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El lado oscuro del positivismo

El lado oscuro del positivismo

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El lado oscuro del positivismo

Por Pame Clynes“La felicidad se escoge”, dicen por ahí. “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”, una frase que le robamos a los budistas. ¡Pff! Díganle eso a una persona que padece de dolor crónico, o que vive con una enfermedad incurable, o que padece de un trastorno mental, y no verán la luz del día.

“Ánimo”, “échale ganas”, “haz un esfuerzo”, “por algo pasan las cosas”, “mantente positiva”, “véelo por el lado bueno”, “es una oportunidad que te da la vida”, “podría estar peor”… En automático decimos estos comentarios cuando alguien expresa negatividad ante una situación de vida porque la realidad es que no sabemos que más decir, y algunas verdades incomodan. Aunque estas palabras vengan desde un lugar de cariño, normalmente suelen cerrar el espacio para que la otra persona pueda libremente expresar lo que está sintiendo. Inmediatamente se emite un juicio por esa falta de mantener una perspectiva positiva ante todo. Alguien que está pasando por un trauma no necesita el poster de oficina del gatito de “hang in there”, y tampoco le va a cambiar el día al ver un bumper sticker de “stay positive”.

Y, la otra triste realidad es que hay muchísima gente que no conoce la empatía. Gran parte de la población cree que si una persona siente y expresa emociones negativas, es culpa suya por no “escoger” ser feliz. Esto no es cierto. Está muy lejos de ser verdad. También creo que tenemos un poco distorsionado el concepto de la felicidad, pero esa es otra historia.

¡Claro!, que soy fiel creyente en el poder que tiene el positivismo en la vida. Siendo una mujer que vive con un padecimiento de dolor crónico, y con depresión y trastorno de ansiedad, conozco perfectamente los beneficios que la mentalidad positiva le ha dado a mi salud. Mi activismo en @peacewithpain es positivo, y siempre trato que mi discurso refleje luz, pero al mismo tiempo no escondo lo difícil, doloroso y retador que ha sido mi vida (y la de millones de mujeres) a raíz de un evento que te cambia la vida en un segundo. No escondo a mis demonios internos con los que he aprendido (más bien sigo aprendiendo) a cohabitar porque también son parte de mi. Justo por esto no estoy de acuerdo con la moda colectiva de glorificar la sobredosis de positivismo. En efecto es muy tóxico y hace mucho daño. Lo he experimentado muchas veces, desde con jefes y compañeros de chamba, con doctores y especialistas de salud, hasta con mi gente más cercana. Por supuesto que no me excluyo. Me atrevo a decir que muchos de nosotros hemos sido partícipes de este pensamiento por lo menos una vez. Por lo que me parece importante que aprendamos a reconocerlo, logremos evitarlo, y así poder brindar un apoyo mucho más genuino a alguien que está pasando por un mal momento. Sea cual sea el motivo.

¿Qué es el positivismo tóxico?

La mejor definición que encontré en Google, en una página que se llama thepsychologygroup.com, define la positividad tóxica como la sobregeneralización excesiva de un estado de felicidad y optimismo ante todo tipo de situaciones. Básicamente las personas que van por la vida con el mantra de #GoodVibesOnly, descartando cualquier emoción que sea negativa.  Las personas que conozco que son así me han hecho creer que en su presencia sólo se permite mi actitud positiva. Lo que no están dispuestas a reconocer es que este exceso enmascara, o más bien calla, una experiencia humana.

La razón por la que se usa la palabra tóxica es porque esta actitud niega o desacredita a las personas que buscan apoyo para poder enfrentar lo que están viviendo. En lugar de poder compartir emociones que son humanas, genuinas y válidas, en donde lo que más estás esperando es un apoyo incondicional, sobre todo en un lugar que consideras seguro y de confianza, descubres que tus sentimientos son rechazados, ignorados o completamente invalidados. El positivismo tóxico tiene una manera muy sutil de evadir el dolor de la otra persona. Y, esto crea una narrativa falsa de la realidad porque no todo en la vida es un fucking sunshine. El daño justo aparece cuando hay aislamiento, bullying, emociones reprimidas, shame y culpabilidad, entre otras. De pronto, este movimiento se convirtió en un estilo de vida aceptado que hace que te cuestiones que todo lo que piensas y sientes está mal. Estamos creando un mundo emocional falso que lo único que hace es atraer más falsedad.

Positivity GIFs | Tenor

Hace poco me preguntaron que cuáles considero que son los red flags del positivismo tóxico, a lo que respondí: en uno mismo, cuando escondemos los problemas abajo del tapete en vez de enfrentarlos, y cuando escondemos nuestros sentimientos detrás del mismo positivismo. En los demás, sin duda es cuando minimizamos sus sentimientos porque su verdad nos incomoda, y cuando los juzgamos porque no expresan una actitud positiva.

¿Y, saben qué? La alternativa libre de toxicidad es la más fácil y la más linda de ofrecer, y a veces es la que más se nos olvida. Escuchar, simplemente dar el espacio para escuchar. Recibir un mensaje o una llamada de “te escucho” hace toda la diferencia. Seguido de “estoy aquí siempre”, “¿cómo te puedo ayudar?”, “reconozco que es muy fuerte lo que estás viviendo”, “tus sentimientos son válidos”.

Spolier alert: pedir ayuda en momentos de crisis es bien difícil.

Hace mucho leí el libro The Subtle Art of Not Giving a F*ck de Mark Manson, y se me quedó muy grabado cuando menciona que cualquier intento de escapar lo negativo, de querer evitarlo, anularlo, o silenciarlo, es contraproducente. Evitar el sufrimiento es una forma de sufrir. Evitar la lucha es una lucha. La negación del fracaso es un fracaso. Ocultar la vergüenza es en sí una forma de vergüenza.

Solemos romantizar las historias de los que llamamos héroes, sobrevivientes, guerreros, que ante la adversidad, el positivismo es lo que los acaba salvando.  Aplaudimos su valentía por hablarlo en público con la promesa de que hay esperanza. No digo que esto sea una mentira. Es inspirador, claro que lo es,  pero para llegar a ese lugar de gloria, el proceso normalmente es un infierno. A veces no lo conocemos porque estas personas deciden no compartir esa parte de su verdad. A veces revivirlo puede llegar a detonarles el lado oscuro de esos momentos difíciles. Lo curioso es que las historias con las que me he topado de personas que sí deciden romper el silencio, y describir a detalle lo que realmente es vivir ese infierno, en su gran mayoría son de mujeres. Heroínas, sobrevivientes, guerreras, las verdaderas valientes.

Me ha costado años de trabajo, pero si algo he aprendido es que todas las personas tenemos el derecho de darnos el permiso de sentir lo que sea que estamos sintiendo. Nuestros sentimientos también nos dan información, nos ayudan a crecer y nos dan la oportunidad de cambiar y seguir evolucionando. Se empieza aceptando, creo que me gusta más la palabra abrazando, las emociones buenas al igual que las malas, pues las dos nos dan auténticas experiencias.

Las dos nos dan vida.

Instagram: @pameclynes @peacewithpain 

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