Paulina León, una madre desobediente que borda para entenderse a sí misma y a otras personas
Por Claudia Aguilar
Hace unos meses, en redes sociales empecé a ver una y otra vez la imagen de un bordado con mujeres excavando con sus palas y la famosa frase de mamá: “¿Y si yo lo encuentro qué?”. Este homenaje a las madres buscadores que diario salen a perseguir los rastros de sus seres queridos desaparecidos en México, formó parte de la exposición “Maternar”, en MUAC, en Ciudad Universitaria. Su creadora: Paulina León, una mamá y artista bordadora que ve en el trazo de figuras con hebras de hilos, la oportunidad para reflexionar sobre temas que le interesan y vive, como la crianza y el feminismo.
Tuve la fortuna de charlar con ella y conocer más sobre esta pieza que se hizo viral, así como del colectivo Madres desobedientes, en donde, junto a otras amigas, difunde denuncias de feminicidio y desaparición, crea comunidad con madres feministas y apoya el arte hecho por mujeres.
Cuéntanos un poquito de tu trayectoria en el bordado. ¿Cuándo empezaste? ¿Por qué decidiste tomar las agujas e hilos?
Por lo regular, la gente piensa que lo inicié porque me enseñó mi mamá o mi abuelita. Lo asocian con un aprendizaje heredado, pero en realidad es algo que vi en Pinterest. Me llamaba mucho la atención, entonces busqué algunos cursos y ahí fue donde comencé a bordar.
Al inicio bordaba cosas que me gustaban: personajes de películas, canciones, libros, etc. Lo empecé a compartir en mis redes sociales y recibí una muy buena respuesta. Entonces, algunas personas me mandaron mensajes preguntando si los vendía. Con el tiempo, y ya que adquirí un poco más de experiencia, me animé a dar cursos. Ya después me metí de plano como maestra de bordado. Estuve dos años y medio dando clases en centros sociales para personas mayores. Todo empezó como un pasatiempo para hacer en casa, pero poco a poco se fue convirtiendo en un trabajo.
¿Te acuerdas cuál fue tu primer bordado?
Mi primer bordado fue el perrito de Yoshitomo Nara. Tomé un taller y teníamos un ejercicio para hacer algo por nuestra cuenta y practicar las puntadas. Yo hice ese bordado como un regalo para mi esposo. Después descubrí que me gustaba mucho bordar.
¿Y en qué momento pasaste de bordar personajes de la cultura pop a bordar temas sociales?
Hacer algo tan sencillo me abrió la puerta a otras cosas. Además, me di cuenta de que el bordado va más allá de ser lo que todos tenemos en mente: una técnica asociada con las mujeres, que se hace en privado y el hogar. Vi que el bordado era un medio artístico y una manera con la cual podía expresar inquietudes que tenía y cosas que pasaban en mi entorno.
Cuando inicié con mis amigas la colectiva de Madres desobedientes fui enfocando mi bordado hacia temas sociales. Ya no me sentía tan cómoda haciendo dibujos, ilustraciones clásicas, ya quería que fuera algo mío. Fue entonces cuando creé otro tipo de bordados.
Tocar temas como la crianza y feminismo te ha dado la oportunidad de crear comunidad con otras mujeres y madres, ¿cómo ha sido esta experiencia?, ¿qué aprendizajes u oportunidades has tenido?
Dar clases y estar con más mujeres me ha permitido ver que el bordado puede significar diferentes cosas. Por ejemplo, para algunas es un medio que les permite distraerse de las situaciones que enfrentan en casa. Algo que a mí me llamaba mucho la atención es que las mujeres que participan en el taller que daba permanecían mucho tiempo calladas. No era un silencio incómodo, era un momento para estar con ellas mismas, eso para mí era muy importante dentro de la clase. Al principio me estresaba un poco que estuviéramos todas calladas, pero luego me di cuenta de que era un escape para ellas, para poder estar solas y hacer algo que les gusta. Al inicio bordaban servilletas, cosas para su hogar; al final, cosas relacionadas a su día a día.
Cuando me invitaron a la exposición del MUAC cree piezas sobre la maternidad. La maternidad es un tema muy grande y tiene diversas luchas. Lo que yo quería por medio de mis bordados era mostrar un poco lo que significaba ser madre en un contexto actual. Nunca me imaginé que mi trabajo resonara tanto en otras personas. Esto fue algo muy increíble que me llevó a contactar a madres que están pasando por ciertas situaciones, como depresión postparto o madres de desaparecidos.
Hablemos del bordado que se hizo famoso en redes y que estuvo expuesto en el MUAC. ¿Qué te inspiró a hacerlo?
Me gusta mucho leer y de ahí es donde saco mucha de la inspiración para bordar. Siento que las ideas fluyen mejor así. Hay cosas que leo con las que me siento identificada y puedo conjugarlas con el bordado.
Para la exposición estaba preocupada por el tema de la maternidad, pero no sabía desde dónde abordarlo. Entonces me dediqué a leer varios textos sobre maternidad, diversas miradas y di con el libro de Isabel Zapata, In vitro, que es como un diario de lo que fue su proceso para convertirse en madre, y en una parte hablaba de una mujer que encontró los huesos de su hija. Fue algo que me movió mucho.
Después de esta exposición, ¿has pensado en bordar otros temas?
Es algo que me he estado replanteando. No me esperaba la respuesta ni que el bordado se volviera tan popular. Sí fue un poco complicado ver qué seguiría, pero los temas sociales son algo en lo que siempre de alguna u otra forma me he involucrado.
Ahorita estoy haciendo bordados que están relacionados con familiares de víctimas de feminicidios y desapariciones forzadas. Para mí es importante mostrar las historias que están detrás de todas estas estadísticas. Si puedo apoyar a otras personas por medio de lo que hago, lo haré.
Vi que paralelo al bordado eres parte del colectivo Madres desobedientes, ¿nos puedes contar por qué es tan vital hablar hoy y todos los días sobre la maternidad?
La colectiva la creamos dos amigas y yo, en 2020. Todo surgió a partir del caso de Fátima, una niña de 7 años que fue secuestrada afuera de su escuela. En lo personal, este caso me llegó muchísimo, porque la pequeña tenía la edad de una de mis hijas. Hablando en el grupo que tenía con mis amigas, las tres estábamos bastante impresionadas y dijimos que queríamos llevarlo más allá, no queríamos que quedara solo en una publicación en redes sociales exigiendo justicia.
Aspirábamos a crear un espacio en donde pudiéramos hacer algo más y que también fuera para otras mamás, porque pensábamos que no había tanto espacio para nosotras en el feminismo. Pienso que a veces estamos tan sumergidas en la idea del derecho a no ser madres, que no contemplamos a las mamás y lo importante que es cobijarlas en el movimiento, porque al maternar también pasamos por muchas violencias.
Con el tiempo, la colectiva fue creciendo más. Ahora no solo madres forman parte de ella, sino también mujeres que comparten nuestra forma de pensar. Ha sido un proyecto que me ha dejado muchísimas satisfacciones. Ahí vamos, poco a poco. Nos gusta dar visibilidad a casos que no la han tenido y tratar temas con perspectiva de género.
¿Por qué seguir resistiendo desde el bordado? ¿Qué te hace seguir?
Para mí ha sido algo bastante liberador, algo que me ha ayudado a conocer más mi entorno, a sentirme más segura con mi trabajo, porque creo que un tiempo me sentí perdida, no sabía qué quería hacer. El bordado me permitió encontrarme, crear cosas que me hacían sentir bien. Para mí seguir bordando es importante porque me ha ayudado a encontrarme, entenderme y entender a otras personas.
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