BIG NEWS! El punto G no existe
Por Pame Clynes
Favor de leer y correr la voz.
Alguna vez te has cuestionado lo siguiente:
¿Cuántas revistas y/o sexólogas te han puesto a la tarea de encontrar tu punto G?
¿Cuántas revistas enseñan guías con ilustraciones que parecen súper fáciles, y en la práctica es como un mapa difícil de descifrar?
¿Cuántas veces te han recomendado ciertas posiciones sexuales “mágicas” para encontrar el “punto G” y tener el mejor orgasmo de tu vida?
¿Cuántos hombres conoces que suelen decir que saben perfectamente donde está el “punto G” en TODAS sus parejas?
*Mas del 80% de los hombres, según una encuesta que hicieron en la revista Cosmopolitan de Estados Unidos.
Si eres mujer heterosexual, ¿cuántos hombres te han dicho que sus parejas pasadas tenían orgasmos con pura penetración vaginal?
Cuántas veces has oido frases como “yo creo que eres tú porque a mi ex novia le funcionaba perfecto”, “antes de ti no me costaba nada de trabajo”.
¿Cuántas de tus amigas no te han dicho que seguro no lo has encontrado porque tienes que relajarte?
¿Cuántos capítulos de Sex and The City te han provocado cierta envidia por los orgasmos de Samantha Jones?
Y por último, ¿cuántas veces te has sentido incompetente sexualmente por no encontrar tu “punto G”?
Join the club, babe!
Cuánta frustración, confusión, ansiedad y obsesión por descubrirlo, ¿no crees? Al parecer está en todos lados menos en nuestra vagina. ¿Sabían que en Google el “punto G” tiene más búsquedas que Michael Jordan?
¿Quién fue el culpable de poner ese nivel de presión en una simple letra?
A continuación les cuento la verdadera historia de el “punto G”, y lo que lo le llamo a la parte más frustrante y falsa en el cuerpo de la mujer.
Fue en 1950 cuando el científico y físico alemán Ernst Gräfenberg, quien también es famoso por desarrollar el dispositivo intrauterino (DIU), descubrió un sensible tejido localizado entre la pared vaginal cerca de la uretra. A este lo describió como un pequeño “frijol” que se hincha durante la estimulación sexual. Sin embargo, en ese momento nadie en el mundo de la ciencia le quizo dar seguimiento a los reportes de Gräfenberg, de hecho fue ridiculizado por sus colegas. Como les he platicado varias veces, la salud femenina no el mismo interés como la masculina. Y, aún así, una vez más se le da el nombre de un hombre a una parte del cuerpo de la mujer.
Los hombres podrán descubrir muchas cosas, pero cuando hablamos de nuestro cuerpo nunca lo van a entender porque ellos no lo experimentan. Como paréntesis aprovecho para decirles que las trompas de Falopio se llaman trompas uterinas.
Ahora brinquémonos a los ochentas. Mi década musical favorita y el momento en la historia del sexo cuando se volvió mainstream el chisme de que existe un botón mágico en la vagina, que prendes con el pene (o con los dedos), y hace que una mujer se vuelva loca de placer. Al parecer tres décadas después alguien se puso las pilas y quizo seguir los pasos de Ernst.
Les presento a la psicóloga y sexóloga Beverly Whipple, quien fue la que identificó que algunas mujeres pueden eyacular y quien también estuvo al frente de los estudios respecto al “Punto G”. Whipple confesó en una entrevista que dio para Cosmo que la idea del “Punto G” se salió de las manos, pues su equipo nunca sugirió que cada mujer en el mundo lo tiene. Nunca fue su intención definir un punto o locación específica universal. Ellos solo reiteraron que en efecto hay un área en la vagina que es mas sensible al placer en algunas mujeres. Razón por las que hay mujeres que pueden tener orgasmos vía penetración vaginal, a diferencia del 75% de la población femenina que necesita de estimulación clitorial para tener un orgasmo.
Del frijol, pasó a definirse como un tipo de bolsita o un parche grueso lleno de nervios, pero aún así seguía siendo un total misterio para estos expertos que continuaban el discurso de que cada mujer tenía un “Punto G”.
Fue hasta el 2012 que un grupo de médicos revisó toda la data e información sobre el “Punto G” y no encontraron ninguna prueba real de que realmente existe. Lo que encontraron fue que varios de los estudios que se hicieron en esa época se hicieron solamente en una mujer. Me está dando pena ajena nada más de escribirlo.
Aplausos para la revista Cosmopolitan por pedir perdón públicamente y reconocer que en parte fueron culpables de seguir con esta mentira por años.
La verdad es que las mujeres tenemos muchas zonas eróticas donde sentimos placer. La Dr. Whipple y la terapeuta sexual Gina Ogden, lograron mapear 15 diferentes tipos de tacto en 35 partes del cuerpo que pueden llevar al orgasmo, desde la vagina hasta el pezón. Increíble, ¿no? Si esto es cierto, porqué tanta obsesión por descubrir sólo un punto.
Boom del “punto G”
Fue en 1982 cuando la economía del “punto G” empezó su boom. La cantidad de oferta que empezó a salir al mercado, desde condones hasta lubricantes, y vibradores disque diseñados específicamente para estimular sólo el “punto G”.
Tiempo después se puso de moda que las sexólogas y expertas en sexo dieran talleres (carísimos por cierto) para la población vulnerable (como yo) de cómo encontrar tu “punto G”. Siguen cobrando hoy en día.
Otro ejemplo de este boom es el doctor Adam Ostrzenski, responsable por hacer unos tratamientos que les llama G-spotplasty. Honestamente, por el coraje, cero ganas me dieron de investigar más a fondo de qué se tratan. Si les da curiosidad qué es, Google it.
Hasta Gwyneth Paltrow y su pseudo ciencia se treparon al barco. En algún punto GOOP empezó a vender unos supuestos shots para estimular el “punto G”.
El resultado de todo esto empezó a hacer el sexo mucho más complicado. Aumentando la creencia de que el sexo es un performance, en vez de verlo como una experiencia. A los hombres heterosexuales les dio una medida universal, una meta única en el sexo, y el mensaje cultural de que el placer en las mujeres se consigue por meter y sacar su pene en una vagina varias veces. El enfoque sólo en la estimulación vaginal lo es todo en nuestra sociedad simplemente porque está diseñado para el placer del hombre.
El que haya mujeres que tengan una zona más sensible adentro de sus vaginas, donde el “punto G” supuestamente se localiza, no significa que todas las mujeres lo tenemos. Hay mujeres que en ese punto especifico sienten incomodidad, dolor, o ganas de hacer pipí, y hay otras mujeres que no sienten absolutamente nada.
Sin querer sonar como AMLO, pero creo que todas las personas que han dedicado su narrativa para hacernos creer sobre la existencia del “punto G” nos deben una disculpa. Gracias Cosmo por poner el ejemplo.
¡Pues ahí está!
Como conclusión, la única realidad es que la sexualidad femenina está muy poco estudiada. Aún habiendo mujeres científicas que tienen la iniciativa de seguir investigando, el sistema patriarcal les bloquea la oportunidad. Nicole Prause es neurocientifica que estudia el orgasmo y el placer sexual. Prause intentó estudiar más afondo el orgasmo femenino, con cuerpos vivos, en la Universidad de California (UCLA). El consejo de la universidad siendo un grupo de puros hombres no le dio chance porque no se iba a “ver bien” que un grupo de mujeres se masturabaran en sus laboratorios. Su estudio no fue aprobado. ¿Cuántos casos así habrá?
Para ti mujer que estás leyendo esto. Donde sea que sientas placer sexual está perfectamente bien, y es lo único que importa. Ponle el nombre que quieras. Como sugerencia sólo les diría que no le llamemos después de un hombre. Ninguna parte del cuerpo de la mujer, real o inventada, debe tener el nombre de un hombre. Como dijo Rachel Green: “No uterus, no opinión”.