distintos mercados. Además de eso, colaboro con Vogue Runway cuando hay Fashion Week en México, que es como mi trabajo ideal, y también escribo para Vogue México y Latinoamérica, especialmente en temas de sustentabilidad y en una sección llamada Tastemakers, donde entrevisto a creativos de la región sobre sus gustos y procesos.
¿Cómo describirías un día común en lo que haces dentro de tu trabajo?
Mi día a día es bastante movido y empieza muy temprano porque trabajo con otros mercados. Normalmente arranco a las siete de la mañana con juntas con Italia, España o Francia, dependiendo del día. Esa parte está enfocada en revisar qué está funcionando y qué materiales se pueden adaptar de un lugar a otro. A veces también tengo juntas con mi jefa, que está en Londres, para hacer un resumen de cómo van los mercados y qué se necesita coordinar.
Entre las diez y las doce intento avanzar con temas locales. Mando correos, busco materiales y, si puedo, escribo. Me gusta escribir en la mañana porque es cuando mejor me salen las ideas. Después hago una pausa para almorzar y estar con mis hijas. Y en la tarde continúan las reuniones, esta vez con equipos de Asia como Japón o Taiwán, para dejar listo lo del día siguiente.
En medio de todo eso busco espacios para mis proyectos personales. Me interesa mucho la creación de contenido y estoy explorando cómo llevar eso a redes y video. Me gusta escribir, hablar de moda y pensar nuevas ideas. Últimamente he estado organizando mis tiempos para encontrar una dinámica que me permita producir con más constancia también desde lo personal.
¿Cuál es la parte menos visible de esta profesión, esa que pocas veces se cuenta?
Creo que esa parte que pocas veces se cuenta tiene que ver con estar en el estado para crear. No me refiero solo a tener el tiempo, sino a que tu estado anímico coincida con ese momento en el que puedes producir algo. Hay una cita que dice que lo mejor de crear arte no es el arte en sí, sino el estado en el que estás cuando lo haces. Y sí, es cuando estás inspirado, tranquilo, dormiste bien, comiste bien… No siempre es fácil.
Si además tienes un trabajo exigente, lograr que ese espacio coincida con tu estado mental o emocional es complicado. Creo que eso nos pasa a muchas personas que trabajamos en algo creativo. También hay mucho de disciplina, pero no sé si realmente funciona eso de decir “hoy a las nueve voy a escribir”. No todas las personas funcionan así. Puedes estar frente a la página en blanco y empezar a escribir, pero no es lo mismo que estar en ese momento exacto donde todo fluye.
Y cuando sí lo logras, cuando estás en ese lugar y creas algo, te das cuenta. Dices: eso salió de ahí. Entonces después te exiges más, porque ya sabes cómo se siente llegar a ese punto. Y volver a alcanzarlo no siempre es fácil.
En los últimos años, el periodismo de moda ha evolucionado hacia lo digital. ¿Cómo ha sido para ti adaptarte a ese cambio?
A mí el cambio al mundo digital me gusta. Me recuerda mucho al momento en que explotaron los blogs. Yo tenía uno y era parte de esa comunidad donde descubrías gente, los seguías, aprendías. Muchas de esas personas hoy son referentes en la industria. Creo que algo similar está pasando ahora con plataformas como TikTok o con los Reels, porque aunque parezcan formatos nuevos, los principios siguen siendo los mismos.
Al final, el buen periodismo siempre responde a lo mismo: qué, cuándo, cómo, por qué. No importa si lo haces escribiendo, hablando o en video. Estamos creando contenido, solo que ahora con otras herramientas. Pasamos años aprendiendo a escribir bien, a encontrar una voz propia, a entender el SEO. Y ahora estamos aprendiendo a aplicar todo eso al video corto, al contenido visual, a los códigos de estas plataformas.
Lo que me gusta es que ya no hay excusas. Si quieres escribir, puedes abrir un Substack. Si quieres hablar, puedes hacer un podcast. Las herramientas están ahí. También sirve para hacer networking. Yo no salgo tanto, no voy a todos los desfiles o eventos, así que tener presencia en redes me ha ayudado a conectar con gente con intereses similares. Me parece importante hablar de eso también: estar en redes no es solo por visibilidad, también puede abrirte oportunidades reales.
Cuando trabajas en proyectos grandes, ¿cuál es esa sensación al ver el resultado final?
Es una sensación muy satisfactoria. Desde lo más simple, como ver que te publican en otro idioma, hasta cuando una idea que propusiste realmente funciona. Creo que quienes trabajamos en medios, sobre todo desde América Latina, soñamos con que alguien te lea, con que te den la oportunidad. Entonces cuando una editora o editor que has admirado toda la vida publica algo tuyo, ese gesto ya significa todo.
Y si además alguien más lo lee, si esa publicación logra que alguien cambie de opinión, investigue un nombre que mencionaste o se interese por la moda desde otro lugar, eso es lo máximo. Te recuerda por qué vale la pena seguir haciendo esto.
También está la parte operativa. En mi caso, los últimos tres puestos que he tenido han sido roles nuevos, sin un punto de comparación previo. Mucho de mi trabajo ha sido encontrar soluciones. Entonces cuando una estrategia que tú pensaste mejora los resultados, abre otras puertas o ayuda a que algo funcione mejor, también se siente como un logro. No es la parte más glamorosa, pero sí muy real.
Saber que desde México puedes resolver un problema que impacta en Japón o en otra parte del mundo es muy potente. No siempre pasa, pero cuando pasa, es un impulso para seguir adelante.
Para quienes quieren dedicarse a esto, ¿cuál crees que es la clave para mantenerse auténtico en un entorno tan cambiante?
Creo que lo primero es hacerlo. Hacer, hacer, hacer. Empezar imitando estilos, copiando frases que te gustan, tratando de escribir como alguien que admiras. No para quedarte ahí, sino porque al mezclar esas referencias con lo tuyo, eventualmente vas encontrando tu propia voz. Eso es parte del trabajo editorial también: saber qué funciona, qué no, qué puedes tomar y qué puedes transformar.
Yo escribí mucho tratando de sonar como Tim Blanks, Nicole Phelps o incluso como periodistas de estilo de vida, como Anabel Vázquez. Leía sus textos antes de sentarme a escribir algo mío. Y al final, ese mix fue formando una voz que ya no es de nadie más.
También creo que hoy ya no hay excusas. Puedes escribir en un newsletter, abrir un blog, usar Instagram, incluso solo Stories. Lo importante es hacer. Y una vez que empieces, el siguiente paso es pensar en estrategia. Aprender de SEO, por ejemplo, es clave si quieres que te lean. No se trata solo de escribir bien, sino de saber cómo hacer que tu contenido se entienda en las plataformas que usamos hoy.
Y, sobre todo, hay que educarse. No solo consumir moda. También leer historia, ver cine, entender política, economía. Si no, te quedas en la parte superficial. Y escribir de moda puede ser mucho más que eso. Cuando le das contexto a lo que cuentas, cuando amplías el análisis, el trabajo se vuelve realmente interesante.