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El desafío de la diversidad en la moda: ¿Realmente quiénes lideran las marcas de lujo?

El desafío de la diversidad en la moda: ¿Realmente quiénes lideran las marcas de lujo?

El desafío de la diversidad en la moda: ¿Realmente quiénes lideran las marcas de lujo?

El desafío de la diversidad en la moda: ¿Realmente quiénes lideran las marcas de lujo?

El desafío de la diversidad en la moda: ¿Realmente quiénes lideran las marcas de lujo?

Por Fernanda RodríguezDespués de unos meses de movimientos en el tablero de ajedrez de las marcas de moda de lujo global, parece que en el discurso colectivo quedó un sentimiento de que lo « global » se acaba en el consumidor. 

Tras el anuncio de Seán McGirr como el remplazo de Sarah Burton en Alexander McQueen, surgió una conversación con respecto a la homogeneidad de las direcciones creativas. Resulta que en Kering, todos los directores creativos de las marcas de moda son hombres blancos. En Richemont, apenas se salvaron con el anuncio esta semana de Chemena Kamali a la cabeza de Chloé, ahora la única mujer del grupo. Y en LVMH — el más diverso de los tres — aún hay más de la mitad del espacio ocupado por este mismo demográfico. 

De los tres conglomerados, los únicos dos directores no-blancos son Pharrell Williams (Louis Vuitton) y Nigo (Kenzo) — ambos de LVMH. Las mujeres también podemos contarlas con los dedos de las manos. Incluso si incluimos grupos independientes, Virginie Viard en Chanel, o Nadège Vanhee-Cybulski en Hermès, las cifras siguen siendo bajas. En el último Milán Fashion Week, solo un tercio de los desfiles fueron dirigidos por mujeres. Si de ahí eliminamos a las diseñadoras-fundadoras de sus propias marcas como Miuccia Prada, nos quedamos solamente con 2 mujeres — de 64 shows en total (!!!!!).

Nigo Is Exactly What KENZO Needs Right Now | Highsnobiety

Nigo, director creativo de Kenzo

Para el problema de la diversidad racial, las marcas suelen defenderse con la carta de que muchas de estas se crearon para consumidores europeos y no se convirtieron en negocios globales hasta finales del siglo XX, lo cual, ya de por sí podría ser debatible. Pero además, estamos hablando de más de 30 años desde entonces. Si la diversidad ya forma parte de las campañas de marketing, debería también estar presente en las juntas directivas.

Estamos hablando de marcas que llevan años dirigiéndose a consumidores de todo el mundo, y para llegarles a estos, hay que estar dispuestos a cambiar la perspectiva desde la concepción. Lo del género es todavía peor si consideramos que las mujeres forman más del 60% de las ventas en la moda y la mayor parte de la fuerza de trabajo al interior de la industria (por mucho). Si la dirección de las marcas fueran reflejo de lo anterior, es claro que estaríamos viendo una plantilla de talentos muy diferente.

Pero la cuestión no es (solamente) la forma en la que las empresas están reclutando a sus directores, porque es evidente que sus motivos para elegir a talentos como McGirr o Chemena deben incluir factores que van más allá del género o la raza. Indiscutiblemente son diseñadores talentosos que se han ganado el espacio en donde están. Es más, habría también que señalar que mientras es claro que hay un desbalance en cuestiones de género y raza, la industria de la moda es por ejemplo una de las más inclusivas con respecto a la orientación sexual, con un gran porcentaje de diseñadores identificados públicamente como parte de la comunidad LGBTQ+. El tema es que mientras el puesto de dirección creativa ha ido evolucionando en los últimos años, cada vez es más difícil visualizar una lista de criterios profesionales específicos para el mismo. Con lo que las preferencias estructurales se evidencian. 

Antes que los reclutadores de RH, factores históricos, sociales, culturales y económicos, hacen de lo suyo preseleccionando qué perfiles van a llegar y hasta donde. Todxs los que tenemos la suerte de poder formar parte (aunque sea chiquita) de este negocio, tendríamos que estar conscientes de que estudiar y trabajar en la moda es un enorme privilegio. Las escuelas son caras. Aprender idiomas, pagar materiales, asistir a seminarios, tener tiempo para hacer tarea, poder permitirse hacer unas prácticas sin paga o irse al extranjero, todos esos son esfuerzos que muy pocos a nivel mundial pueden hacer. Desde muy pronto en el cronograma de sucesos, los diseñadores de perfiles diversos — geográficos, de género o socioeconómicos — llevan un handicap en contra. 

Esto no quiere decir que como diseñador « fuera de la norma » sea imposible llegar. Hay varios ejemplos nos demuestran lo contrario. Lo que sí, es que tal vez la industria tendría que considerar que si a una mujer o a una persona de color les costó sistemáticamente más trabajo estar en donde están, quizás, solo quizás, habría que voltear a verlos con esta perspectiva, dándoles el valor — y el espacio — que merecen. 

Sigue de cerca el trabajo de Fernanda en @ferrodriguezcal

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