Influencers sostenibles ¿Qué son? ¿Está bien que existan? Y sobre todo ¿cómo identificar a los estafadores?
Por Francelia Bahena
Vivimos en la época de la información instantánea, fácil y sencilla, donde a un clic encontramos cualquier producto o servicio que busquemos y a otro clic nos damos cuenta si eso que buscábamos realmente funciona. Vivir en este mundo rapidito tiene muchas ventajas y que existan tantas personas ayudándonos a decidir si lo que buscamos realmente nos conviene o no, es una consecuencia de nuestra libertad de compra. Así es precisamente como empezaron los influencers a existir.
Aunque el término de influencer es relativamente joven, la forma en que buscamos y encontramos productos o soluciones a diferentes necesidades humanas ha cambiado drásticamente desde los años 90 con el nacimiento de los blogs en el internet de las cosas. Desde ese momento las personas pasaron a tomar un poquito más el control de la información para hacerla mucho más accesible.
Disclaimer: Y aquí podríamos entrar en un debate social sobre ¿qué tan accesible es el internet de las cosas para la población mundial? si para utilizarlo se necesitan varias cosas que muchos de nosotros damos por sentado cuando en realidad son privilegios, como el acceso a dispositivos electrónicos e incluso acceso a electricidad, pero eso es tema para otra nota 😛
Por lo tanto, la forma en que adquirimos productos cambió y en consecuencia la forma en que nos venden productos también tuvo que cambiar. Las personas ya no confiaban en las estrategias tradicionales de marketing o simplemente ya no estaban funcionando porque, conforme las redes sociales se fueron apoderando de nuestras vidas, los canales y las estrategias tradicionales de comunicación empezaron a ser menos efectivas.
Bajo este panorama surgen personas capaces de conectar con un público determinado para orientarlos en sus decisiones, que pueden ser de compra o de comportamiento, para así volverse un ejemplo en su vida, una persona a la que aspiras ser. El nacimiento y éxito de los influencers responde a la necesidad de democratización de la información. Y todo iba bien hasta ahí.
Los problemas empezaron a surgir cuando el marketing se dio cuenta de las posibilidades capitalistas de comerciar con los valores de las personas, y dieron inicio a lo que ahora conocemos como influencer marketing, en donde las personas, dudosas de las intenciones reales de los vendedores de productos o servicios, empezaron a depositar esa confianza en “personas reales” con características afines a sus valores para ayudarlos a decidir.
La plataforma experta en marketing, Marketing Dive, señala que las empresas gastaron 42% más en influencer marketing en 2021 que en años anteriores y además estima que en 2022 se gaste 15 mil millones de dólares en ese mismo rubro (en el mercado global).
Las estadísticas hablan y hoy en día, ser un influencer ya no solamente es una pasión, hoy es un negocio redituable en todos los sentidos. Y también un arma de doble filo en donde por un lado tienes un enorme poder y por el otro también tienes (o deberías tener) una enorme responsabilidad, proporcional al alcance de tu comunidad.
Actualmente todos aquellos creadores de contenido especializados en temas ambientales o de sostenibilidad son llamados “influencers sostenibles”, independientemente de si participan en campañas pagadas o no, y estos creadores de contenido son (¿somos? Ay sí) generalmente los más criticados debido a que su influencia e incluso existencia se contrapone a las tácticas capitalistas que permiten que exista el influencer marketing.
Además, como remarca Hannah Neumann en el artículo buenísimo The great conundrum of the sustainability influencer para Grist: “Así como los influencers comunes, el poder de los influencers sostenibles proviene de ganarse la confianza de sus seguidores, pero la gran diferencia es que los influencers sostenibles no tienen como tal el peso de “verse cool” sino deben convencer a su público de que son sinceros en sus acciones y de que tienen conocimiento real sobre una manera aterrizada de vivir sostenible.” (Mi traducción jiji, pueden leer el original en el link del principio de este párrafo).
Así que hacer un negocio de tu vida como “influencer sostenible” no va a ser tan sencillo como ser un influencer común, puesto que tienes (o deberías de) cuestionar más fuertemente que nadie a las marcas con las que vas a trabajar y muchas veces eso detiene colaboraciones (hablo por experiencia propia) debido a la falta de transparencia que se demanda. Ser un influencer sostenible (y sobre todo en la moda) requiere de un gran compromiso con los propósitos básicos de la sosteniblidad.
A todo esto añado una premisa universal de los influencers sostenibles: “No se puede comprar un mejor futuro”. Por eso es que, unos cuánto párrafos arriba, aseguro que la idea de influencer sostenible es una falacia en el sentido de que no puede acompañar a los valores tradicionales de influencer marketing puesto que éstos valores tienen como objetivo vender un producto a toda costa y volver a conectar con los compradores (no con un público que confía en ti).
Un verdadero influencer sostenible, debe ser una persona con profundos conocimientos sobre el tema que va a difundir y con una tremenda capacidad de transmitir información para así ayudar a las personas a reflexionar desde una perspectiva lo más objetivamente posible siendo humanos.
Un influencer sostenible no necesariamente te va a hacer sentir bien, pero sí te debe ayudar a elegir soluciones claras y eficientes para mejorar tu estilo de vida y de los que están a tu alrededor.
Por último, un influencer sostenible no debe pretender vivir de las redes sociales, únicamente debe ver a éstas como un medio para hacer comunidad, como un espacio de debate y difusión para llegar a más lados. Ésta puede ser una declaración polémica pero si lo analizas bien, no lo es tanto, te explico: Yo no digo que está mal generar recursos económicos a través de tus redes cuando tu giro sea la sostenibilidad, pero no es lo mismo un “influencer sostenible” que pauta contenido con cuanta marca se le atraviesa enfrente y se limita a decir obviedades “ecológicas” de un producto (que además le envían en un guión y a lo mejor ni siquiera hace una investigación básica del producto), a alguien que gracias a la confianza y solidez de la comunidad que construyó decide empezar a cobrar por enseñarte a reparar tu ropa, por ejemplo.
La diferencia entre el primero y el segundo es que el primero monetizó su valor como persona a través de las ideas tradicionales de capitalismo, y el segundo buscó monetizar su valor desde una perspectiva comunitaria donde intercambia conocimientos con sus seguidores. Y ojo que la segunda opción está igualmente metida en el capitalismo (de ahí nadie nos podemos salir, no todavía :/) pero fue pensada a partir de la verdadera ayuda social, el primero no.
Y a final de cuentas tampoco está mal compartir productos pero si el anuncio de un influencer sostenible no genera una reflexión, es una importante alarma para creer que, entonces, me podrían estar aplicando un influencer greenwashing.
Que no se te olvide de aquí en adelante que un verdadero influencer tiene PODER y lo manifiesta a través de su voz (puede ser económico o social, pero lo tiene) y ese poder lo potencias tú como seguidor.
Páginas para aprender más sobre el tema:
- The great conundrum of the sustainability influencer. Disponible en: https://grist.org/guides/how-to-dress-for-the-planet-sustainable-fashion/the-great-conundrum-of-the-sustainability-influencer/
- Social commerce to drive influencer marketing evolution in 2022. Disponible en: https://www.marketingdive.com/news/social-commerce-drive-influencer-marketing-evolution-2022/611546/
- Laveli de Souza, Veronica. Digital influencers: Un estudio sociológico sobre el emprendimiento digital y la cultura de la recomendación. Disponible en: https://repositorio.ufscar.br/bitstream/handle/ufscar/11590/Dissertação%20Veronica%20Laveli%20de%20Souza%20Revisada%20Final_folha%20de%20aprov%20correto.pdf?sequence=3&isAllowed=y
- K. Sheena & M. Sudha. Impact of Influencers in Consumer Decision Process: the Fashion Industry. Disponible en: https://pdfs.semanticscholar.org/1469/eccb29f76b24e85cba8b6b60adf5ab4932d8.pdfm
- Barbeito Iglesias, Roberto L. Querer saber y querer saber hacer. Dificultades y dilemas de la comunicación sociológica en la sociedad mediática. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7375340
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